Año nuevo, salarios nuevos
Saúl Escobar Toledo
El 17 de diciembre del año pasado
la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI) resolvió por
unanimidad: primero, crear una Zona Libre en la Frontera Norte integrada por 42 municipios que colindan con Estados Unidos; segundo, aumentar el salario mínimo diario
(SMD) en esta franja hasta 176.72 pesos (equivalente al 100% ): tercero, decretar
un incremento en el resto del país de 16.2% para establecer una cantidad de 102.68
pesos, es decir 14.32 pesos más que en
2018: y cuarto, aumentar los salarios mínimos profesionales bajo dos modalidades: en la zona fronteriza
todos serán de 176.72 pesos diarios, lo que hará que en algunos casos los
aumentos representen 53%, mientras que en el resto del país habrá una subida de sólo
5%.
Todas estas decisiones son
inéditas y representan un cambio muy notable de las políticas aplicadas en las últimas décadas. En lo que
respecta a la división por áreas geográficas, la creación de la Zona Fronteriza
se empata con el decreto presidencial que otorga a estos mismos municipios un
conjunto de subsidios, básicamente reducciones a los impuestos (ISR e IVA) y al
precio de los energéticos.
Por su parte, el incremento
salarial en el resto del país, aunque es más moderado, también significa una
mudanza: debe recordarse que el poder adquisitivo del SMD sufrió
una caída de 74.5% entre 1977 y 2001. Luego quedó estancado durante 15 años y en la última etapa del sexenio pasado creció unos puntos. Según
cifras oficiales la recuperación, en
términos reales, fue de 15.7%, cifra que parece un poco optimista. Aun así, y sumando el aumento más reciente,
el SMD estaría todavía alrededor de 50% por debajo de los niveles de 1976.
Lo importante, sin embargo, es
que el nuevo monto se ajusta al nivel de línea de bienestar de CONEVAL para
noviembre, calculada en 3, 062 pesos mensuales por persona en pesos corrientes.
Hay que decir, sin embargo, que si consideramos que en una familia promedio sólo
uno de sus miembros aporta ingresos y gana un SMD, ese hogar no alcanzará a superar
la línea de la pobreza. Según la CONASAMI, más de 2 millones de trabajadores
ganaban esa cantidad y de ellos al menos el 37%, eran jefes de familia.
Desde nuestro punto de vista, el
objetivo a largo plazo debe ser que el SMD llegue a un monto aproximado a los 6
mil pesos mensuales (descontando la inflación). De esta manera se cumpliría con el precepto
constitucional y se alcanzaría el nivel adquisitivo de hace cuarenta años.
Por otra parte, la CONASAMI ha
reiterado que el aumento (16%) no debe ser utilizado como referente para fijar los
incrementos de los demás salarios vigentes en el mercado laboral (principalmente
los contractuales).
De acuerdo a lo anterior, el 95%
de los asalariados (con excepción de aquellos que laboran en la franja norte) no
recibirán una mejoría de esa magnitud en sus remuneraciones. Debe señalarse, sin
embargo que, para no perder poder adquisitivo, sus percepciones deberían aumentar
nominalmente al menos un 6% , dado que ése fue el incremento que sufrió la canasta básica en 2018. Hay que recalcar que los salarios
aumentaron durante el año pasado apenas en
1% real en promedio, lo que muestra el rezago histórico que existe
en los ingresos laborales que obtienen la mayoría de los trabajadores.
A pesar de ello es innegable que
una recuperación sostenida del SMD tendrá efectos positivos en el nivel de vida
de la población tanto porque se beneficia a los más pobres, como porque puede
ser un factor de cambio de la tendencia conocida en los últimos años, sobre
todo desde la gran recesión mundial de 2008: los puestos de trabajo de 3 SMD para abajo
crecieron con mayor velocidad que
aquellos con remuneraciones más elevadas.
Aunque el aumento del SMD tuvo el
consenso explícito de las organizaciones patronales, la reacción conservadora
no se hizo esperar. El Banco de México, pocos días después del anuncio hecho
por la Comisión, elevó la tasa de interés
para colocarla en 8.25%, la más elevada en los últimos diez años. La institución adujo que la inflación enfrenta “riesgos de carácter estructural
derivados de la posible adopción de políticas que pudieran conducir a cambios
profundos en el proceso de formación de precios en la economía”. En primer lugar,
señaló la “magnitud de los aumentos recientes en el salario mínimo”, pues “además
de su posible impacto directo, se enfrenta el riesgo de que estos propicien
revisiones salariales que rebasen las ganancias en productividad y generen
presiones de costos con afectaciones en el empleo formal y en los precios”.
Los dos argumentos son, creo,
insostenibles. El impacto directo en los
precios será, como ha sido en el pasado inmediato según diversos estudios, prácticamente
nulo. Y el riesgo de que los salarios
contractuales se incrementen en una cifra cercana al 16% está también muy lejos
de suceder. Ello por dos razones, la primera, la baja capacidad de
negociación de la parte obrera, dado el control que ejercen en la inmensa
mayoría de los casos los sindicatos fantasmas bajo el esquema de contratos de protección patronal, y en segundo lugar debido que el país no sufre
un proceso inflacionario agudo. A ello hay que agregar que el presupuesto de egresos
aprobado por el Congreso ha sido reconocido ampliamente como un proyecto
conservador.
En cambio, el aumento decretado a
la tasa de interés puede tener efectos inflacionarios más severos y producirá
un freno al crecimiento. La incongruencia de las autoridades del Banco de
Mexico salta a la vista. No pueden ver con simpatía un esfuerzo, incluso
moderado, para recuperar el consumo de las familias.
Ahora bien, el caso de la franja
fronteriza es distinto. En lo que toca a las empresas, la reducción de
impuestos seguramente compensará el incremento salarial. Además, según cifras
oficiales, en la industria maquiladora, una de las ramas más importantes en esa
porción del país, las horas trabajadas aumentaron 4.5% en 2018 mientras que las
remuneraciones medias lo hicieron en 1.9%, lo que quiere decir que hay condiciones
propicias para una mejora significativa de las percepciones obreras.
Lo interesante será observar si
la actividad económica y la creación de nuevos empleos formales se eleva en mayores
proporciones en que se redujeron los impuestos. De otra manera, el esfuerzo
gubernamental sólo habrá servido para elevar las ganancias de las empresas y no
tendrá efectos en la mejoría del nivel de vida de los trabajadores que residen
en esos municipios. Si el crecimiento del conjunto de la economía para el
próximo año se calculó en apenas 2%, debe suponerse que la franja fronteriza lo
hará a un ritmo mucho más elevado. Este deberá ser el criterio para medir la
eficacia del proyecto.
El panorama laboral para 2019 se
renovará no sólo por las decisiones de las CONASAMI. A todo lo anterior deberán
agregarse las reformas pendientes a la Ley Federal del Trabajo que sin duda se discutirán
en el Congreso en los primeros meses de 2019. MORENA ha presentado ya su
proyecto, mismo que tienen altas
probabilidades de ser aprobado con las adecuaciones que se requieran. Asimismo,
entrará en operación el programa para becarios trabajadores que pretende beneficiar a más de dos millones
de jóvenes y que representa también un apoyo directo a las empresas.
Así pues, para el próximo año tenderemos
un panorama laboral muy diferente al de
los años anteriores. La apuesta por mejores salarios y mayores puestos de
trabajo se basa en todos estos
ingredientes. La mezcla es prometedora, a pesar de los malos augurios que se observan
en la escena internacional y de los obstáculos puestos por el Banco de México y
de los seguidores, dentro y fuera del gobierno, de una politica ortodoxa que
pretende que todo siga igual.
Y, claro, la respuesta de los
trabajadores ante estas novedades también será una interrogante que veremos
resolverse en este 2019. Ante situaciones inéditas seguramente surgirán
réplicas novedosas.
saulescobar.blogspot.com
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