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domingo, 25 de mayo de 2025

China y América Latina: ¿mayor cooperación y menor dependencia de Estados Unidos?

 

Noticias de China

(recordando las lecciones del embajador Eugenio Anguiano)

Saúl Escobar Toledo

El Sur 21052025

A partir de ayer, 13 de mayo, en Beijing, se lleva a cabo la IV Reunión Ministerial del Foro China-CELAC, una cumbre en la que participan los principales socios comerciales latinoamericanos del gigante asiático. A dicho evento asistieron los presidentes de Brasil, Colombia y Chile, además de 17 cancilleres de los gobiernos de la región. México estuvo representado por el secretario de Relaciones Exteriores.  China le ha dado una singular importancia a esta reunión para fortalecer su influencia en la región. El presidente XI Jinping estuvo presente y pronunció un discurso notable.

Casi al mismo tiempo se anunció un acuerdo provisional entre esa potencia y Estados Unidos en materia comercial, lo que ha disminuido las turbulencias financieras y comerciales en el mundo. Esta noticia opacó la reunión con los latinoamericanos y se la ha dado menor difusión.

Sin embargo, hay que destacar que China ha estado intentando reunir una coalición mundial contra lo que ha calificado “abusos arancelarios” por parte de Estados Unidos. Sus esfuerzos no sólo incluyen América Latina y el Caribe (ALC): también se ha dirigido a las naciones del Sudeste Asiático y Asia Central. Igualmente, mantiene pláticas con la Unión Europea acerca de los vehículos eléctricos que exporta a esa región.

En el discurso inaugural de la reunión China-CELAC, el presidente Xi dijo que apoya “firmemente a los países de la región para seguir el camino de desarrollo acorde con sus realidades nacionales, defender su soberanía e independencia, y rechazar las injerencias externas”.

Asimismo,  propuso una cooperación económica con “ganancias compartidas” y señaló que en los últimos años “hemos llevado a cabo más de 200 proyectos en infraestructura y se crearon millones de puestos de trabajo”. Agregó que China ya tiene firmados Tratados de Libre Comercio con Chile,  Perú, Costa Rica, Ecuador y Nicaragua. Subrayó que el año pasado el volumen comercial entre su país y la región superó por primera vez los 500 mil millones de dólares,  40 veces más voluminosa que a comienzo del siglo presente. Una cifra importante, aunque por ejemplo el comercio entre Estados Unidos y México (importaciones y exportaciones) fue en 2024 un poco superior.

No obstante, la relevancia de China es innegable: es el principal comprador de materias primas de América Latina, como cobre, mineral de hierro y minerales. Sobresale el caso de Brasil, ya que las compras de soya han sido cuantiosas: el año pasado se elevaron a 37.000 millones de dólares. Y hay que recordar que en Perú se construyó el puerto de Chancay para mejorar la conectividad marítima entre China y Sudamérica,  el cual se inauguró hace medio año como parte de una estrategia mundial diseñada por el gobierno de Beijing llamada Franja y Ruta (Belt and Road Iniative).

Ante las representaciones de ALC, el presidente Xi no perdió la oportunidad de criticar las políticas del gobierno de Trump advirtiendo que : “No hay ganadores en las guerras arancelarias y comerciales, y practicar conductas intimidatorias y prepotentes no sirve sino para aislarse a sí mismo”.

Finalmente, propuso cinco programas para “planificar juntos el desarrollo”. Entre lo más destacado,  se comprometió a profundizar la cooperación en áreas tradicionales como infraestructura; agricultura y alimentos; y energía y minería; pero también a “ensanchar la cooperación en terrenos emergentes como energías limpias, comunicaciones 5G, economía digital e inteligencia artificial”. Y aseguró que “para apoyar el desarrollo de los países de la región, su administración proporcionará una línea de crédito valorada en 66 mil millones de yuanes RMB a ALC” (poco más de 9 mil millones de dólares estadounidenses).

Igualmente,  se comprometió a fortalecer los lazos culturales y en concreto, “reforzar los intercambios y las cooperaciones en ámbitos relacionados con el patrimonio cultural, tales como la excavación arqueológica, la protección y restauración de monumentos, y combatir el tráfico ilegal de bienes culturales”.

Xi apoyó subrayó que China está dispuesta a trabajar con ALC para fortalecer “la cooperación en las áreas de gestión de desastres, ciberseguridad, y lucha contra terrorismo, corrupción, droga y crimen organizado transnacional, con el objetivo de contribuir a la defensa de la seguridad y la estabilidad regionales”.

Otro anuncio destacado consistió en que “China ha decidido aplicar la política de exención de visas para cinco países de ALC como un primer paso para incluir posteriormente a otras naciones de la región”.

Los gobiernos latinoamericanos, sobre todo los de América del Sur y el Caribe (con algunas excepciones)   acudieron a Beijing con el propósito de reducir su dependencia de Washington y entablar un comercio más diversificado y, asimismo, con la esperanza de que se pacte una relación más equilibrada. Existe la preocupación, particularmente de Brasil,  de que los exportadores chinos excluidos del mercado estadounidense inunden su país con productos baratos, desplazando a los fabricantes locales.

Por su parte, México, la segunda mayor economía latinoamericana después de Brasil, ha adoptado hasta ahora un enfoque más cauteloso. Sin embargo,  “México representa actualmente alrededor del 2,4% de las exportaciones totales de China, incluso por delante de Brasil, que tiene una población mayor y absorbe sólo el 1,7%, por lo que se ha convertido en el mercado de exportación más importante de en América Latina” (según el NYT, con datos del profesor mexicano Enrique Dussel).

Dada la influencia económica cada vez mayor del gigante asiático,  vale la pena citar los resultados de una encuesta elaborada por la Universidad limeña de San Martín de Porres, el Centro Latinoamericano de Estudios Políticos y Económicos de China y la Universidad de Santiago de Chile.

La encuesta abarcó diez países: Brasil, México, Argentina, Chile, Perú, Honduras, Panamá, Nicaragua, El Salvador y la República Dominicana. Los resultados mostraron que el 94,8% de las personas encuestadas consideran que China es una nación próspera y reconocen que tiene un gran poder económico. De la misma manera,  el 82,9% cree que su modelo de desarrollo es relevante para América Latina y un porcentaje similar reconoce su influencia cultural. Los jóvenes fueron los más entusiastas: el 92,2% de las personas entre 25 y 34 años tienen una opinión favorable de esa potencia asiática.  Finalmente, las personas opinaron que la influencia de China en ALC se ha concentrado en tres áreas:  la innovación tecnológica, el desarrollo de infraestructuras y la economía digital.

En resumen, la reunión ministerial en Beijing adquiere en estos momentos una gran importancia frente a los chantajes estadounidenses y la reconfiguración de la economía y el poder mundial. Mientras Sudamérica y el Caribe están dispuestas a acercarse a China, en términos comerciales y políticos, aunque con ciertas prevenciones, México ha mostrado una conducta un tanto ambigua. El asunto no es sencillo: por un lado, representa un mercado atractivo para la venta de productos chinos. Sin embargo, el gobierno mexicano ha tratado de frenar ese comercio para complacer a Trump y para intentar sustituir algunas importaciones según el Plan México. Además, sus exportaciones a ese país están condicionadas por su integración con Estados Unidos. En estas condiciones, mayores inversiones chinas en infraestructura o proyectos de gran envergadura como el puerto peruano parecen imposibles de aceptar ya que llevaría a un grave enfrentamiento con su vecino del norte. No se olvide además que las grandes compañías exportadoras de manufacturas que se producen en México son estadounidenses.

Así las cosas, de acuerdo con los planes de nuestro gobierno, México tendrá que navegar en la naciente configuración del comercio mundial más cerca de Estados Unidos. Al mismo tiempo, no podrá descartar las oportunidades que ofrece la potencia asiática sobre todo porque la renegociación del TMEC anunciada ya para iniciarse este año puede traer mayores obstáculos a nuestro desarrollo. Por lo pronto, China está jugando un papel cada vez más decisivo en América Latina como lo demuestra la reunión en Beijing.

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Primero de mayo 2025: un año de desafíos para el movimiento sindical en México

 

Primero de mayo 2025: un año de desafíos para el movimiento sindical

Saúl Escobar Toledo

El Sur 07052025

En los próximos meses los trabajadores de México y de casi todo el mundo enfrentarán una situación especialmente difícil. Por un lado, el panorama internacional está colmado de incertidumbres por las guerras regionales en Europa y en Medio Oriente y la pugna entre Beijing y Washington. A estos conflictos que veníamos arrastrando desde hace años, habrá que agregar las políticas erráticas, irracionales y autoritarias del presidente Trump especialmente por los aranceles impuestos unilateralmente. Muchos analistas hablan ya de una “guerra fría comercial” que tendrá repercusiones en las economías del mundo. Por lo pronto, la situación se ha vuelto turbulenta y se han frenado el comercio internacional y   las inversiones en las empresas que producen bienes y servicios. Según la Organización Mundial del Comercio, la región más afectada será América del Norte (Estados Unidos, Canadá y México) con una caída de las exportaciones de 12.6% y de las importaciones de 9.6%.

Por su parte, el FMI “rebajó” sus pronósticos de crecimiento para este año a nivel mundial, incluyendo a Estados Unidos. Aunque descartó, por lo pronto, una recesión advirtió que la “escalada de las tensiones comerciales y ajustes en los mercados financieros”, podrían conducir a “un recrudecimiento irreversible de la guerra comercial (y) deteriorar aún más las perspectivas de crecimiento a corto y largo plazo”.

En el caso de México, el “nearshoring”, es decir, la relocalización de inversiones desde China para llevarlas a naciones como la nuestra está en duda y por consiguiente en pausa. El FMI proyectó una tasa negativa de crecimiento (-0.3%) para este año y el Banco Mundial advirtió que podría ser del 0%. Hay cálculos más positivos e incluso en febrero y marzo se reportaron mejores datos en comparación con los meses previos, aunque para el resto del año las perspectivas siguen siendo pesimistas.

Además, Trump ha ejercido una fuerza excesiva y contraproducente en otro tema clave de relación bilateral: la migración. Aunque los cruces de personas entre los dos países se han reducido notablemente, hay claros indicios de escasez de fuerza de trabajo en sectores de le economía estadounidense como la agricultura, los servicios de hostelería y la construcción. De este lado de la frontera, “el envío de remesas a México podría disminuir entre 1.3% y 3% en 2025, poniendo fin a diez años consecutivos de crecimiento, de acuerdo con estimaciones del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA)”.

Desde el año pasado, en México, se ha observado un menor ritmo de creación de empleos. Según datos del IMSS, los trabajadores asegurados en noviembre de 2024 sumaban 22 millones 644 mil personas; sin embargo, en marzo de 2025, la cifra era de 22 millones 465 mil, es decir, 179 mil menos. Su crecimiento anual también refleja esa caída:  entre marzo de 2023 y el mismo mes de 2024, el crecimiento del empleo fue de 2.3% y entre marzo del año pasado y el de 2025, el ritmo decreció a 0.7%.

En el sexenio pasado y en el actual ocurrieron avances muy importantes en materia de salarios y reformas laborales; no obstante, la informalidad sigue dominando el panorama laboral.  Los datos muestran que México el porcentaje (en relación con el empleo total) anda en niveles del 55% y es incluso superior al promedio de América Latina (47.6% en 2024), afectando principalmente a las mujeres.

Lo anterior no debe ocultarnos los avances en materia salarial, los cuales explican fundamentalmente la caída de la tasa de pobreza. Aunque en menor medida, se logró igualmente un mejor equilibrio entre los salarios y las ganancias. El dato más reciente muestra que en entre marzo de 2024 y ese mismo mes de 2025, el salario base de cotización del IMSS creció en términos reales en casi 3.5%. y la masa salarial en 4.3%.

El aumento de los ingresos laborales ha impedido, seguramente, una mayor caída de la actividad económica y de la población ocupada.  

Ahora bien, el menor ritmo de creación de empleos, más evidente desde fines del año pasado,  se debe, además de la incertidumbre mundial y de las agresiones de EU contra México, a problemas internos: el ajuste presupuestal (un menor gasto público); la prevalencia de tasas de interés elevadas; los enredos de la reforma judicial; y la violencia del crimen organizado en diversas regiones del territorio nacional.

Como puede verse, las perspectivas para 2025 son especialmente complejas ya que dependen de varios factores internacionales y domésticos. Por lo pronto, algunas empresas de exportación han anunciado que suspenderán nuevas contrataciones de trabajadores lo que hace temer que ocurran despidos masivos en el futuro inmediato.

Por otro lado, se ha observado un freno o “estancamiento por intereses políticos” (como denunció un conocido dirigente sindical)  a nuevas reformas laborales, Por ejemplo, aunque se legisló desde octubre de 2024 un salario mínimo para las maestras y los maestros de tiempo completo de educación pública del nivel básico, policías, guardias nacionales, integrantes de la Fuerza Armada permanente, y médicos y enfermeros, esta reforma no ha sido enviada al Ejecutivo y está “congelada”. Ha quedado pendiente, también, una reforma de gran importancia: la semana de 40 horas. Asimismo, falta implementar la ley que ampara a los trabajadores de plataformas digitales.

Si a corto plazo la situación luce desfavorable, el futuro puede ser más promisorio. A pesar de la incertidumbre mundial y los pronósticos negativos, el panorama podría cambiar; no obstante, ello depende en primer lugar de las medidas que tome la Casa Blanca. En estas condiciones, las dificultades que estamos enfrentando debe llevarnos a un debate nacional acerca del rumbo económico y social: nuestra inserción en la economía mundial, particularmente con Estados Unidos; cómo acelerar la inversión en infraestructura, en salud y educación; fomentar la agricultura para consumo interno; y echar a andar una política industrial que aspire a superar el modelo “maquilador” o “de ensamble”. Metas que el gobierno ha reconocido de alguna manera en el Plan México. Sin embargo, su instrumentación tomará tiempo y sus resultados sólo podrán evaluarse en el largo plazo.

Superar este momento difícil dependerá igualmente de la respuesta de los trabajadores y sus organizaciones sindicales. El movimiento que ha despertado mayor atención es el de los trabajadores de la educación organizados en la CNTE los cuales han planteado una huelga general a partir del 15 de mayo. Su demanda principal es la abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007 particularmente en lo que se refiere al sistema de jubilaciones bajo el esquema de las Afores. El gobierno ha manifestado que no está en condiciones de aceptar esta propuesta y tratará de que el diálogo con los maestros se concentre en el aumento de los salarios.

Como sea, la movilización del magisterio será reveladora tanto de la capacidad de lucha y resistencia de los trabajadores como de la respuesta del gobierno. Se podría abrir el camino que conduzca a un cambio de la política económica y a nuevas conquistas laborales. Otro escenario consistiría en un enfrentamiento de larga duración.

A pesar de las dificultades, es indispensable que el sindicalismo logre unificarse en una agenda común para presionar en favor de políticas y reformas laborales que eviten, como en el pasado, que la crisis recaiga en las familias trabajadoras. Defender el empleo en primer lugar, pero también los salarios, no se logrará con la pasividad y el silencio de las organizaciones, aunque éstas requerirán adoptar una mayor flexibilidad en las negociaciones con sus empleadores.

En síntesis, este próximo jueves la marcha del primero de mayo tendrá un contexto y un significado diferente a los anteriores. Puede ser el inicio de una oleada de protestas sindicales que logre ser escuchada; o el principio de una ruptura con el gobierno en un momento tan delicado para México y el mundo.

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FIN

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La amenaza militar del gobierno Trump contra México

 

Un ejército de combate en la frontera

Saúl Escobar Toledo

El Sur 16042025

Diez mil soldados del ejército de Estados Unidos, pertenecientes a la Brigada Stryker de la 4ª División de Infantería del Fort Carson en Colorado, han sido desplegados para vigilar la frontera desde Texas hasta California. Fueron comisionados para construir una “base militar satélite” con el propósito de frenar la migración indocumentada y el contrabando de drogas.

Además, se han dispuesto “vuelos de aviones no tripulados y una presencia marítima inusualmente robusta frente a México”, según un reportaje del Washington Post (WP) de Dan Lamothe publicado el pasado 11 de abril. Las tropas cuentan con equipo militar y logístico “reservado para misiones en el extranjero”.

Algunos legisladores de la oposición han manifestado que se trata de un despliegue excesivo de fuerza. También ha despertado sospechas en Washington y en la Ciudad de México, de que podría mostrar la intención de intervenir en territorio mexicano con “fuerza letal” contra los cárteles mexicanos declarados como “organizaciones terroristas extranjeras”.

El número exagerado de tropas en la frontera responde a la idea, manifestada por Trump desde su campaña,  de que se trata de combatir una “invasión”, como si se tratar de hacer frente a un ejército enemigo. Según el reportaje del WP, la unidad Striker ha sido utilizada en Afganistán e Irak y recientemente en la guerra de Ucrania. Sus vehículos blindados de ocho ruedas están diseñados para llevar rápidamente a las tropas de infantería a la batalla y pueden atravesar terrenos difíciles. Aunque los vehículos no cargan ametralladoras pueden detectar personas a una distancia de dos millas y los soldados portan rifles y tienen “derecho a defenderse”. Un oficial, entrevistado por el reportero del WP afirmó que “no estamos entrenados” para este tipo de tareas, pero se trata de “una unidad muy bien calificada que puede hacer cualquier cosa".

Este despliegue excesivo e inusitado de fuerzas militares en la frontera con México puede interpretarse de diversas maneras. Sin embargo, parece que el objetivo principal es atemorizar tanto a los migrantes que pretenden cruzar la frontera como,  igualmente, al gobierno mexicano. Como en el caso de los aranceles, la política de la Casa Blanca consiste en amenazas, abusos y exhibir una crueldad despiadada e irracional con el objetivo de someter a las naciones a sus designios, en esta ocasión,  a su vecino del sur.

Para frenar la migración, hay que recordar que Trump eliminó la aplicación de teléfono móvil CBP One introducida por la administración del expresidente demócrata Joe Biden, la cual fue diseñada para que los migrantes pudieran pedir cita en una estación de entrada e ingresar legalmente en el país. La usaron más de 900.000 personas, según datos oficiales.

Ahora, en cambio, se trata de usar la fuerza bruta. Una muestra más de esta política es la deportación de migrantes a la base militar de Guantánamo en Cuba. Según algunos senadores que visitaron el lugar, esa prisión que durante años albergó a detenidos vinculados a Al Qaeda,  alberga a unas 85 personas, la mayoría venezolanos. Los legisladores, después de su visita, emitieron un comunicado instando a la administración de Trump a “terminar inmediatamente esta misión equivocada”; sin embargo,  un avión de la Fuerza Aérea procedente de San Antonio llevó a 12 migrantes más a la base ubicada en Cuba después de que se conoció la queja.

Igualmente, la decisión de llevar a los detenidos en las redadas a las cárceles de El Salvador, con la alegre complacencia del presidente Bukele, demuestra el abuso de la fuerza y la violación de la legalidad. Ahí está el caso de Armando Abrego deportado injustamente a la nación centroamericana por un “error administrativo” según las autoridades de EU. La Corte ha ordenado su regreso a EU, pero el gobierno no ha obedecido. También está el ejemplo de Arturo Suárez, ciudadano venezolano detenido el 14 de marzo y deportado a El Salvador, acusado con otras 237 personas de esa nación sudamericana de pertenecer a una banda criminal y declarados “enemigos extranjeros”  sin la oportunidad de defenderse. Según el NYT, la mayoría de ellos no tienen antecedentes penales. Estas arbitrariedades se basan, alega el gobierno de Trump, en una ley que le permite detener personas en tiempos de guerra, lo que ha sido cuestionado por la Suprema Corte. Una ley excepcionalmente invocada en la historia de EU, la más reciente, durante la Segunda Guerra Mundial cuando sirvió para detener a ciudadanos de Japón, Italia y Alemania. La juez Millet criticó la falta debido proceso de estas personas y afirmó que “los nazis recibieron un mejor trato bajo esa ley”.

Para Trump, los resultados han sido exitosos:  en marzo, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza registró 7.180 cruces de personas frente a las 28.654 de febrero y un máximo de 370.883 en diciembre de 2023 durante la administración Biden.  El terror contra los migrantes, en efecto, ha disminuido los intentos para cruzar la frontera. No obstante,  al mismo tiempo, ha provocado una crisis de escasez de mano de obra.

Un bufete de abogados de EU ha publicado un estudio (disponible en www.inmigracionokabogados.com)  que señala :

“Las medidas migratorias de la Administración Trump han generado serias preocupaciones en el mercado laboral de Estados Unidos. Empresarios y congresistas republicanos y demócratas han alertado acerca de la escasez de trabajadores, especialmente en sectores clave como la agricultura,  la construcción, la hostelería y las labores de limpieza”. A finales de marzo, enviaron una carta a la Casa Blanca para que se otorguen permisos de trabajo para los migrantes sin antecedentes penales. Argumentaron que, sin esa mano de obra,   Estados Unidos dejará de ser la primera economía mundial.

Según datos oficiales del Departamento de Trabajo de EU, de los 2,4 millones de jornaleros agrícolas que laboran en su territorio, el 44 % son migrantes que han entrado sin visa ni autorización legal. En el caso de la hostelería y el servicio de restaurantes, la cifra se eleva al 64%.

Otro reportaje, del periodista Thomas Kennedy, afirma que “los inmigrantes en (el estado de ) Florida representan el 47 % de la fuerza laboral en la agricultura, la silvicultura, la pesca, la caza y la minería; el 38 % en la construcción; y el 25 % en el sector servicios”

Sin embargo, la respuesta a esta crisis laboral en Florida ha consistido en  “desmantelar las leyes del trabajo infantil con la intención de permitir que los menores trabajen a tiempo completo, durante la noche, en días escolares y sin descansos,  para suplantar a los mismos trabajadores migrantes que expulsaron del estado”.

El informe de los abogados señala asimismo que el ambiente persecutorio desatado por las autoridades está alejando también  “a profesionales altamente calificados”. Y “dificulta la contratación de especialistas extranjeros en tecnología, ingeniería, medicina y derecho”.

Ante esta evidente crisis, Trump y su equipo han respondido que los trabajadores migrantes “si salen de buena manera (por su propia voluntad)  y regresan a su país, trabajemos con ellos para intentar que regresen legalmente”.

Por su parte, la secretaria de Seguridad Interior (DHS), Kristi Noem, mencionó que  “20 o 21 millones de personas tienen que volver a casa”, cifra evidentemente falsa y exagerada. Y añadió que tendrán la oportunidad de volver a Estados Unidos “algún día”.

Este regreso, mientras persistan las políticas de amedrentamiento, difícilmente sucederá. Además, no hay en el horizonte político y legislativo de EU ninguna intención de modificar las leyes de inmigración.

Así pues, como en otros casos, Trump utiliza la fuerza desmedida y la violación a las leyes para detener la migración. Frente al caos y disrupción económica y laboral que está causando confía en que las cosas se arreglarán “algún día”.

Los efectos de esas políticas de crueldad desmedida difícilmente serán reparados. Millones de personas, en este caso migrantes que ya viven en EU o pretendían llegar allá,  tendrán que pagar un enorme costo humano por las decisiones de un gobierno encabezado por un tirano que, como define la RAE,  se distingue por “el abuso de su poder, superioridad o fuerza en cualquier concepto o materia, o que simplemente impone ese poder y superioridad en grado extraordinario”.

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De la fe ciega en los mercados a la tiranía política de los aranceles: las opciones de las naciones menos desarrolladas

 

De la fe ciega en los mercados a la tiranía política de los aranceles

Saúl Escobar Toledo

El Sur 002042025

Durante muchos años, particularmente desde la segunda mitad del siglo XX, muchos economistas, algunos muy distinguidos, y sobre todo los medios de comunicación, proclamaron constantemente que el capitalismo se basaba en la “libertad de los mercados”. Esta idea se apoyaba en Adam Smith, considerado uno de los fundadores de la ciencia económica, el cual acuñó la expresión “la mano invisible del mercado”.

Sin embargo, recientemente diversos economistas (cito a Oren Cass,  fundador y economista jefe del centro de estudios American Compass) han aclarado, en un ensayo publicado en una revista del FMI (disponible en www.imf.org) que, “con esa expresión (Smith) quiso decir poca cosa, o tal vez nada: el término aparece una sola vez en los dos volúmenes de su obra más relevante La riqueza de las naciones, y la utilizó también por  única ocasión, en un contexto totalmente diferente en otro ensayo, La teoría de los sentimientos morales”.

A pesar de ello, agrega, “en la segunda mitad del siglo XX, los economistas construyeron toda una visión del mundo en torno a ella y generaron la idea infundada de que, el capitalismo funciona de manera automática gracias a esa mano invisible… Lo malo es que no fueron los economistas quienes cayeron al fondo del barranco cuando se descubrió su desatino, sino el ciudadano de a pie”.

En ensayo agrega que “después de la Segunda Guerra Mundial, la expresión inicia un auge imparable. Resueltos a defender el capitalismo democrático frente al entusiasmo por la planificación centralizada del comunismo, algunos economistas, como Paul Samuelson y Friedrich Hayek, adoptaron la metáfora de Smith y la colocaron en el centro de su lógica conceptual acerca del libre mercado”.

Samuelson, en su obra Economía, publicada en 1948 y principal libro de texto de la disciplina durante decenios, distorsionó la expresión de Smith y la convirtió en una declaración de “fe ciega”. Hayek, por su parte,  la elevó hasta convertirlo en una religión. Suponía que, especialmente en el ámbito económico, las fuerzas autorreguladoras del mercado introducirían los ajustes necesarios para resolver las contradicciones y problemas del capitalismo.

La verdad, agrega Cass,  es que, si el crecimiento económico depende de que se invierta en aumentar la productividad de los trabajadores, habrá innovación, subirán los salarios y crecerá la prosperidad. Pero si se presiona a los economistas para que expliquen cómo pueden estar tan seguros de que el capitalismo llevará a la prosperidad en un contexto de globalización, los argumentos se desvanecen. En realidad,  el capitalismo puede funcionar, sólo si hay limitaciones que garanticen que los mercados, efectivamente, serán beneficioso para todos.

“La mano invisible” imaginaria en realidad ha servido para justificar que la financiarización de la economía es buena para la nación y para el mundo porque rinde buenas ganancias. Wall Street y sus voceros confunden el “valor social” con el hecho de que las inversiones en la Bolsa de Valores y otros instrumentos generan rendimientos brutos superiores al promedio del mercado. Sin embargo, ninguna teoría económica ni la realidad han demostrado que haya correlación alguna entre las estrategias que generan los mayores rendimientos y las inversiones que “promueven el interés público”, como dijo Smith.

El ensayo explica que “la oleada de popularidad de la mano invisible” se detuvo bruscamente hace unos diez años. La razón fue política: por esas fechas,  diversos acontecimientos, como la salida del Reino Unido de la Unión Europea y la primera elección de Trump, así como el auge de la ultraderecha, obligaron a reconsiderar las teorías económicas y las supuestas bondades de la “mano invisible” y la “libertad de los mercados”.  

La disrupción que ha provocado el segundo mandato de Trump en su país y en el mundo son un reflejo de esa crisis política y de la quiebra intelectual de los economistas que proclamaron durante muchos años esas teorías neoliberales.

No obstante, esta pérdida de fe no necesariamente significa buenas noticias: otro estudio,  en esta ocasión de la profesora  Sunanda Sen  de la Universidad Jawaharlal Nehru de la India (disponible en www.networkideas.org), afirma que  después de la segunda guerra mundial las naciones menos desarrollados  y sus gobiernos conocieron una fase que puede calificarse como “dependiente” de la  ayuda de los países ricos cuyos préstamos estuvieron ligados al cumplimiento de los requisitos señalados por los gobiernos de esas naciones.

Este modelo cambió notablemente a fines de los años 70s cuando los recursos de los organismos internacionales se agotaron al terminar la “etapa dorada del capitalismo”. El control de los países ricos, sin embargo, fue más estricto y obligaron a los menos desarrollados a “liberar” sus mercados con el propósito de extraer una mayor cantidad de excedente económico. Para muchas naciones la globalización de los años 90s significó un cambio: de la dependencia a la subordinación.

El control de las políticas públicas de los países en desarrollo se realizó en provecho de los grandes capitales muchas veces con la complicidad de los gobiernos y las instituciones financieras internacionales y marcó la evolución del capitalismo contemporáneo. Esta subordinación restó autonomía a esas naciones, los cuales tuvieron que adoptar políticas neoliberales para atraer las inversiones extranjeras.

Ahora estamos observando otro momento, el cual puede entenderse como la “fase agresiva de la subordinación”, dirigida por el actual presidente Trump con el aumento de los aranceles a las importaciones.

Estas medidas pueden llevar a un escenario de guerra comercial que probablemente no cumplirá el sueño mercantilista para hacer grande a EU (MAGA, make America great again), ya que la respuesta de los países afectados puede llevar a una recesión global.

Además, los socios comerciales de EU, como México y Canadá,  tendrán que enfrentar una mayor subordinación esta vez en materia de política industrial con muy poco margen de acción para responder a las políticas agresivas de EU.

En resumen, el postulado del libre comercio se basó en una falacia teórica que utilizó erróneamente la famosa expresión “la mano invisible del mercado”. Aunque fue aceptada por las escuelas de economía más influyentes y los medios de comunicación, en realidad se trató de una justificación para doblegar la soberanía de los países, extraer beneficios para las grandes compañías multinacionales y aumentar las ganancias de los conglomerados financieros.

Esta fase ha llegado políticamente a su fin. Trump quiere sustituirla por acciones más drásticas que afectan peligrosamente la soberanía de las naciones.  

Si la globalización neoliberal, basada la liberación de los mercados resultó devastadora para las naciones menos desarrollados y provocó serias disrupciones políticas, la nueva fase que pretende imponer Trump puede provocar una calamidad económica mundial sin precedentes.

Por ello, México y los países en desarrollo atraviesan por un momento de incertidumbre aguda pero también de desafíos inmensos: ser presa de una subordinación más agresiva o buscar, con poco margen de acción,  un rumbo soberano que, en el corto plazo puede ser muy costoso. A largo plazo, sin embargo, ninguna opción debería estar descartada. Y habría que construirla (y pensarla)  desde hoy.

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Panorama laboral América Latina (OIT)

 

Panorama Laboral: México y América Latina

Saúl Escobar Toledo

El Sur 19032025

América Latina es una región diversa y heterogénea. Más que los lazos comerciales y financieros, nos une la cultura, la geografía y la historia. Las relaciones económicas de los países de esta parte del mundo se han establecido desde el siglo pasado principalmente con Estados Unidos y, desde hace unas décadas, con China sobre todo en América del Sur.

No obstante, vale la pena analizar la dinámica económica y laboral del subcontinente en su conjunto no tanto para encontrar una explicación general de sus problemas sino más bien para seguir sus tendencias y ubicar comparativamente los distintos ritmos de desarrollo y los obstáculos que enfrentan las naciones latinoamericanas.

Esto es lo que podemos encontrar en el “Panorama Laboral 2024 de América Latina y el Caribe” publicado por la OIT este año (www.ilo.org). El documento empieza señalando que “entre 2015 y 2024, la región habría crecido a una tasa promedio anual del 1 por ciento, lo que implica un estancamiento del PIB por habitante en ese periodo y niveles de crecimiento por debajo de la tasa promedio del orden del 3 por ciento anual observada entre 1990 y 2010”.

No todos los países han crecido al mismo ritmo. En 2024, por ejemplo, México creció en aproximadamente 1.4%, un ritmo inferior al de República Dominicana, Costa Rica, Nicaragua, Brasil, Uruguay, Perú, Chile, e incluso menor que el promedio de América Latina. Sólo fue superior al de Argentina que tuvo una caída muy fuerte (-3.2%).

A pesar de estas diferencias, la debilidad del crecimiento explica, en buena medida que nuestro subcontinente lleve “más de una década sin avances significativos en términos laborales, ya que ni la tasa de participación (el porcentaje de personas en edad de trabajar que están trabajando o buscando un empleo)  ni la de ocupación han superado sustancialmente los niveles de 2012”. Aunque el panorama mejoró en los dos últimos años, la situación sigue siendo preocupante.

El informe señala que, aunque la informalidad disminuyó y los salarios reales muestran avances, éstos han sido insuficientes para cerrar las brechas históricas en la región, particularmente entre hombres y mujeres, así como entre jóvenes y adultos.

Sin embargo, también aquí hay diferencias : entre 2019 y 2024 la tasa de ocupación creció en México 0.8%, muy inferior a la de Brasil y Chile, e incluso a la de promedio de América Latina (1.4%). Lo mismo más o menos sucedió con la tasa de participación. No obstante, la tasa de desocupación en nuestro país fue mucho menor.

Lo anterior puede deberse a un conjunto de factores: la población que necesita trabajar, pero no la busca (según la estadística del INEGI, población económicamente no activa disponible) probablemente sea muy alta en México debido a que muchas personas, sobre todo jóvenes y mujeres, no pueden salir a buscar un empleo remunerado debido a las tareas que realizan en el hogar. Igualmente, la población trabajadora informal en México es también muy elevada. Y, tercero, el flujo migratorio a Estados Unidos ha sido, desde hace décadas, una vía de escape a la falta de empleos y ocupación en nuestro país. 

La OIT afirma que, en AL, la tasa de informalidad ha aumentado o se ha mantenido sin cambios en el último año. Y agrega que “la recuperación de los puestos de trabajo ha seguido estando impulsada por el crecimiento del empleo informal” El estudio calcula que la contribución del empleo informal a la variación del empleo total entre 2020 y 2024 fue del 61% en el caso de nuestro país mientras que en Brasil fue de 43%, en Colombia del 20% y en Chile del 45%.

Los datos muestran que México el porcentaje (en relación con el empleo total) anda en niveles del 55%, en Brasil es menor al 40% y en Chile menor al 30%. Esta tasa es incluso superior al promedio de AL (47.6% en 2024). Además, la persistencia del empleo informal afecta en México principalmente a las mujeres.

Como parte de este panorama, otro problema común, aunque con notables diferencias, es que las brechas laborales entre hombres y mujeres siguen siendo persistentes. En el segundo trimestre de 2024, la tasa de participación femenina fue del 52,1 por ciento, significativamente inferior a la de los hombres (74,3 por ciento). La tasa de ocupación femenina (48,4 por ciento) fue también inferior en 22 puntos porcentuales a la masculina (70,4 por ciento), y la tasa de desocupación femenina fue más alta (7,2 por ciento) en comparación con la masculina (5,2 por ciento). Aunque estas brechas se han reducido, los avances siguen siendo lentos y las diferencias de género continúan afectando el mercado laboral.

La OIT advierte que : “El nivel educativo ha sido otra dimensión de gran relevancia en la dinámica laboral durante los últimos años. Cuando se considera el último quinquenio, resulta evidente la correlación negativa entre el nivel educativo y la brecha de ocupación respecto a la situación en 2019, tanto entre hombres como entre mujeres”.

No todo ha sido negativo. Si México no se ha distinguido favorablemente en el asunto del empleo, en lo que se refiere a los salarios la situación ha sido distinta: según la OIT, en 4 de los 17 países considerados el valor real del salario mínimo en el tercer trimestre de 2024 era inferior al del primer semestre de 2019. En otras ocho naciones, este ingreso era similar o ligeramente superior al observado cinco años atrás. Destaca el caso de México, el cual ha tenido una política de incremento del poder adquisitivo del salario mínimo y de los salarios medios reales más destacada. Esos últimos aumentaron en nuestro país, entre 2019 y 2024, en 153% en términos nominales y 116% reales (descontando la inflación). Por lo anterior, la variación del total de ingresos laborales reales totales de las familias entre 2019-2024 fue de 23,2% en México, superior a Brasil (11.6%) y Colombia (17.1%). Incluso, algunos países de AL tuvieron cifras negativas.

Estos datos son importantes ya que, según la CEPAL “las variaciones de los ingresos por salarios han sido el principal motor de los cambios en las tasas de pobreza (ya sean al alza o a la baja)”.

En síntesis, en este panorama se observan más sombras que luces.  América Latina no ha encontrado la senda del crecimiento ni una mejora sustancial de sus condiciones laborales a pesar de algunos progresos. El ejemplo de México merece destacarse ya que nuestro país es la principal potencia exportadora de manufacturas de la región. Por su parte, Brasil, la economía más grande de AL,  exporta productos intermedios y materias primas. Y,  aunque ambas naciones han adolecido en la última década de un crecimiento insuficiente, Brasil lo ha hecho a un ritmo más acelerado. También en el panorama laboral el gigante sudamericano tiene mejores índices, por ejemplo, en los niveles de informalidad y en la brecha entre hombres y mujeres. Sin embargo, al mismo tiempo, los salarios han crecido más lentamente.

La comparación puede servirnos para entender mejor las consecuencias de nuestro lento crecimiento particularmente en materia de empleo. El reto consiste en avanzar con los dos pies: mejores empleos y mayores salarios. Muchos países de AL no han logrado ni lo uno ni lo otro; algunos, una mejoría de la ocupación; y México, sobre todo, una elevación de los ingresos laborales, pero no de la calidad del empleo.

Visto el panorama de AL en su conjunto, podríamos afirmar el meollo de la cuestión no reside en una mayor integración a los mercados mundiales sino en el consumo interno, en la capacidad de integrar nuevas cadenas de valor y en mejorar sustancialmente los niveles educativos.

En el siglo XXI, América Latina no ha salido de su laberinto. ¿Lo encontrará algún país de este subcontinente? La situación no parece favorable, lamentablemente, en los próximos años no sólo por razones internas sino ahora, sobre todo,  por la incertidumbre mundial.  Precisamente por ello, urge pensar “fuera de la caja” y construir una alternativa distinta a la experimentada en las últimas décadas. Quizás entonces el reto consista, principalmente, en nuestra capacidad de innovación.

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¿Vecinos y enemigos? Las relaciones entre México y Estados Unidos en los primeros meses de la presidencia de Trump

 

¿Vecinos y enemigos?

El Sur 05032025

Saúl Escobar Toledo

La decisión del presidente Trump de imponer aranceles a las importaciones de México y Canadá puede interpretarse como una declaración de guerra económica, política y diplomática. Asimismo, el aumento de las tarifas a China representa una nueva agresión a esa potencia.  El valor de las mercancías afectadas, provenientes de esos tres países, suma alrededor de 1.5 billones de dólares. 

Por su parte,  la suspensión de la ayuda militar de Estados Unidos a Ucrania significa una confrontación que involucra a Europa en su conjunto.

Trump ha abierto varios frentes al mismo tiempo con base en dos ideas que imperan en la mentalidad del presidente y su equipo: Estados Unidos es una potencia mundial que puede doblegar al mundo; y todo se vale para que vuelva ser “grande otra vez”. Son postulados irracionales y difíciles de entender porque suponen erróneamente que las naciones afectadas no tienen capacidad de respuesta y que esas medidas fortalecerán la economía de Estados Unidos.

Muchos analistas, organizaciones empresariales y financieras, y los gobiernos de los países afectados han señalado reiteradamente que la hostilidad de Trump tendrá efectos negativos no sólo a nivel mundial sino también en los Estados Unidos.

Sin embargo, hasta ahora, esas declaraciones y medidas hostiles no se han traducido en intervenciones militares y se han limitado al campo económico y diplomático. Además, muchos esperan que Trump cambie de opinión cuando se dé cuenta de los perjuicios que esta causando a su nación y a sus aliados históricos y por lo tanto fortalecen en realidad a Rusia y a China.

La presidenta de México parece igualmente coincidir con esta hipótesis. Ha declarado varias veces que frente al gobierno de EU hay que tener ““cabeza fría, temple, serenidad y paciencia”. Ante la aplicación de los aranceles se ha dado un tiempo, hasta el domingo, para ver si el humor de Trump cambia y al mismo tiempo preparar una respuesta en caso de que no suceda.

Algunos comentaristas del ámbito nacional han pensado que los aranceles responden a la ineficacia de México para hacer frente al crimen organizado y al contrabando de drogas hacia EU. Sin embargo, el ejemplo de Canadá demuestra que éste no es el verdadero problema. Los canadienses han argumentado, con razón, que el flujo de drogas a EU es mínimo por no decir irrelevante y que Trump ha mostrado una hostilidad injustificada. Hay que subrayar que Canadá y EU no eran únicamente socios comerciales, aliados militares y políticos: también se consideraban naciones hermanas al compartir idioma, cultura y una relación intensa en prácticamente todos los ámbitos sociales. Ello, a pesar de una población francófona. El gobierno de Canadá ha señalado que se trata de algo parecido a una traición familiar, injustificada y desleal.

El asunto de Europa es similar: la cercanía de Trump con Putin, dicen sus principales líderes, los deja expuestos al expansionismo ruso y pone en peligro a países vecinos, principalmente en la región del Báltico incluyendo a Polonia, Finlandia, Estonia, Lituania y Letonia. Además, las amenazas de imponer aranceles siguen pendientes. “Europa se ha quedado sola”, dijeron.

En este contexto, la posición de México es muy complicada y con pocas alternativas si, en efecto, no hay un cambio de las medidas unilaterales dictadas por la Casa Blanca. Quizás haya en el escenario tres caminos: el primero, escalar la confrontación, responder a la guerra con la guerra; el segundo, dejar pasar un poco más de tiempo para que las negociaciones continúen y se llegue a un acuerdo; y el tercero, una opción intermedia que incluya algunas medidas comerciales sin romper el diálogo.

La primera opción implicaría imponer aranceles similares a las importaciones de EU; dejar en pausa indefinida las pláticas con el gobierno de Washington; y un acercamiento explícito y políticamente significativo con China, y otras naciones de Asia y Europa. Anunciar, al menos declarativamente, que México está dispuesto a emprender un nuevo camino en sus relaciones comerciales y diplomáticas y alejarse de la integración económica con EU.

La segunda opción tiene como mayor problema el tiempo. Esperar que se llegue a un acuerdo podría entenderse como una muestra de debilidad que sería aprovechada por Trump para imponer medidas más duras en la negociación de un nuevo tratado económico con EU; en el tema de la migración; y en el combate al crimen organizado.

La tercera opción podría incluir un conjunto de acciones comerciales, pero no tan severas como las que tomó EU y de manera similar a las que anunciaron Canadá y China: aranceles más bajos y selectivos. En nuestro caso, además, seguir demostrando la voluntad de cooperación en los asuntos relacionados con el flujo de personas hacia el norte y tomar medidas drásticas y palpables contra las bandas del crimen organizado. Este camino dejaría abierto el diálogo; no obstante, también mostraría la inclinación de México a aceptar algunos dictados de Washington. Su ventaja residiría en la posibilidad de que los aranceles duren poco tiempo y el daño a la economía mexicana sea relativamente menor.

En el corto plazo, cualquier alternativa que se tome traerá serias afectaciones. La devaluación del peso que, hasta este momento, martes 4 de marzo, ha sido relativamente leve (20.82 pesos por dólar) podría alcanzar a más de 22 pesos. Pero eso no sería lo más preocupante, la depreciación incluso podría servir para paliar el efecto de los aranceles. En cambio, el riesgo de una salida masiva de capitales; la interrupción de la inversión extranjera directa (IED); y un clima de incertidumbre o franco temor, podría llevar a México a una recesión. Antes de los anuncios de Trump las previsiones de crecimiento se situaban para 2025 en menos de 1%. Ahora esa cifra puede resultar optimista.

Así las cosas, el daño podría traducirse en un desempleo masivo y llevar a México a una espiral viciosa: una menor actividad económica hará caer la inversión y el consumo, redundando en una afectación mayor del crecimiento. Un panorama similar al que vivimos en 1982 cuando el gobierno de México declaró la moratoria de la deuda externa. La diferencia, sin embargo, es que en esta ocasión la crisis no responde fundamentalmente a causas internas sino a las determinaciones de un gobierno extranjero. Esta diferencia es vital para entender y apreciar las posibilidades de México ya que la solución es, en teoría, muy sencilla. Bastaría con que Trump cambiara de opinión.

Como se señaló antes, esta posibilidad existe tanto porque la respuesta de la economía y las finanzas de EU están mostrando un aumento de la inflación y una fuerte caída de las bolsas de valores en Wall Street (y en varias partes del mundo, particularmente Asia y Europa); por las contradicciones internas en el equipo de Trump; y por la personalidad del presidente, el cual se ha distinguido por su veleidad.

Las medidas que tome México tienen además del gobierno de EU, otro interlocutor: los inversionistas nacionales y extranjeros. No está claro cuál será su reacción y dependerá no sólo de la ruta que decida México. También de sus expectativas acerca de la magnitud del conflicto. Es posible que algunos decidan esperar un tiempo antes de tomar decisiones drásticas como cerrar empresas y despedir a sus empleados. Habrá, asimismo,  quienes decidan sacar sus inversiones financieras fuera del país. Sin embargo, al mismo tiempo, sus reacciones adversas afectarán al mercado estadounidense.

Como se ha repetido con frecuencia, desatar una guerra es más fácil que detenerla. Son fenómenos en los que todos los involucrados pierden, aunque aparentemente pueden ganar algo. En esta ocasión, aún si la confrontación arancelaria se resolviera pronto, las cosas no volverían a ser como antes. La desconfianza, el temor a sufrir otras puñaladas, y el costo de los daños y su reparación no podrán ser borrados.

Por ello, la respuesta que ofrezca la presidenta Sheinbaum el domingo en el Zócalo no será, no puede ser, final ni definitiva. Será sólo el principio de un camino inédito que requerirá ajustes constantes, decisiones severas y otras más bien discursivas, y una actitud que muestre al mismo tiempo fortaleza y flexibilidad. Llamará, sin duda, a la unidad nacional. Esperemos que de lo anterior se desprenda un diálogo permanente con la sociedad, incluyendo a los trabajadores mexicanos quienes serán las principales víctimas de esta confrontación. Y surja una visión de largo plazo que tendrá que construir un nuevo curso de desarrollo a lo largo de varios años.

saulescobar.blogspot.com