Hoy 14 de abril,
hace 37 años, falleció José Revueltas. Es momento para insistir en la necesidad de recordar
su legado teórico y político, su vida militante en la izquierda y su vasta obra
literaria. Por ello quiero poner a su consideración,
como un muy modesto homenaje al gran pensador y escritor mexicano, una parte de
un ensayo que escribí hace algunos años titulada
“ LOMBARDO
Y REVUELTAS” (ponencia presentada en la DEH-INAH, en febrero de 2007)
Saúl Escobar
Toledo
Las ideas de
Revueltas descubrieron un “continente” conceptual y teórico – histórico de la
realidad mexicana… A partir de los años sesenta pero sobre todo de los setenta
del siglo pasado, el estudio de la realidad mexicana cambió drásticamente de
tal manera que las ideas revueltianas se convirtieron en la base teórica de un
nuevo pensamiento que fue muy influyente tanto en la academia como en la
izquierda mexicana.
La crítica de
Revueltas estuvo dirigida principalmente hacia las tesis del Partido Comunista
Mexicano. Sin embargo, si se ve con más cuidado, sus reproches encajan mejor
con las tesis de Lombardo Toledano. Es éste el verdadero interlocutor de
Revueltas pues Lombardo fue el exponente más claro de las principales ideas de
la izquierda mexicana entre los años treinta y los sesenta.
El análisis de
Revueltas, sobre todo en el libro “
Ensayo sobre un proletariado sin cabeza”
(publicado originalmente en 1962, y reeditado por Era en el tomo 17 de sus
obras completas, 1ª ed., 1980; las citas de este trabajo fueron tomadas de esta
edición) ofrece una concepción particular de la revolución mexicana y por lo
tanto del Estado mexicano contemporáneo.
Se trata de una reinterpretación fundamental de la historia de México.
La historia de México según Revueltas
Las ideas de
Revueltas descubrieron un “continente” conceptual y teórico – histórico de la
realidad mexicana… A partir de los años sesenta pero sobre todo de los setenta
del siglo pasado, el estudio de la realidad mexicana cambió drásticamente de
tal manera que las ideas revueltianas se convirtieron en la base teórica de un
nuevo pensamiento que fue muy influyente tanto en la academia como en la
izquierda mexicana.
La crítica de
Revueltas estuvo dirigida principalmente hacia las tesis del Partido Comunista
Mexicano. Sin embargo, si se ve con más cuidado, sus reproches encajan mejor
con las tesis de Lombardo Toledano. Es éste el verdadero interlocutor de
Revueltas pues Lombardo fue el exponente más claro de las principales ideas de
la izquierda mexicana entre los años treinta y los sesenta.
El análisis de
Revueltas, sobre todo en el libro “
Ensayo sobre un proletariado sin cabeza”
(publicado originalmente en 1962, y reeditado por Era en el tomo 17 de sus
obras completas, 1ª ed., 1980; las citas de este trabajo fueron tomadas de esta
edición) ofrece una concepción particular de la revolución mexicana y por lo
tanto del Estado mexicano contemporáneo.
Se trata de una reinterpretación fundamental de la historia de México.
La historia de México según Revueltas
Revueltas parte de un reconocimiento
:
“En México se produce un fenómeno del que
difícilmente puede darse un paralelo en ningún otro país del mundo
contemporáneo. Este fenómeno consiste en que la conciencia de la clase obrera
ha permanecido enajenada a ideologías extrañas a su clase, y en particular a la
ideología democrático – burguesa, desde
hace más de cincuenta años, sin que hasta la fecha haya podido conquistar su
independencia. O sea, su enajenación ha terminado por convertirse en una
enajenación histórica... La clase obrera
mexicana, de este modo, se proyecta en la historia de los últimos cincuenta
años del país como un proletariado sin
cabeza, o que tiene sobre sus hombros una cabeza que no es la suya” (p. 75)
La conciencia enajenada o la falta de
independencia de la clase obrera es un hecho excepcional en el mundo
contemporáneo, que debe tener una explicación en razón de historia
nacional. Y esta razón radica
precisamente en que:
“La enajenación histórica de la clase obrera
por la burguesía nacional… La raíz del fenómeno se encuentra en el hecho de que
la burguesía nacional es la clase que pudo imprimir al proceso de desarrollo
ideológico su propio sello, desde un principio, como clase dirigente de una
revolución democrática – burguesa que la llevó al poder en el que se mantiene
desde hace cincuenta años.”(80)
Por eso, la mayor parte de los historiadores y pensadores de su época están confundidos, las cosas son al revés de cómo ellos piensan, tal como Marx hizo la crítica a Hegel:
“Para dichos ideólogos el fenómeno no consiste
en que esa nueva clase se haya hecho dueña del Estado, sino que, al revés,
dicha revolución haya dado a luz en la historia de México, a un nuevo Estado:
resulta así que el fruto de la revolución mexicana no es una clase burguesa
nacional que se realiza en el Estado, sino un estado no – burgués en el que se
desrealizan todas las clases de la sociedad mexicana, porque el Estado no
representa a ninguna de ellas (81)”. Gracias a esta confusión, “la burguesía ya
no es clase burguesa, es México y la revolución, pues ahora puede permitirse el
lujo de negarse en apariencia como clase en tanto se afirma como Estado.”
A tal punto es poderosa la fuerza ideológica
de la burguesía y el estado que:
“La ideología democrática burguesa dominante…
asume para sí misma la conciencia socialista, la hace suya y reduce a la
ideología proletaria a convertirse, cuando mucho, en su extremo más radical, en
su ala izquierda. (178)”
En síntesis, la enajenación de que somos
objeto, el engaño del Estado tiene una clave histórica:
“Un elemento ideológico particularmente
significativo: el disimulo de la naturaleza real de las relaciones de clase
entre burguesía y clase proletaria, al mismo tiempo que el principio de
deificación del Estado burgués en México como un estado que sería distinto y no
representaría a las clases dominantes de la sociedad, por el sólo hecho de ser fruto de la revolución mexicana (130)”
Por otra parte, el origen
revolucionario le imprime a la burguesía y el Estado nacional un elemento
adicional:
“La burguesía nacional, sustenta siempre su
política apoyándose en las grandes masas.
La aparición del partido de Estado permite
al gobierno democrático – burgués perfeccionar en grado sumo esta política
subordinando cada vez más bajo su dirección, a las “masas organizadas”. (167).
Ello ha
llevado a que:
El partido de la burguesía nacional, funciona
como una especie de “extensión social” del Estado… (168).
Pero la realidad es muy distinta:
“La clase que informa (sic) nuestro
desarrollo histórico desde hace más de cuarenta años y desde el poder, no es
otra que la propia burguesía nacional porque es ella la que domina el
proceso ideológico, la que lo mediatiza, la que le da su curso y la que le
imprime su propio sello (83)”
Ahora bien, si en los primeros años de la
revolución, la burguesía estaba
desorganizada, esta situación se corrigió pronto:
“Nace así en 1928 el partido de la burguesía
en México: el Partido Nacional Revolucionario, cuya naturaleza de clase radica
pues, obviamente, en que es el partido de Estado de una burguesía nacional que
ha ejercido el poder, en forma interrumpida, desde 1917 hasta nuestros días
(165)”
La legitimidad histórica de la burguesía,
resultado de la revolución mexicana, y el control sobre el Estado, su
organización en un partido que por lo tanto es un partido de Estado, y la
enajenación ideológica que todo esto ha provocado tiene un efecto adicional:
“La burguesía nacional logra desde el poder en
México lo que muy difícilmente se logra sin una férrea dictadura: eliminar la concurrencia política de las
clases adversarias… nos referimos aquella que entraña precisamente, una
competencia por el poder. (166)
La estructura social que adopta en México el
Estado llega a tener, con “la revolución hecha gobierno” una naturaleza y un
funcionamiento tan particulares, que la clase gobernante pude tachar de
inmediato como sediciosa, subversiva o
disolvente cualquier concurrencia política….” (166)
Aunque la explicación pueda sonar
dogmática, están aquí presentes algunos rasgos esenciales de caracterización
del estado mexicano que van a ser materia del debate intelectual y político
diez años después:
a) El control de masas del estado mexicano o
como se llamó después su “política de masas”
b) La falta de independencia orgánica e
ideológica de las clases, sobre todo de las clases explotadas
c) la fuerza ideológica de la revolución mexicana
para legitimar al Estado como representante de todos los mexicanos y para
abarcar distintas posturas políticas
d) La existencia de un partido de estado
e)
La deificación del estado o su omnipresencia en las relaciones sociales
f) El combate a las disidencias, sobre todo
las disidencias que logran convertirse en movimientos de masas y a aquellas que aspiren al poder
(sigue…)
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