Un apunte sobre la política económica frente a la pandemia
Saúl Escobar Toledo
La propagación del coronavirus representa
en primer lugar una amenaza sanitaria pero también un riesgo económico. La
UNCTAD, el organismo más importante de la ONU para el desarrollo ha anunciado
que los efectos del Covid 19 desatarán una recesión en algunos países y un
menor crecimiento en otros. La duración y la profundidad de la crisis
dependerán de la gravedad del contagio pero, asimismo, de la eficacia de las
políticas públicas. La caída de la producción puede tener la forma de una V, es
decir, de corta duración. O puede tener la forma de una U, lo que significaría
una recesión más prolongada.
Para diseñar una política económica adecuada,
la UNCTAD considera que es necesario tomar en cuenta los tres canales de la
disrupción: la demanda, la oferta y el sector financiero.
En el primer caso, las reclusiones y
aislamientos de las personas están provocando un menor consumo sobre todo en el
sector servicios: turismo, restaurantes, etc. En el lado de la oferta, la
suspensión de actividades y el ausentismo forzado en algunas ramas
manufactureras en las localidades más contaminadas por el virus tendrán efectos
a nivel global. La caída de exportaciones de bienes finales y de materias
primas y otros insumos, afectarán a las empresas y el empleo en varias partes
del mundo. En cuanto al sector financiero, el principal problema es el
endeudamiento público y corporativo en muchos países, y un sistema dedicado a
la especulación y la evasión fiscal.
La respuesta apropiada tiene que
atender estos canales. Los gobiernos deben aumentar su gasto, comprando bienes
esenciales para combatir la enfermedad e invirtiendo en otros rubros como la
industria de la construcción, pero también realizando transferencias directas
en efectivo a la población más necesitada.
Resulta fundamental tomar en cuenta
que, en estos momentos, a pesar de los problemas del lado de la oferta, se
requiere sostener la demanda, aunque para ello los gobiernos tengan que
recurrir a un mayor endeudamiento. En cambio, la UNCTAD no recomienda llevar a
cabo rescates o transferencias directas a las empresas.
Por otro lado, será necesario facilitar
el otorgamiento de créditos directos a la producción sobre todo mediante los
bancos de desarrollo. Instituciones multilaterales como el FMI deben ofrecer,
igualmente, mecanismos de bajo costo para financiar a los países menos
desarrollados. Una moratoria de la deuda pública externa para las naciones más
necesitadas tiene que ser considerada.
Dicho en otras palabras, las
políticas económicas aplicables deben partir del reconocimiento de que la pandemia
está agravando otra enfermedad mayor de nuestro tiempo: la creciente y excesiva
desigualdad económica y social.
Por ello, será necesario ayudar
primero a las personas más vulnerables al virus y a la recesión productiva. Desde
una óptica laboral, de cara a la emergencia, se pude partir del esquema de Milanovic y tomar en cuenta
cinco grupos de trabajadores: a) doctores y personal médico; b) empleados
formales en el sector servicios (sobre todo en el comercio de bienes de consumo); c) obreros
industriales y trabajadores rurales; d) profesionales y personas que pueden laborar
a distancia (desde su casa); y e)
trabajadores informales por su cuenta de todo tipo, principalmente aquellos que
se verán afectados por la caída del consumo.
El problema es que, para evitar
contagios, los trabajadores deberían laborar menos tiempo o de plano irse a sus
casas y recluirse. Sin embargo, en el caso de a), ello sería catastrófico; en lo
que toca a b), su ausencia puede generar un desabasto de alimentos y bienes
esenciales; si los empleados de c) faltan a sus labores ello puede repercutir
en una menor demanda y oferta de bienes; y en referencia a e), la falta de
ingresos puede conducirlos a buscar otras fuentes igualmente peligrosas desde
el punto de vista sanitario o ser víctimas de una grave crisis social. Los
únicos que no se verán afectados sensiblemente son los d).
Por ello, es indispensable buscar un
equilibrio entre mantener activos a algunos trabajadores y recluir a otros. No
se puede ni mandar a todos a su casa ni dejar que las cosas funcionen como si
nada pasara. Hay que tratar de mantener la actividad económica, aunque desde
luego a un menor ritmo, tanto como sea posible.
La cuestión radica entonces en
explorar si se puede lograr un mejor equilibrio entre reclusión y trabajo,
entre mantener una parte de la actividad económica y combatir la propagación
del virus.
Según algunos especialistas, como Wan
Manan y Nazihah Noor, expertos en salud pública, la experiencia de Corea del
Sur (y de Japón y Taiwán) mostraría que se puede controlar el Covid-19 (la tasa
de mortalidad aquí ha sido menor al 1%) y al mismo tiempo evitar la asfixia de
las actividades económicas y sociales. Las autoridades de ese país alegan haber
adoptado un modelo diferente al del occidente, basado, por un lado, en
restringir reuniones masivas y cerrar escuelas pero, además, en cuidar selectivamente a la población en
mayor riesgo y promover mecanismos de diagnóstico temprano y eficiente, lo que
requiere la participación de las personas y las familias (no sólo del gobierno).
La respuesta de estos países en materia económica sugiere también la necesidad
de un estado fuerte que actúe con decisión para reasignar recursos y mano de
obra, de tal manera que las empresas produzcan lo que más se necesita en estos
momentos. Con base en la experiencia asiática, recomiendan a los gobiernos
considerar diversas opciones y actuar con prudencia, no bajo la presión del
pánico. De esta manera, señalan, se podría evitar que las medidas sanitarias y
sus consecuencias económicas afecten a más personas que la propagación del
virus
Podemos entonces sacar algunas
conclusiones para el caso de México. Se requiere: 1) mantener un consumo
responsable; 2) cuidar que no se desplome la oferta de productos y servicios
más necesarios; 3) conducir una política de créditos agresiva para sostener la
oferta y la demanda efectiva. Para ello, el gobierno debe aumentar su gasto
corriente y sus inversiones en infraestructura en el sector salud y en aquellas
ramas productivas que considere necesarias. Adicionalmente, elevar las
transferencias directas de efectivo a la población más vulnerable: adultos
mayores y trabajadores sin protección social. En materia de política fiscal, hay
que subrayar que México tiene un nivel de deuda menor que otros países, por lo que
hay que olvidarse de los parámetros previstos antes de la epidemia. Desde luego
dejar a un lado la meta del déficit presupuestal de 2.1%, reorganizar el
presupuesto y revisar las alternativas de financiamiento. También habría que
pensar en una reducción del IVA. El crédito a las empresas por parte de la
banca de desarrollo deberá aumentarse de manera programada sobre todo en la
medida en que la enfermedad vaya cediendo.
En materia laboral, habrá que hacer
nuevas contrataciones para el sector salud (que no requieran una capacitación
prolongada) y fortalecer la seguridad de sus condiciones de trabajo; proteger
con medidas sanitarias a los trabajadores del sector servicios, sobre todo de
distribución, comercialización y venta
de productos alimenticios y de consumo final más indispensables, y tratar de
evitar despidos o vacaciones forzosas no pagadas; garantizar la estabilidad laboral de los obreros
de las manufacturas (y la agricultura), y los pagos correspondientes por enfermedades
y paros técnicos. Un caso aparte son las personas que trabajan por su cuenta en
la informalidad, a los cuales se le debe garantizar su atención médica gratuita,
ayudarlos a mitigar la caída de sus ingresos con medidas generales (reducción
de IVA) o selectivas (transferencias en efectivo focalizadas).
Llevar a cabo acciones que aminoren
la caída económica y al mismo tiempo eviten los contagios del virus, requiere
la confianza de la ciudadanía en sí misma, en las instituciones y en la
información de fuentes confiables.
La capacidad del gobierno para atender
todos estos rubros será (siempre lo es) limitada. La clave del éxito no reside
en la escasez sino en la capacidad del gobierno y del estado mexicano para
actuar con habilidad, conocimiento y decisión. Y en la solidaridad de los
ciudadanos para no sólo ver por sí mismos sino también por los más necesitados.
saulescobar.blogspot.com
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