Los orígenes del 8M: la verdadera historia
Saúl Escobar Toledo
Según las fuentes históricas
disponibles, todo empezó en 1908 cuando el Partido Socialista de los Estados
Unidos propuso a su Comité Nacional de Mujeres hacer campaña por el sufragio y organizar
diversas movilizaciones para exigir ese derecho, aún inexistente por aquel
entonces, pues la reforma constitucional se logró hasta 1920. Con ese propósito, la sociedad de mujeres de
la Ciudad de Nueva York celebró una reunión masiva el 8 de marzo de ese año.
Por su parte, el Sindicato
Internacional de Trabajadoras de la Confección (ILGWU por sus siglas en inglés)
había venido desatando una ola de huelgas desde finales del siglo XIX en esa
misma ciudad ya que era uno de los centros de confección de ropa más importante
de Estados Unidos. Nueva York era entonces un agitado punto de encuentro de
diversos movimientos.
En 1909, las socialistas
estadounidenses celebraron otro mitin muy concurrido en esa ciudad el 23 de
febrero y declararon que, a partir de entonces, el último domingo de febrero
celebrarían el Día Nacional de la Mujer.
Los partidos socialdemócratas
europeos supieron del éxito de la iniciativa de las estadounidenses y en su
Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en 1910 en
Copenhague, discutieron el asunto. La delegada por Alemania, Luise Zietz
propuso que la Conferencia proclamara un “Día Internacional de la Mujer” que se
celebraría anualmente. Clara Zetkin, una de las dirigentes más importantes de
la socialdemocracia europea apoyó la propuesta y la Conferencia la aprobó por
unanimidad.
Clara era una de las dirigentes
del movimiento de mujeres más destacada en Europa. Desde 1894 tenía a su cargo
la revista Die Gleichheit (La Igualdad) que había fundado para que la
socialdemocracia alemana tuviera un órgano de expresión sobre estos temas y discutiera con otras corrientes feministas.
Luego, ella misma se encargó de organizar las conferencias de mujeres de su partido
y posteriormente las Conferencias Internacionales.
Todas estas actividades estaban
destinadas a los partidos socialistas, a las organizaciones de mujeres y a las asociaciones
de trabajadoras que “respaldan la lucha de clases”. Para Clara y las dirigentes
socialdemócratas, “el feminismo burgués y el movimiento de las mujeres
proletarias (eran) dos tendencias completamente diferentes”.
La resolución que fue adoptada en
Copenhague decía textualmente:
“Las mujeres socialistas de todas
las nacionalidades tienen que organizar un Día de la Mujer (Frauentag) en el que
se debe, sobre todo, promover la propaganda por el sufragio femenino. Esta
demanda debe discutirse ligada a la problemática de la mujer en su conjunto, de
acuerdo con la concepción socialista”.
No se propuso, entonces, una
fecha precisa y más bien se afirmó el objetivo central del movimiento: el
derecho al voto. Lo que si es evidente es que las europeas tenían en mente vincular
esta demanda con los postulados del socialismo y que veían a las trabajadoras
como la vanguardia de ese movimiento.
Con base en esta resolución,
decidieron movilizarse el 18 de marzo de 1911 debido a que ese día se recordaba
el 40 aniversario de la Comuna de París. Uno de los eventos más importantes
tuvo lugar en Viena. La manifestación en la capital de Austria se llenó de
banderas rojas y pancartas que exigían las principales demandas femeninas por
la igualdad.
Por su parte, las mujeres
socialistas de EU siguieron celebrando el Día de la Mujer en febrero. En 1911,
se reunieron el día 25 porque era sábado. Sin embargo, también se unieron a la
proclama de Copenhague para la celebración de un día internacional de la mujer.
Un mes después de esta reunión,
el 25 de marzo de 1911 ocurrió el incendio de la fábrica de ropa Triangle
Shirtwaist Factory, ubicada en el vecindario Greenwich Village de Manhattan,
Nueva York. Fue el desastre industrial más mortífero en la historia de la
ciudad y uno de los más terribles en la historia de los Estados Unidos. El incendio causó la muerte de 146
trabajadores de la confección, 123 mujeres y niñas y 23 hombres que murieron a
causa del fuego, inhalación de humo o saltos mortales, pues las puertas de la
fábrica habían sido cerradas con candados. La mayoría de las víctimas fueron
inmigrantes italianas y judías recién llegadas y en su mayoría muy
jóvenes: de entre 14 a 23 años.
La coincidencia entre las movilizaciones
obreras, el incendio de la fábrica en Nueva York, las manifestaciones por el sufragio
en Estados Unidos, y la decisión de la Conferencia de Copenhague, alentaron la
lucha de las mujeres. Aunque no hay datos que nos permitan asegurar que todos
estos movimientos estaban coordinados o tenían lazos orgánicos, sin duda confirmaron
la idea de que las mujeres sufrían de una discriminación inadmisible en la vida
política y en las relaciones laborales.
En los años posteriores, el
movimiento de las mujeres, sobre todo en Europa, fue interrumpido por la Gran
Guerra. Este terrible acontecimiento, además, dividió a la socialdemocracia
europea. Algunos partidos se quedaron en la II Internacional mientras que otros
rompieron definitivamente y decidieron emprender su propio camino.
Uno de estos últimos fue el partido
bolchevique. A principios de 1917, tuvo lugar una gran movilización de mujeres
organizada principalmente por esa fracción del partido socialdemócrata
ruso. Por razones seguramente ligadas a
la situación imperante, pues la carestía se había disparado y faltaba comida en
todos lados debido a la guerra en curso, la manifestación fue convocada el 23
de febrero (según el calendario gregoriano), es decir, 8 de marzo en
Occidente.
La manifestación fue disuelta a
balazos y se convirtió en una insurrección
que continuó varios días después. Fue el inicio de la llamada Revolución de
Febrero que llevó a la abdicación del Zar y a una nueva etapa que culminaría en
octubre con la toma del poder por parte de los bolcheviques.
Los acontecimientos en Rusia
sirvieron para que definitivamente se adoptara el 8 de marzo como el Día
Internacional de la Mujer en Europa y luego en América y el resto del mundo.
En junio de 1921, una vez que
había triunfado la revolución y que ésta había reagrupado a todos los partidos
disidentes de la II Internacional, en una nueva organización, la Internacional Comunista,
se llevó a cabo la Segunda Conferencia Mundial de Mujeres en Moscú. La presidenta
de la reunión fue Clara Zetkin, quien ya había roto también con la
socialdemocracia alemana y se había pasado al lado de los partidos
comunistas. En sus resolutivos se
proclamó que el Día Internacional de la Mujer se celebraría en todo el mundo el
8 de marzo, en buena medida debido al recuerdo y el ejemplo de la lucha de las
mujeres en la Revolución de Febrero.
Como puede verse, el 8M tuvo
diversas influencias: la lucha por el sufragio femenino, pero también un activismo
ligado a la lucha socialista y obrera. Aunque la idea original surgió en Nueva
York, pronto fue adoptada por las socialistas europeas y luego por las mujeres
rusas. Durante el siglo XX, otras corrientes feministas que no se identificaban
con el socialismo, con las comunistas o
las luchas obreras, intentaron organizar eventos en otras fechas En México, por
ejemplo, se tienen noticias de que en 1961, Amalia de Castillo Ledón (miembro del PRI y conocida
por haber abanderado el reconocimiento
del derecho al voto femenino) y la dramaturga Maruxa Villalta, convocaron a
varias mujeres destacadas con el objetivo de establecer el 15 de febrero como
el Día de la Mujer Mexicana. No tuvo mayor resonancia. En cambio, las Naciones
Unidas adoptarían en 1975, el 8 de marzo, como la fecha oficial del Día
Internacional de la Mujer. Y es que, a pesar de los intentos de convertir el 8M
en un día de felicitaciones y ramos de rosas, se ha impuesto su espíritu original, un día de
lucha por la igualdad. Lo acabamos de ver en México y muchas otras partes del
mundo.
saulescobar.blogspot.com
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