Primero
de mayo 2025: un año de desafíos para el movimiento sindical
Saúl Escobar
Toledo
El Sur 07052025
En los próximos
meses los trabajadores de México y de casi todo el mundo enfrentarán una
situación especialmente difícil. Por un lado, el panorama internacional está colmado
de incertidumbres por las guerras regionales en Europa y en Medio Oriente y la
pugna entre Beijing y Washington. A estos conflictos que veníamos arrastrando
desde hace años, habrá que agregar las políticas erráticas, irracionales y
autoritarias del presidente Trump especialmente por los aranceles impuestos
unilateralmente. Muchos analistas hablan ya de una “guerra fría comercial” que
tendrá repercusiones en las economías del mundo. Por lo pronto, la situación se
ha vuelto turbulenta y se han frenado el comercio internacional y las
inversiones en las empresas que producen bienes y servicios. Según la
Organización Mundial del Comercio, la región más afectada será América del
Norte (Estados Unidos, Canadá y México) con una caída de las exportaciones de
12.6% y de las importaciones de 9.6%.
Por su parte, el
FMI “rebajó” sus pronósticos de crecimiento para este año a nivel mundial, incluyendo
a Estados Unidos. Aunque descartó, por lo pronto, una recesión advirtió que la
“escalada de las tensiones comerciales y ajustes en los mercados financieros”, podrían
conducir a “un recrudecimiento irreversible de la guerra comercial (y)
deteriorar aún más las perspectivas de crecimiento a corto y largo plazo”.
En el caso de
México, el “nearshoring”, es decir, la relocalización de inversiones desde
China para llevarlas a naciones como la nuestra está en duda y por consiguiente
en pausa. El FMI proyectó una tasa negativa de crecimiento (-0.3%) para este
año y el Banco Mundial advirtió que podría ser del 0%. Hay cálculos más
positivos e incluso en febrero y marzo se reportaron mejores datos en
comparación con los meses previos, aunque para el resto del año las perspectivas
siguen siendo pesimistas.
Además, Trump ha
ejercido una fuerza excesiva y contraproducente en otro tema clave de relación
bilateral: la migración. Aunque los cruces de personas entre los dos países se
han reducido notablemente, hay claros indicios de escasez de fuerza de trabajo
en sectores de le economía estadounidense como la agricultura, los servicios de
hostelería y la construcción. De este lado de la frontera, “el envío de remesas
a México podría disminuir entre 1.3% y 3% en 2025, poniendo fin a diez años
consecutivos de crecimiento, de acuerdo con estimaciones del Centro de Estudios
Monetarios Latinoamericanos (CEMLA)”.
Desde el año
pasado, en México, se ha observado un menor ritmo de creación de empleos. Según
datos del IMSS, los trabajadores asegurados en noviembre de 2024 sumaban 22
millones 644 mil personas; sin embargo, en marzo de 2025, la cifra era de 22
millones 465 mil, es decir, 179 mil menos. Su crecimiento anual también refleja
esa caída: entre marzo de 2023 y el
mismo mes de 2024, el crecimiento del empleo fue de 2.3% y entre marzo del año
pasado y el de 2025, el ritmo decreció a 0.7%.
En el sexenio
pasado y en el actual ocurrieron avances muy importantes en materia de salarios
y reformas laborales; no obstante, la informalidad sigue dominando el panorama
laboral. Los datos muestran que México
el porcentaje (en relación con el empleo total) anda en niveles del 55% y es incluso
superior al promedio de América Latina (47.6% en 2024), afectando principalmente
a las mujeres.
Lo anterior no debe
ocultarnos los avances en materia salarial, los cuales explican fundamentalmente
la caída de la tasa de pobreza. Aunque en menor medida, se logró igualmente un
mejor equilibrio entre los salarios y las ganancias. El dato más reciente
muestra que en entre marzo de 2024 y ese mismo mes de 2025, el salario base de
cotización del IMSS creció en términos reales en casi 3.5%. y la masa salarial
en 4.3%.
El aumento de
los ingresos laborales ha impedido, seguramente, una mayor caída de la
actividad económica y de la población ocupada.
Ahora bien, el
menor ritmo de creación de empleos, más evidente desde fines del año pasado, se debe, además de la incertidumbre mundial y
de las agresiones de EU contra México, a problemas internos: el ajuste
presupuestal (un menor gasto público); la prevalencia de tasas de interés
elevadas; los enredos de la reforma judicial; y la violencia del crimen
organizado en diversas regiones del territorio nacional.
Como puede
verse, las perspectivas para 2025 son especialmente complejas ya que dependen
de varios factores internacionales y domésticos. Por lo pronto, algunas
empresas de exportación han anunciado que suspenderán nuevas contrataciones de
trabajadores lo que hace temer que ocurran despidos masivos en el futuro
inmediato.
Por otro lado,
se ha observado un freno o “estancamiento por intereses políticos” (como
denunció un conocido dirigente sindical) a nuevas reformas laborales, Por ejemplo, aunque
se legisló desde octubre de 2024 un salario mínimo para las maestras y los
maestros de tiempo completo de educación pública del nivel básico, policías,
guardias nacionales, integrantes de la Fuerza Armada permanente, y médicos y
enfermeros, esta reforma no ha sido enviada al Ejecutivo y está “congelada”. Ha
quedado pendiente, también, una reforma de gran importancia: la semana de 40
horas. Asimismo, falta implementar la ley que ampara a los trabajadores de
plataformas digitales.
Si a corto plazo
la situación luce desfavorable, el futuro puede ser más promisorio. A pesar de
la incertidumbre mundial y los pronósticos negativos, el panorama podría cambiar;
no obstante, ello depende en primer lugar de las medidas que tome la Casa
Blanca. En estas condiciones, las dificultades que estamos enfrentando debe
llevarnos a un debate nacional acerca del rumbo económico y social: nuestra
inserción en la economía mundial, particularmente con Estados Unidos; cómo
acelerar la inversión en infraestructura, en salud y educación; fomentar la
agricultura para consumo interno; y echar a andar una política industrial que aspire
a superar el modelo “maquilador” o “de ensamble”. Metas que el gobierno ha
reconocido de alguna manera en el Plan México. Sin embargo, su instrumentación
tomará tiempo y sus resultados sólo podrán evaluarse en el largo plazo.
Superar este
momento difícil dependerá igualmente de la respuesta de los trabajadores y sus
organizaciones sindicales. El movimiento que ha despertado mayor atención es el
de los trabajadores de la educación organizados en la CNTE los cuales han
planteado una huelga general a partir del 15 de mayo. Su demanda principal es
la abrogación de la Ley del ISSSTE de 2007 particularmente en lo que se refiere
al sistema de jubilaciones bajo el esquema de las Afores. El gobierno ha
manifestado que no está en condiciones de aceptar esta propuesta y tratará de
que el diálogo con los maestros se concentre en el aumento de los salarios.
Como sea, la
movilización del magisterio será reveladora tanto de la capacidad de lucha y
resistencia de los trabajadores como de la respuesta del gobierno. Se podría
abrir el camino que conduzca a un cambio de la política económica y a nuevas conquistas
laborales. Otro escenario consistiría en un enfrentamiento de larga duración.
A pesar de las dificultades,
es indispensable que el sindicalismo logre unificarse en una agenda común para presionar
en favor de políticas y reformas laborales que eviten, como en el pasado, que la
crisis recaiga en las familias trabajadoras. Defender el empleo en primer lugar,
pero también los salarios, no se logrará con la pasividad y el silencio de las
organizaciones, aunque éstas requerirán adoptar una mayor flexibilidad en las negociaciones
con sus empleadores.
En síntesis,
este próximo jueves la marcha del primero de mayo tendrá un contexto y un significado
diferente a los anteriores. Puede ser el inicio de una oleada de protestas
sindicales que logre ser escuchada; o el principio de una ruptura con el
gobierno en un momento tan delicado para México y el mundo.
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FIN
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atención
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