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miércoles, 23 de mayo de 2018

Negociaciones TLCAN - NAFTA; elecciones México 2018; elecciones EU 2018


Un  elefante en la próxima oficina presidencial
Saúl Escobar Toledo

El debate del pasado domingo 20 no modificará sustancialmente las preferencias electorales, según lo han destacado diversos medios de comunicación. El candidato que encabeza las encuestas lo seguirá haciendo con variaciones menores. Tanto Anaya como Meade y Rodríguez pensaron que la mejor estrategia sería la descalificación y el insulto. De esta manera, lo que parecía un ejercicio más interesante en su primera parte decayó en la segunda por el intercambio de agresiones sin mayor sentido ni interés para los electores.
Los temas a discusión, particularmente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), los migrantes y la relación con el presidente de Estados Unidos son cuestiones de urgente y gran trascendencia para el futuro inmediato del país. Después del tema de la violencia probablemente no hay otro de la misma importancia. La relación con nuestro vecino pasa por un momento particularmente crítico en el que predomina una gran incertidumbre. Y ello se debe a la existencia de varios actores y a la división de opiniones e intereses en casi todos los temas involucrados.
Tomemos el caso de la renegociación del Tratado. En estos momentos, las pláticas están suspendidas y nadie sabe si van a continuar y bajo qué condiciones. Después de que el líder republicano en la Cámara de Representantes, Paul Ryan,  pusiera una fecha fatal para concluir la revisión del acuerdo comercial, misma que no se cumplió,  las opciones posible son tres: una, que las conversaciones se reanuden y se llegue a un acuerdo a  principios de junio; dos, que reinicien después de julio una vez que se hayan conocido los resultados de las elecciones mexicanas; y tres, que de plano se vayan hasta el próximo año, con posterioridad a los comicios de noviembre en EU. El problema es que, en los dos últimos casos, el presidente Trump pudiera decidir súbitamente retirarse unilateralmente del Acuerdo y con ello provocar un shock económico que impactaría sobre todo a nuestro país. Muchos analistas piensan que eso no va a suceder, pero tampoco pueden afirmar cuál escenario es el más viable. Es decir, hay un consenso: lo más seguro es que quién sabe…
Y es que la negociación está atorada no sólo por las próximas elecciones en ambos países sino también por la división dentro del partido republicano; entre éstos y los demócratas; entre los sindicatos y el movimiento progresista frente a los republicanos más conservadores; entre las grandes corporaciones exportadoras y Trump; entre la posición de Canadá y la del gobierno de México con la de Trump; y hasta   entre el representante del presidente, Lightheizer y su jefe. Cada actor tiene diferentes opiniones sobre temas importantes, lo que ha impedido un acuerdo. Éstos son, según el jefe de la representación de EU, los siguientes:
Propiedad intelectual - Acceso y restricciones al comercio de productos agrícolas-Energía-Las reglas que tienen que ver con los asuntos laborales y el origen de los insumos sobre todo en la industria automotriz-El ISDS, es decir, el mecanismo de solución de controversias entre los países que forman el TLCAN-La cláusula “sunset” (que lo revisaría  cada cinco años). “Y mucho más” (sic)
Mnuchin, el Secretario del Tesoro de EU, señaló apenas el domingo que las negociaciones podrían irse hasta el próximo año pero al otro día, para arrojar más dudas sobre el asunto, dijo que podría considerarse también una revisión “flaca” y rápida que no tuviera que pasar por el Congreso. Si Trump confirma el primer escenario todos podremos tomar un respiro por unos meses. Mientras, se verá que ocurre en las elecciones de ambos países y los mercados financiero se tranquilizarán dejando de sacudir el peso, el cual recuperará algunos puntos de su valor frente al dólar. Se verá también que la verdadera causa de la inestabilidad de hace unos días provenía de la mesa del TLCAN y no de la posible elección de López Obrador. El gobierno de Peña Nieto quedaría prácticamente fuera de la negociación y tocará al presidente electo tomar del rumbo de un proceso que se ha vuelto un “scramble” como lo llamó el Financial Times. Más exactamente, un desmadre.
Si en cambio EU se decidiera por una revisión “light”, y los otros dos países lo aceptaran, el resultado sería probablemente adverso para México, aunque también retornaría la calma en las transacciones financieras.
En el debate del domingo todos los candidatos hablaron de exigir más respeto a Trump, de un pacto comercial que convenga a México, y de defender a los migrantes, pero no abundaron mucho en todo lo que esto significa. Quizás AMLO fue más específico al afirmar tres cuestiones básicas: que está de acuerdo en aumentar los salarios; que pondrá el tema de los migrantes en la discusión del Tratado; y que México tendrá que fortalecer la economía interna para depender menos de EU.
En lo que se refiere a los salarios, se ha dicho que la propuesta de Lighthizer consiste en que al menos un 45% del valor de un auto armado en México debe ser producido por trabajadores que ganen 16 dólares por hora, es decir aproximadamente 2,400 pesos diarios, 72 mil pesos al mes. Está muy bien coincidir en un aumento de los salarios, pero esta cantidad parece muy complicada de lograr por lo menos en el corto plazo. ¿Cuál podría o debería ser la posición exacta de los negociadores mexicanos del próximo presidente electo en torno a esta cifra?
Hay que decir que incluso si México aceptara algo parecido, eso no significaría que el asunto está resuelto pues la mayoría de los congresistas republicanos y probablemente otra, quizás minoritaria, de los demócratas, no estarían de acuerdo y votarían en contra. Trump mismo podría cambiar de parecer pues no sería sorprendente que esté usando el tema salarial como pieza de cambio para obtener otras concesiones.
Por otro lado, meter el asunto de los migrantes centroamericanos y mexicanos en la agenda de un nuevo TLCAN puede sonar interesante, pero Trump mismo lo ha considerado, pensando que puede favorecerlo. Sin duda, haría más compleja una negociación ya muy enredada y podría elevar la presión para que México contenga el tránsito de personas que vienen de Centroamérica y de nuestro propio territorio. Aun así, el futuro gobierno de AMLO no puede descartar esta opción. Discutir el tema de los migrantes fuera de la mesa del Tratado parece también poco recomendable pues no sería tomada en serio. Dejar las cosas como están no arreglaría nada y empeoraría la situación. ¿Qué hacer entonces, además de convertir los consulados en “algo así como” (¿?) procuradurías de defensa de los migrantes? Hasta donde se puede ver, el posible cambio en la correlación de fuerzas en el Congreso de EU después de noviembre podría ayudar a encontrar una salida. Pero si los republicanos vuelven a ganar, el próximo gobierno mexicano tendrá que hacer uso de una gran imaginación para administrar un conflicto muy grave y sin márgenes de solución a la mano.
Sobre el cambio de rumbo económico y fortalecer la producción y el mercado interno, debe subrayarse que se trata de una transformación que sólo puede lograrse en el mediano-largo plazo. Y que requeriría de medidas profundas como el aumento sustancial de la inversión pública, planes regionales, mejoras salariales y laborales generalizadas y creo que, necesariamente, una reforma fiscal, cosa que AMLO y su equipo han rechazado.
En este mar de confusión, no se puede descartar que el próximo presidente de México encuentre un asunto irresuelto, el TLCAN, tan grande como un elefante, sentado en su despacho. Por lo pronto, los candidatos le han dado la vuelta, viéndolo de lejos y tratando de no tropezarse con él discursivamente. Después del 1º de julio, al presidente electo le quedará claro que un animal de esa talla no puede ignorarse ni echarse por la ventana. Tendrá que encontrar una solución para sacarlo de ahí, y dedicarse, con menos presiones, a otros asuntos tan graves como parar la violencia que nos horroriza todos los días.
Twitter: #saulescoba



miércoles, 9 de mayo de 2018


Con mi reconocimiento a El Sur, periódico de Guerrero, y sus 25 años de periodismo valiente

Un cumpleaños muy especial

Saúl Escobar Toledo


Carlos Marx nació el 5 de mayo de 1818, unos cuantos años después de la batalla de Waterloo y a menos de tres décadas de la Revolución Francesa que hizo surgir un nuevo orden social, político y jurídico: la República basada en la soberanía popular. Proyecto que sin embargo terminó en un Imperio y en una conflagración, las guerras napoleónicas, que costó millones de muertos.  Su ciudad natal era entonces una pequeña población predominantemente católica de unas 12 mil personas, Tréveris o Trier (en alemán), ubicada en una región agrícola a orillas del río Mosela. Había sido fundada en el año 16 bajo el nombre de Augusta Treverorum por los romanos y se considera la ciudad más antigua de Alemania. En el momento de su nacimiento, dicha localidad tenía poco de haber sido integrada a Prusia después de haber pertenecido más de veinte años a Francia.  Todos estos cambios se reflejaron también en la vida familiar pues su padre, un rabino judío, se convirtió en abogado y adoptó la religión protestante en una fecha muy cercana al nacimiento de su hijo Carlos. Quizás estas mudanzas provocaron en Marx la idea de que vivía un momento histórico, una nueva época estaba llegando y otra estaba desapareciendo.
El caso es que ahora, dos siglos después, diversas publicaciones en México y en el mundo han coincidido en la actualidad del pensamiento de Marx. Hay un Marx revival, afirmó Wallerstein; Marx es joven todavía, escribió Marcello Musto en un diario español; Marx, tuviste razón, aseveró Jason Barker en un artículo del New York Times; Marx profético, comentó Lanchester en la London Review of Books; todos somos marxistas, por lo menos en cierto sentido, anotó Peter Singer en Project Syndicate; Marx predijo nuestra presente crisis, observó Varoukafis en un prólogo a una nueva edición del Manifiesto Comunista. Y así en otras publicaciones. En su ciudad natal ha habido exposiciones, conferencias y hasta la develación de una gran escultura de bronce donada por China. Parafraseando al pensador treverino, The Guardian de Londres decía en una nota: “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del propio Marx”.
Esta renovada atención está sin duda vinculado a la crisis mundial y sus secuelas. A partir de 2008 los efectos de la Gran Recesión, las profundas desigualdades sociales y los problemas e incertidumbres que afligen al mundo han llevado a economistas, académicos de distintas disciplinas, y políticos de diverso signo, a reabrir el debate sobre el futuro del capitalismo y sus alternativas. Se trata sin embargo de una nueva mirada, sin los dogmatismos de ayer.  La obra de Marx ya no es la ideología oficial utilizada a conveniencia para justificar diversas atrocidades. Su pensamiento no se aborda más como una doctrina cerrada e incontestable, sino como un conjunto de ideas complejo, sujeto a diversas interpretaciones.  
El legado intelectual y político de Marx es muy vasto. Imposible resumirlo en unas cuantas líneas. Podría, sin embargo, destacarse que, con la publicación del primer tomo de El Capital en 1867, se convirtió en el teórico socialista más prominente de su época. La teoría de la plusvalía, que explica la explotación del trabajo asalariado y la ganancia, sigue siendo más convincente que los argumentos basados en las fuerzas del mercado.   Su liderazgo en la Asociación Internacional de Trabajadores en 1871 lo convirtieron en un prestigiado dirigente obrero, conocido en muchas partes del mundo. Después de su muerte, durante el siglo XX el marxismo, ya fuera como doctrina de Estado, como base ideológica de la socialdemocracia, o como eje de una razón subversiva, siguió marcando el debate en las izquierdas en muchos países tanto del norte como del sur. Luego, el desplome de la Unión Soviética se interpretó como un fracaso no sólo de las ideas de Marx y Engels sino también de cualquier alternativa anticapitalista. Hoy, sin embargo, parecen cobrar nueva vida.
Entre todas sus publicaciones, sorprende, por ejemplo, como dice Varoukafis, la fuerza literaria y la profundidad de los argumentos vertidos en el Manifiesto Comunista de 1848, cuando Carlos apenas iban a cumplir los 30 años y Federico 27. En ese trabajo describieron algunos de los rasgos más notables del capitalismo globalizado del presente, a pesar de que entonces estaba apenas en formación. Por ejemplo, cuando afirman que:
“La burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de producción. La época de la burguesía se caracteriza y distingue por una inquietud y una dinámica incesantes”.
También llama la atención que ahora, como en 1848, el capitalismo se distinga por sus grandes desigualdades, encarnada en el 1% súper rico que acapara buena parte de la riqueza mundial. Cómo no recordar entonces este fragmento del Manifiesto: “La existencia y el predominio de la clase burguesa tienen por condición esencial la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos (y) la formación e incremento constante del capital…”. De ahí la otra tesis fundamental del manifiesto: la historia debe entenderse como una lucha permanente entre opresores y oprimidos.
Y sobre el malestar con la democracia en muchas partes del mundo, no cabe sino coincidir en que Marx y Engels tenían por lo menos parte de razón cuando afirmaron que: “Hoy, el poder público viene a ser, pura y simplemente el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa”.
La crítica del capitalismo fue el objeto principal su teoría. Como consecuencia de ella arribaron a una conclusión fundamental: “La burguesía no sólo forja las armas que han de darle muerte, sino que, además, pone en pie a los hombres llamados a manejarlas: los obreros, los proletarios”. De esta manera, anunciaban el surgimiento de la clase obrera como un protagonista central de la historia, un actor que apenas despuntaba entonces.
La organización de la sociedad, sus conflictos políticos y las características del Estado del siglo XX difícilmente pueden entenderse sin las reflexiones de Marx y Engels. Más complejo es el debate sobre las alternativas. La ruta inmediata planteada en el Manifiesto parece ahora demasiado tajante: centralizar los medios de producción en manos del Estado por medio de la conquista violenta del poder político. Pero hay que tomar en cuenta que se trataba de una declaración escrita bajo el espíritu de la revolución francesa. Se elaboró además en un momento en que las insurrecciones en Europa empezando por las que explotaron en ese mismo año, 1848, parecían ser la única salida política a las inconformidades sociales. Lo cierto es que ambos desarrollarán estas propuestas, sobre todo Engels, más cautelosamente, en los años posteriores.
Hay, por supuesto, una experiencia histórica que mostró las contradicciones y problemas de la teoría de la revolución proletaria que ellos ya no conocieron. Ni Marx ni Engels pudieron prever los regímenes de la Unión Soviética y sus aliados, ni la evolución de los gobiernos socialdemócratas y los estados de bienestar que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial. Todos ellos, de una manera u otra, inspirados en esos autores.
Hoy, podemos estar de acuerdo en que el actual sistema capitalista requiere profundos cambios para arribar a una convivencia humana basada en una mayor igualdad y una verdadera democracia.  Un orden social más humano y más feliz. Pero el perfil de esa nueva sociedad está todavía borroso, aunque haya un mayor consenso sobre la vía reformista y no violenta.   
Volver a Marx debe entenderse, sobre todo, como una invitación a leer y releer directamente sus textos. Afortunadamente, contamos aquí también con el avance de la tecnología. El archivo Marx-Engels, disponible en www.marxists.org, contiene toda su obra publicada y muchas cartas y manuscritos. Incluye también, entre otras cosas, las biografías de Eleanor Marx, Engels, Lenin, y Gemkow. Todo este material puede consultarse en español y en más de 70 idiomas. Gratis y con un solo clic.
De esa lectura podremos sacar muchas y muy diversas conclusiones, pero seguramente nos llevará a coincidir con su famosa tesis: no se trata sólo de interpretar al mundo, hay que transformarlo.
Twitter: #saulescoba