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domingo, 14 de abril de 2013


Hoy 14 de abril, hace 37 años, falleció José Revueltas.   Es momento para insistir en la necesidad de recordar su legado teórico y político, su vida militante en la izquierda y su vasta obra literaria. Por ello quiero poner  a su consideración, como un muy modesto homenaje al gran pensador y escritor mexicano, una parte de un ensayo que escribí hace algunos años titulada

 “ LOMBARDO Y REVUELTAS” (ponencia presentada en la DEH-INAH, en febrero de 2007)

Saúl Escobar Toledo


Las ideas de Revueltas descubrieron un “continente” conceptual y teórico – histórico de la realidad mexicana… A partir de los años sesenta pero sobre todo de los setenta del siglo pasado, el estudio de la realidad mexicana cambió drásticamente de tal manera que las ideas revueltianas se convirtieron en la base teórica de un nuevo pensamiento que fue muy influyente tanto en la academia como en la izquierda mexicana.

La crítica de Revueltas estuvo dirigida principalmente hacia las tesis del Partido Comunista Mexicano. Sin embargo, si se ve con más cuidado, sus reproches encajan mejor con las tesis de Lombardo Toledano. Es éste el verdadero interlocutor de Revueltas pues Lombardo fue el exponente más claro de las principales ideas de la izquierda mexicana entre los años treinta y los sesenta.

El análisis de Revueltas,  sobre todo en el libro “ Ensayo sobre un  proletariado sin cabeza” (publicado originalmente en 1962, y reeditado por Era en el tomo 17 de sus obras completas, 1ª ed., 1980; las citas de este trabajo fueron tomadas de esta edición) ofrece una concepción particular de la revolución mexicana y por lo tanto del Estado mexicano  contemporáneo. Se trata de una reinterpretación fundamental de la historia de México.

La historia de México según Revueltas

Las ideas de Revueltas descubrieron un “continente” conceptual y teórico – histórico de la realidad mexicana… A partir de los años sesenta pero sobre todo de los setenta del siglo pasado, el estudio de la realidad mexicana cambió drásticamente de tal manera que las ideas revueltianas se convirtieron en la base teórica de un nuevo pensamiento que fue muy influyente tanto en la academia como en la izquierda mexicana.

La crítica de Revueltas estuvo dirigida principalmente hacia las tesis del Partido Comunista Mexicano. Sin embargo, si se ve con más cuidado, sus reproches encajan mejor con las tesis de Lombardo Toledano. Es éste el verdadero interlocutor de Revueltas pues Lombardo fue el exponente más claro de las principales ideas de la izquierda mexicana entre los años treinta y los sesenta.

El análisis de Revueltas,  sobre todo en el libro “ Ensayo sobre un  proletariado sin cabeza” (publicado originalmente en 1962, y reeditado por Era en el tomo 17 de sus obras completas, 1ª ed., 1980; las citas de este trabajo fueron tomadas de esta edición) ofrece una concepción particular de la revolución mexicana y por lo tanto del Estado mexicano  contemporáneo. Se trata de una reinterpretación fundamental de la historia de México.

La historia de México según Revueltas

Revueltas parte de un reconocimiento :

“En México se produce un fenómeno del que difícilmente puede darse un paralelo en ningún otro país del mundo contemporáneo. Este fenómeno consiste en que la conciencia de la clase obrera ha permanecido enajenada a ideologías extrañas a su clase, y en particular a la ideología  democrático – burguesa, desde hace más de cincuenta años, sin que hasta la fecha haya podido conquistar su independencia. O sea, su enajenación ha terminado por convertirse en una enajenación histórica...  La clase obrera mexicana, de este modo, se proyecta en la historia de los últimos cincuenta años del país como un proletariado sin cabeza, o que tiene sobre sus hombros una cabeza que no es la suya” (p. 75)

La conciencia enajenada o la falta de independencia de la clase obrera es un hecho excepcional en el mundo contemporáneo, que debe tener una explicación en razón de historia nacional.  Y esta razón radica precisamente en que:

“La enajenación histórica de la clase obrera por la burguesía nacional… La raíz del fenómeno se encuentra en el hecho de que la burguesía nacional es la clase que pudo imprimir al proceso de desarrollo ideológico su propio sello, desde un principio, como clase dirigente de una revolución democrática – burguesa que la llevó al poder en el que se mantiene desde hace cincuenta años.”(80)

La revolución de 1917 es el hecho histórico fundador del proceso de enajenación de la clase obrera. Esto fue así porque desde un principio la burguesía nacional fue la clase dirigente de dicha revolución.
Por eso, la mayor parte de los historiadores y pensadores de su época están confundidos,  las cosas son al revés de cómo ellos piensan, tal como Marx hizo la crítica a Hegel:

“Para dichos ideólogos el fenómeno no consiste en que esa nueva clase se haya hecho dueña del Estado, sino que, al revés, dicha revolución haya dado a luz en la historia de México, a un nuevo Estado: resulta así que el fruto de la revolución mexicana no es una clase burguesa nacional que se realiza en el Estado, sino un estado no – burgués en el que se desrealizan todas las clases de la sociedad mexicana, porque el Estado no representa a ninguna de ellas (81)”. Gracias a esta confusión, “la burguesía ya no es clase burguesa, es México y la revolución, pues ahora puede permitirse el lujo de negarse en apariencia como clase en tanto se afirma como Estado.”

A tal punto es poderosa la fuerza ideológica de la burguesía y el estado que:

“La ideología democrática burguesa dominante… asume para sí misma la conciencia socialista, la hace suya y reduce a la ideología proletaria a convertirse, cuando mucho, en su extremo más radical, en su ala izquierda. (178)”

En síntesis, la enajenación de que somos objeto, el engaño del Estado tiene una clave histórica:
“Un elemento ideológico particularmente significativo: el disimulo de la naturaleza real de las relaciones de clase entre burguesía y clase proletaria, al mismo tiempo que el principio de deificación del Estado burgués en México como un estado que sería distinto y no representaría a las clases dominantes de la sociedad, por el sólo hecho de ser fruto de la revolución mexicana (130)”

Por otra parte, el origen revolucionario le imprime a la burguesía y el Estado nacional un elemento adicional:

“La burguesía nacional, sustenta siempre su política apoyándose en las grandes masas. La aparición del partido de Estado permite al gobierno democrático – burgués perfeccionar en grado sumo esta política subordinando cada vez más bajo su dirección, a las “masas organizadas”. (167).

Ello  ha llevado a que:
El partido de la burguesía nacional, funciona como una especie de “extensión social” del Estado… (168).
Pero la realidad es muy distinta: “La clase que informa (sic)  nuestro desarrollo histórico desde hace más de cuarenta años y desde el poder, no es otra que la propia burguesía nacional porque es ella la que domina el proceso ideológico, la que lo mediatiza, la que le da su curso y la que le imprime su propio sello (83)”

Ahora bien, si en los primeros años de la revolución,  la burguesía estaba desorganizada, esta situación se corrigió pronto:

“Nace así en 1928 el partido de la burguesía en México: el Partido Nacional Revolucionario, cuya naturaleza de clase radica pues, obviamente, en que es el partido de Estado de una burguesía nacional que ha ejercido el poder, en forma interrumpida, desde 1917 hasta nuestros días (165)”

La legitimidad histórica de la burguesía, resultado de la revolución mexicana, y el control sobre el Estado, su organización en un partido que por lo tanto es un partido de Estado, y la enajenación ideológica que todo esto ha provocado tiene un efecto adicional:

“La burguesía nacional logra desde el poder en México lo que muy difícilmente se logra sin una férrea dictadura: eliminar la concurrencia política de las clases adversarias… nos referimos aquella que entraña precisamente, una competencia por el poder. (166)

La estructura social que adopta en México el Estado llega a tener, con “la revolución hecha gobierno” una naturaleza y un funcionamiento tan particulares, que la clase gobernante pude tachar de inmediato como sediciosa, subversiva o disolvente cualquier concurrencia política….” (166)


Aunque la explicación pueda sonar dogmática, están aquí presentes algunos rasgos esenciales de caracterización del estado mexicano que van a ser materia del debate intelectual y político diez años después:
a) El control de masas del estado mexicano o como se llamó después su política de masas
b) La falta de independencia orgánica e ideológica de las clases, sobre todo de las clases explotadas
c) la fuerza ideológica de la revolución mexicana para legitimar al Estado como representante de todos los mexicanos y para abarcar distintas posturas políticas 
d) La existencia de un partido de estado
e) La deificación del estado o su omnipresencia en las relaciones sociales
f) El combate a las disidencias, sobre todo las disidencias que logran convertirse en movimientos  de masas y a aquellas que aspiren al poder
(sigue…) 

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