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miércoles, 25 de marzo de 2020

La política económica frente a la pandemia: apuntes iniciales


Un apunte sobre la política económica frente a la pandemia

Saúl Escobar Toledo 

La propagación del coronavirus representa en primer lugar una amenaza sanitaria pero también un riesgo económico. La UNCTAD, el organismo más importante de la ONU para el desarrollo ha anunciado que los efectos del Covid 19 desatarán una recesión en algunos países y un menor crecimiento en otros. La duración y la profundidad de la crisis dependerán de la gravedad del contagio pero, asimismo, de la eficacia de las políticas públicas. La caída de la producción puede tener la forma de una V, es decir, de corta duración. O puede tener la forma de una U, lo que significaría una recesión más prolongada.
Para diseñar una política económica adecuada, la UNCTAD considera que es necesario tomar en cuenta los tres canales de la disrupción: la demanda, la oferta y el sector financiero.
En el primer caso, las reclusiones y aislamientos de las personas están provocando un menor consumo sobre todo en el sector servicios: turismo, restaurantes, etc. En el lado de la oferta, la suspensión de actividades y el ausentismo forzado en algunas ramas manufactureras en las localidades más contaminadas por el virus tendrán efectos a nivel global. La caída de exportaciones de bienes finales y de materias primas y otros insumos, afectarán a las empresas y el empleo en varias partes del mundo. En cuanto al sector financiero, el principal problema es el endeudamiento público y corporativo en muchos países, y un sistema dedicado a la especulación y la evasión fiscal.
La respuesta apropiada tiene que atender estos canales. Los gobiernos deben aumentar su gasto, comprando bienes esenciales para combatir la enfermedad e invirtiendo en otros rubros como la industria de la construcción, pero también realizando transferencias directas en efectivo a la población más necesitada.
Resulta fundamental tomar en cuenta que, en estos momentos, a pesar de los problemas del lado de la oferta, se requiere sostener la demanda, aunque para ello los gobiernos tengan que recurrir a un mayor endeudamiento. En cambio, la UNCTAD no recomienda llevar a cabo rescates o transferencias directas a las empresas.
Por otro lado, será necesario facilitar el otorgamiento de créditos directos a la producción sobre todo mediante los bancos de desarrollo. Instituciones multilaterales como el FMI deben ofrecer, igualmente, mecanismos de bajo costo para financiar a los países menos desarrollados. Una moratoria de la deuda pública externa para las naciones más necesitadas tiene que ser considerada.
Dicho en otras palabras, las políticas económicas aplicables deben partir del reconocimiento de que la pandemia está agravando otra enfermedad mayor de nuestro tiempo: la creciente y excesiva desigualdad económica y social.
Por ello, será necesario ayudar primero a las personas más vulnerables al virus y a la recesión productiva. Desde una óptica laboral, de cara a la emergencia, se pude partir  del esquema de Milanovic y tomar en cuenta cinco grupos de trabajadores: a) doctores y personal médico; b) empleados formales  en el  sector servicios  (sobre todo en el  comercio de bienes de consumo); c) obreros industriales y trabajadores rurales; d) profesionales y personas que pueden laborar  a distancia (desde su casa); y e) trabajadores informales por su cuenta de todo tipo, principalmente aquellos que se verán afectados por la caída del consumo.
El problema es que, para evitar contagios, los trabajadores deberían laborar menos tiempo o de plano irse a sus casas y recluirse. Sin embargo, en el caso de a), ello sería catastrófico; en lo que toca a b), su ausencia puede generar un desabasto de alimentos y bienes esenciales; si los empleados de c) faltan a sus labores ello puede repercutir en una menor demanda y oferta de bienes; y en referencia a e), la falta de ingresos puede conducirlos a buscar otras fuentes igualmente peligrosas desde el punto de vista sanitario o ser víctimas de una grave crisis social. Los únicos que no se verán afectados sensiblemente son los d).
Por ello, es indispensable buscar un equilibrio entre mantener activos a algunos trabajadores y recluir a otros. No se puede ni mandar a todos a su casa ni dejar que las cosas funcionen como si nada pasara. Hay que tratar de mantener la actividad económica, aunque desde luego a un menor ritmo, tanto como sea posible.
La cuestión radica entonces en explorar si se puede lograr un mejor equilibrio entre reclusión y trabajo, entre mantener una parte de la actividad económica y combatir la propagación del virus.   
Según algunos especialistas, como Wan Manan y Nazihah Noor, expertos en salud pública, la experiencia de Corea del Sur (y de Japón y Taiwán) mostraría que se puede controlar el Covid-19 (la tasa de mortalidad aquí ha sido menor al 1%) y al mismo tiempo evitar la asfixia de las actividades económicas y sociales. Las autoridades de ese país alegan haber adoptado un modelo diferente al del occidente, basado, por un lado, en restringir reuniones masivas y cerrar escuelas pero, además,  en cuidar selectivamente a la población en mayor riesgo y promover mecanismos de diagnóstico temprano y eficiente, lo que requiere la participación de las personas y las familias (no sólo del gobierno). La respuesta de estos países en materia económica sugiere también la necesidad de un estado fuerte que actúe con decisión para reasignar recursos y mano de obra, de tal manera que las empresas produzcan lo que más se necesita en estos momentos. Con base en la experiencia asiática, recomiendan a los gobiernos considerar diversas opciones y actuar con prudencia, no bajo la presión del pánico. De esta manera, señalan, se podría evitar que las medidas sanitarias y sus consecuencias económicas afecten a más personas que la propagación del virus
Podemos entonces sacar algunas conclusiones para el caso de México. Se requiere: 1) mantener un consumo responsable; 2) cuidar que no se desplome la oferta de productos y servicios más necesarios; 3) conducir una política de créditos agresiva para sostener la oferta y la demanda efectiva. Para ello, el gobierno debe aumentar su gasto corriente y sus inversiones en infraestructura en el sector salud y en aquellas ramas productivas que considere necesarias. Adicionalmente, elevar las transferencias directas de efectivo a la población más vulnerable: adultos mayores y trabajadores sin protección social. En materia de política fiscal, hay que subrayar que México tiene un nivel de deuda menor que otros países, por lo que hay que olvidarse de los parámetros previstos antes de la epidemia. Desde luego dejar a un lado la meta del déficit presupuestal de 2.1%, reorganizar el presupuesto y revisar las alternativas de financiamiento. También habría que pensar en una reducción del IVA. El crédito a las empresas por parte de la banca de desarrollo deberá aumentarse de manera programada sobre todo en la medida en que la enfermedad vaya cediendo.
En materia laboral, habrá que hacer nuevas contrataciones para el sector salud (que no requieran una capacitación prolongada) y fortalecer la seguridad de sus condiciones de trabajo; proteger con medidas sanitarias a los trabajadores del sector servicios, sobre todo de distribución, comercialización  y venta de productos alimenticios y de consumo final más indispensables, y tratar de evitar despidos o vacaciones forzosas no pagadas;  garantizar la estabilidad laboral de los obreros  de las manufacturas (y la agricultura),  y los pagos correspondientes por enfermedades y paros técnicos. Un caso aparte son las personas que trabajan por su cuenta en la informalidad, a los cuales se le debe garantizar su atención médica gratuita, ayudarlos a mitigar la caída de sus ingresos con medidas generales (reducción de IVA) o selectivas (transferencias en efectivo focalizadas).
Llevar a cabo acciones que aminoren la caída económica y al mismo tiempo eviten los contagios del virus, requiere la confianza de la ciudadanía en sí misma, en las instituciones y en la información de fuentes confiables.
La capacidad del gobierno para atender todos estos rubros será (siempre lo es) limitada. La clave del éxito no reside en la escasez sino en la capacidad del gobierno y del estado mexicano para actuar con habilidad, conocimiento y decisión. Y en la solidaridad de los ciudadanos para no sólo ver por sí mismos sino también por los más necesitados.

saulescobar.blogspot.com



miércoles, 11 de marzo de 2020

Los orígenes del 8M, el Día Internacional de la Mujer: la verdadera historia


Los orígenes del 8M: la verdadera historia

Saúl Escobar Toledo


Según las fuentes históricas disponibles, todo empezó en 1908 cuando el Partido Socialista de los Estados Unidos propuso a su Comité Nacional de Mujeres hacer campaña por el sufragio y organizar diversas movilizaciones para exigir ese derecho, aún inexistente por aquel entonces, pues la reforma constitucional se logró hasta 1920.   Con ese propósito, la sociedad de mujeres de la Ciudad de Nueva York celebró una reunión masiva el 8 de marzo de ese año.
Por su parte, el Sindicato Internacional de Trabajadoras de la Confección (ILGWU por sus siglas en inglés) había venido desatando una ola de huelgas desde finales del siglo XIX en esa misma ciudad ya que era uno de los centros de confección de ropa más importante de Estados Unidos. Nueva York era entonces un agitado punto de encuentro de diversos movimientos.
En 1909, las socialistas estadounidenses celebraron otro mitin muy concurrido en esa ciudad el 23 de febrero y declararon que, a partir de entonces, el último domingo de febrero celebrarían el Día Nacional de la Mujer.
Los partidos socialdemócratas europeos supieron del éxito de la iniciativa de las estadounidenses y en su Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en 1910 en Copenhague, discutieron el asunto. La delegada por Alemania, Luise Zietz propuso que la Conferencia proclamara un “Día Internacional de la Mujer” que se celebraría anualmente. Clara Zetkin, una de las dirigentes más importantes de la socialdemocracia europea apoyó la propuesta y la Conferencia la aprobó por unanimidad.
Clara era una de las dirigentes del movimiento de mujeres más destacada en Europa. Desde 1894 tenía a su cargo la revista Die Gleichheit (La Igualdad) que había fundado para que la socialdemocracia alemana tuviera un órgano de expresión sobre estos temas y   discutiera con otras corrientes feministas. Luego, ella misma se encargó de organizar las conferencias de mujeres de su partido y posteriormente las Conferencias Internacionales.
Todas estas actividades estaban destinadas a los partidos socialistas, a las organizaciones de mujeres y a las asociaciones de trabajadoras que “respaldan la lucha de clases”. Para Clara y las dirigentes socialdemócratas, “el feminismo burgués y el movimiento de las mujeres proletarias (eran) dos tendencias completamente diferentes”.
La resolución que fue adoptada en Copenhague decía textualmente:
“Las mujeres socialistas de todas las nacionalidades tienen que organizar un Día de la Mujer (Frauentag) en el que se debe, sobre todo, promover la propaganda por el sufragio femenino. Esta demanda debe discutirse ligada a la problemática de la mujer en su conjunto, de acuerdo con la concepción socialista”.
No se propuso, entonces, una fecha precisa y más bien se afirmó el objetivo central del movimiento: el derecho al voto. Lo que si es evidente es que las europeas tenían en mente vincular esta demanda con los postulados del socialismo y que veían a las trabajadoras como la vanguardia de ese movimiento.
Con base en esta resolución, decidieron movilizarse el 18 de marzo de 1911 debido a que ese día se recordaba el 40 aniversario de la Comuna de París. Uno de los eventos más importantes tuvo lugar en Viena. La manifestación en la capital de Austria se llenó de banderas rojas y pancartas que exigían las principales demandas femeninas por la igualdad. 
Por su parte, las mujeres socialistas de EU siguieron celebrando el Día de la Mujer en febrero. En 1911, se reunieron el día 25 porque era sábado. Sin embargo, también se unieron a la proclama de Copenhague para la celebración de un día internacional de la mujer.
Un mes después de esta reunión, el 25 de marzo de 1911 ocurrió el incendio de la fábrica de ropa Triangle Shirtwaist Factory, ubicada en el vecindario Greenwich Village de Manhattan, Nueva York. Fue el desastre industrial más mortífero en la historia de la ciudad y uno de los más terribles en la historia de los Estados Unidos.  El incendio causó la muerte de 146 trabajadores de la confección, 123 mujeres y niñas y 23 hombres que murieron a causa del fuego, inhalación de humo o saltos mortales, pues las puertas de la fábrica habían sido cerradas con candados. La mayoría de las víctimas fueron inmigrantes italianas y judías recién llegadas y en su mayoría muy jóvenes:  de entre 14 a 23 años.
La coincidencia entre las movilizaciones obreras, el incendio de la fábrica en Nueva York, las manifestaciones por el sufragio en Estados Unidos, y la decisión de la Conferencia de Copenhague, alentaron la lucha de las mujeres. Aunque no hay datos que nos permitan asegurar que todos estos movimientos estaban coordinados o tenían lazos orgánicos, sin duda confirmaron la idea de que las mujeres sufrían de una discriminación inadmisible en la vida política y en las relaciones laborales.
En los años posteriores, el movimiento de las mujeres, sobre todo en Europa, fue interrumpido por la Gran Guerra. Este terrible acontecimiento, además, dividió a la socialdemocracia europea. Algunos partidos se quedaron en la II Internacional mientras que otros rompieron definitivamente y decidieron emprender su propio camino.
Uno de estos últimos fue el partido bolchevique. A principios de 1917, tuvo lugar una gran movilización de mujeres organizada principalmente por esa fracción del partido socialdemócrata ruso.  Por razones seguramente ligadas a la situación imperante, pues la carestía se había disparado y faltaba comida en todos lados debido a la guerra en curso, la manifestación fue convocada el 23 de febrero (según el calendario gregoriano), es decir, 8 de marzo en Occidente. 
La manifestación fue disuelta a balazos y  se convirtió en una insurrección que continuó varios días después. Fue el inicio de la llamada Revolución de Febrero que llevó a la abdicación del Zar y a una nueva etapa que culminaría en octubre con la toma del poder por parte de los bolcheviques.
Los acontecimientos en Rusia sirvieron para que definitivamente se adoptara el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer en Europa y luego en América y el resto del mundo.
En junio de 1921, una vez que había triunfado la revolución y que ésta había reagrupado a todos los partidos disidentes de la II Internacional, en una nueva organización, la Internacional Comunista, se llevó a cabo la Segunda Conferencia Mundial de Mujeres en Moscú. La presidenta de la reunión fue Clara Zetkin, quien ya había roto también con la socialdemocracia alemana y se había pasado al lado de los partidos comunistas.  En sus resolutivos se proclamó que el Día Internacional de la Mujer se celebraría en todo el mundo el 8 de marzo, en buena medida debido al recuerdo y el ejemplo de la lucha de las mujeres en la Revolución de Febrero.
Como puede verse, el 8M tuvo diversas influencias: la lucha por el sufragio femenino, pero también un activismo ligado a la lucha socialista y obrera. Aunque la idea original surgió en Nueva York, pronto fue adoptada por las socialistas europeas y luego por las mujeres rusas. Durante el siglo XX, otras corrientes feministas que no se identificaban con el socialismo,  con las comunistas o las luchas obreras, intentaron organizar eventos en otras fechas En México, por ejemplo, se tienen noticias de que en 1961,  Amalia de Castillo Ledón (miembro del PRI y conocida por haber abanderado  el reconocimiento del derecho al voto femenino) y la dramaturga Maruxa Villalta, convocaron a varias mujeres destacadas con el objetivo de establecer el 15 de febrero como el Día de la Mujer Mexicana. No tuvo mayor resonancia. En cambio, las Naciones Unidas adoptarían en 1975, el 8 de marzo, como la fecha oficial del Día Internacional de la Mujer. Y es que, a pesar de los intentos de convertir el 8M en un día de felicitaciones y ramos de rosas,  se ha impuesto su espíritu original, un día de lucha por la igualdad. Lo acabamos de ver en México y muchas otras partes del mundo. 

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