El falso dilema de la Gran Disrupción
Saúl Escobar Toledo
¿Cuántas vidas humanas equivalen a un punto porcentual del producto interno bruto (PIB)?
Hasta ahora, la pandemia causada por
el Covid-19 no ha encontrado otros remedios más eficaces que la reclusión
domiciliaria y el distanciamiento social para detener los contagios y la
pérdida de vidas. Se
frenaron casi todas las actividades económicas en el planeta durante varios
meses: tuvo lugar la Gran Disrupción 2020. Ahora, se está planteando la
necesidad de reabrir algunas labores. Una decisión muy compleja pues persiste el
riesgo de que se aceleren de nueva cuenta la propagación de la enfermedad. ¿Cómo
tomar una decisión acertada ?
Algunos gobernantes, por ejemplo Donald
Trump, ha sostenido “que no podemos permitir que el remedio sea peor que la
enfermedad”. Su consejero económico, Larry
Kudlow señaló, en el mismo tono, que:
“el daño económico causado por el distanciamiento social es simplemente
demasiado grande. No podemos detener la economía y tendremos que encontrar los
puntos de equilibrio (trade-offs) entre la protección de nuestros
ciudadanos contra el virus y el regreso de las actividades del mercado bursátil
a su nivel anterior”. Es decir, el Sr. Kudlow quiere averiguar cuantas personas
equivalen a tantos puntos del índice Dow Jones de Wall Street.
Formularse así las cosas podría
llevarnos, como ha escrito con sorna Michel
Husson ( del Instituto sindical de investigaciones económicas y sociales
de París), a la tentación de elaborar un modelo que nos lleve a un punto de “equilibrio” óptimo entre el número
de contagiados y el volumen de las
actividades económicas. Tal cosa sería desde luego absolutamente inaceptable
desde el punto de vista ético, pero también demostraría la absoluta incapacidad
de la ciencia económica (y en general del conocimiento humano) y de la política
para tratar de encontrar otra solución que ponga por delante la vida humana.
La pregunta debería entonces
formularse de otra manera: ¿qué hacer para reducir al máximo la pérdida de
vidas y al mismo tiempo echar a andar los mercados de la manera más segura
posible?. Para encontrar una respuesta se requiere una acción decidida del
estado; la convicción de que se necesitan cambios inmediatos; y la
participación activa de la sociedad (sobre todo de las organizaciones
sindicales).
En el caso de México, para proteger el
empleo, conviene tratar de construir una agenda que pueda servir para el
debate. Aquí unas notas, seguramente incompletas:
1.- Seguro de desempleo
Las empresas (de todos tamaños y
sectores) están enfrentando serios problemas para mantener la plantilla laboral
ante la caída de la demanda y la falta de insumos. Algunas podrán soportar varios
meses, otras cerrarán definitivamente y habrá también las que tratarán de recortar
una parte de su personal. Un seguro de desempleo serviría para evitar que las
personas despedidas de estas empresas caigan en la pobreza y ayudaría también a
estimular la demanda efectiva.
2.- Ingreso vital focalizado y
temporal
El debate sobre una renta básica
universal lleva ya varios años. Sin embargo, dadas las circunstancias actuales,
se está hablando de un ingreso básico focalizado por tiempo definido.
Por ejemplo, en Brasil, se instrumentó un programa financiado enteramente con
recursos públicos con un costo estimado de 18 600 millones de dólares para
beneficiar a entre 15 y 25 millones de trabajadores (casi todos informales) que
consiste en una ayuda de unos 120 dólares estadounidenses por tres meses que
puede duplicarse a 240 dólares en caso de hombres o mujeres solteros con hijos.
Un programa similar se está llevando a cabo en Argentina.
3.- Política salarial
El gobierno de la república decidió
cambiar la política salarial desde un principio. Gracias a ello, el salario
mínimo ha recuperado su valor en términos reales un 35% desde diciembre de 2018
y los contractuales un 4% acumulado en
los dos últimos años. Mantener los aumentos reales en las percepciones de los asalariados
será más sustentable si se avanzara en la implementación de un seguro de
desempleo y un ingreso mínimo focalizado. El riesgo de que los patrones traten
de buscar un equilibrio (otro trade off) entre el número de empleados y
los aumentos salariales puede convertirse en una epidemia que contagie a muchas
empresas.
4.- Reforma laboral 2019
La reforma que abrió la posibilidad
de una mayor libertad e independencia sindicales para fortalecer la negociación
entre obreros y patrones y hacer a un
lado los contratos de protección está
avanzando pero faltan algunas cuestiones muy importantes. Además, una vez
puesto en operación el Tratado comercial, la vigilancia de Estados Unidos sobre
México en materia laboral podría ser más severa, de acuerdo con las cláusulas
pactadas. Para evitar conflictos con nuestros socios, el gobierno de México tendrá
que llevar a cabo una actividad de inspección y conciliación más intensa; apresurar la puesta en práctica de la
reforma (con los recursos presupuestales suficientes); y cuidar que no se
lleven a cabo actos represivos contra los trabajadores inconformes, como en el
caso de Susana Prieto, defensora de los obreros de la maquila en el norte del
país.
5.- Subcontratación
Según el Censo Económico 2018, había
un total de 4.5 millones de trabajadores “no dependientes de la razón social”
en la que trabajaban. Podemos suponer que forman parte del universo de personas
subcontratadas, un sector especialmente vulnerable a los
despidos, la inexistencia de contratos colectivos y la
protección de la seguridad social. Es probable que una buena parte de estos
trabajadores hayan sido cesados y no figuren en las cifras del IMSS. Es
indispensable que el Congreso regule de mejor manera la subcontratación.
Las reformas a la LFT también deberán
atender el caso de los trabajadores que laboran bajo la modalidad de
plataformas digitales (como en el caso de las empresas Uber de transportación
de pasajeros o Didi Eats para la repartición de alimentos) ya que no son
reconocidos como asalariados al servicio de un patrón y carecen de todos los
derechos laborales.
6.- Pensiones
De acuerdo con la OIT y muchos estudiosos
del tema, el sistema privado de cuentas individuales
sujetas al mercado de las AFORES ha representado un gran fracaso. La necesidad
de una reforma del sistema ha sido reconocida por el presidente de la
república.
Por lo pronto, millones de adultos
mayores reciben solamente la
transferencia monetaria del gobierno, equivalente a 2 620 pesos bimestrales.
Ahora, según los planes de esta administración, esa cantidad tendrá que ser
repartida entre todos los miembros de la familia que no reciben otra
prestación.
En resumen, el mercado laboral
mexicano ya era muy vulnerable y la Gran Disrupción agravó la pobreza por ingresos, la ausencia de
protección para desempleados, el abandono casi total de los trabajadores
informales, la escasa fuerza de negociación de los asalariados y los magros o
nulos ingresos para jubilados y adultos mayores.
La expectativa de un repunte de las
actividades económicas no va a resolver el daño causado a unos 12 millones de trabajadores
(según INEGI) que dejaron de recibir ingresos en abril, mayo y, probablemente en junio de 2020. Tampoco está claro que esa reactivación
será lo suficientemente rápida para que en el segundo semestre se repongan las
plazas perdidas y las actividades informales
que daban sustento a millones de familias.
Por ello, en lugar de confiar en los
mercados, sobre todo en el T-MEC, lo que se requiere es una acción decidida del
gobierno de la república y el poder
legislativo para frenar la pobreza y reanimar la economía con los menores
peligros posibles. Dejar abandonados a los trabajadores que han sido afectados
por la disrupción económica es inaceptable desde el punto de vista de los derechos humanos y no
puede ser la vía para construir una
nación mejor preparada para prevenir las enfermedades, remediar las carencias económicas
y ofrecer una vida digna a la inmensa mayoría de los mexicanos.
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