España: nuevo gobierno ¿nuevo régimen laboral?
Saúl Escobar Toledo
En los primeros días de este 2020, el
parlamento español eligió por una estrecha mayoría a Pedro Sánchez como
presidente de Gobierno para los próximos cuatro años. Dicha designación fue
posible gracias a la alianza del Partido Socialista Obrero Español con Unidas
Podemos. Una coalición inédita en la historia de ese país ya que es la primera
vez que el PSOE entabla un acuerdo de este tipo con otro partido de izquierda.
Las razones de este fenómeno son varias y complejas y se desprenden del
resultado de las elecciones de noviembre del año pasado. Principalmente, la fuerza de la extrema
derecha representada por un nuevo partido, Vox; la imposibilidad de los
socialistas de lograr solos la mayoría parlamentaria; pero también la necesidad
del cambio expresado en las urnas.
El caso es que ahora, Unidas Podemos,
una corriente política surgida del movimiento social que brotó en 2011 (los
Indignados), y cuya primera experiencia electoral tuvo lugar apenas hace unos años,
ha logrado formar parte de una coalición gobernante.
El programa que selló esta alianza
contiene varios puntos y abarca diversos aspectos. Se trata de un documento
amplio, de 50 páginas, once capítulos y más de 200 propuestas en materia de: crecimiento
y empleo; derechos sociales; cambio climático; fortalecimiento de la pequeñas y
medianas industrias y el sector primario; derechos y memoria democrática;
cultura y deportes; políticas feministas; revertir la despoblación que padecen
algunas regiones; estados autonómicos; justicia fiscal; y política exterior. Una
de las partes más sustanciosas de este documento, colocada al inicio, tiene que
ver con la materia laboral. La Coalición se ha comprometido a elaborar un nuevo
Estatuto de los Trabajadores (una nueva Ley del Trabajo) y por lo tanto a
derogar las reformas de 2012, las cuales, como las que se llevaron a cabo en México
ese mismo año, afectaron derechos fundamentales de los asalariados. En
concreto, y de manera urgente, se proponen modificar el artículo 42.1 sobre
subcontratación a efecto -aseguran- de limitarla a servicios especializados
ajenos a la actividad principal de la empresa.
La lista de modificaciones en esta
materia es muy larga e incluye revisar los contratos de los becarios; elevar el
salario mínimo en términos reales; revisar la contratación a tiempo parcial; y
las causas legales de despido.
Además, como parte de la cuota de
Podemos, fue designada como Ministra de Trabajo del nuevo gobierno, Yolanda
Díaz, de 48 años, quien militó desde muy joven en el Partido Comunista de
España y en Izquierda Unida. Hija de un destacado dirigente obrero, también
militante del PCE y de Comisiones Obreras, Yolanda tiene una maestría en
Relaciones Laborales y amplia experiencia política en Galicia, su región natal.
Todos estos asuntos tienen
importancia porque parecería que España ha dado un vuelco a la izquierda y se
encamina a la construcción de un nuevo régimen que deje atrás algunas de las
políticas fundamentales del neoliberalismo, en primer lugar, las que tienen que
ver con el trabajo y el empleo. Su principal objetivo, dice el documento de
compromiso, será la protección de los derechos sociales y un nuevo impulso al
crecimiento económico sostenible que reduzca la desigualdad, combata la
precariedad del mercado laboral, garantice un trabajo digno, estable y de
calidad, y unas pensiones justas.
Este vuelco se da en un contexto difícil
en riesgo permanente debido a una delgada mayoría parlamentaria y sujeta a acuerdos
con los independentistas de Cataluña. Un escenario político cargado por la
polarización, sin precedentes desde la Guerra Civil (1936-39), entre las izquierdas
y las derechas, y un entorno económico a nivel nacional e internacional
desfavorable. Como han apuntado varios observadores, un eventual fracaso de la
Coalición podría abrirle el paso a otra alianza, situada exactamente en el lado
opuesto, donde Vox y el PP mantienen un discurso xenófobo, antiinmigrante y
ultra nacionalista que se dedicaría a reprimir violentamente los reclamos de
una mayor autonomía por parte de las comunidades.
Más allá de España, la experiencia de
PSOE-Unidas Podemos tiene una importancia especial en una Europa que se debate
entre gobiernos y propuestas nacionalistas de extrema derecha (como en Inglaterra)
y la continuidad del neoliberalismo (como en Francia). Una tercera opción, como
la que ha construido Portugal y ahora se pretende llevar a cabo en el país vecino,
adquiere una gran relevancia.
Para México y el mundo, la aventura
que apenas comienza aquel lado del Atlántico puede ser también muy
significativa. La posibilidad de contar con un aliado progresista en un mundo
tan inestable y riesgoso no debe minimizarse. Sobre todo, para enfrentar la
agitada escena política de América Latina. Pero, de igual manera, porque el
derrotero del nuevo gobierno ibérico y sus logros pueden ayudar a cambiar el
equilibrio mundial inclinando la balanza política, ideológica e intelectual
hacia nuevos horizontes post neoliberales.
Por ejemplo, en materia laboral, las
reformas que se proponen en España, tienen semejanzas y desde luego diferencias
con la situación mexicana. En cuanto a este último aspecto, está claro que allá
no tienen como principal preocupación la democracia sindical, ni la calidad de
las instituciones estatales. En México, la reforma de 2019 busca precisamente
el reconocimiento de representantes sindicales y contratos colectivos avalados
por los propios trabajadores mediante el voto personal, secreto y directo. Y la
construcción de nuevos organismos como los juzgados y el Centro de
Conciliación.
Sin embargo, la globalización
neoliberal, la flexibilización del trabajo y la apertura comercial sin control ha
vuelto los mercados de trabajo cada vez más precarios en muchas partes del
mundo. Uno de los problemas más acusados es el de la subcontratación. No
resulta sorprendente, por lo tanto, la insistencia de Unidas Podemos en incluir
tan destacadamente este asunto en el programa del nuevo gobierno.
La subcontratación, entendida como la
triangulación de las relaciones laborales que ocurre cuando una empresa
solicita a otra que le proporcione trabajadores para desempeñar determinadas
tareas o servicios, ha sido una manera, desde principios del siglo XX, de
burlar derechos fundamentales. En general, la subcontratación no ha servido
para aumentar la calificación de la mano de obra o la productividad, ni
siquiera para que las empresas dispongan de cuadros técnicos o especializados que
de otra manera resultarían incosteables o imposibles de contratar. Aunque hay
excepciones, la subcontratación se ha utilizado con el objetivo de reducir
costos en materia de salarios, seguridad social, alargando la jornada de
trabajo y negando prestaciones. Las empresas que reclutan trabajadores para
ofrecerlos a otras empresas se distinguen, en muchos casos, por su habilidad
para evadir la ley, sobre todo en el pago de impuestos y de cuotas a la seguridad
social. Asimismo, han servido para ocultar la relación laboral entre los
empleadores y los empleados, y para esquivar la contratación colectiva. Además,
han propiciado una caída de los ingresos y prestaciones pues, debido a sus
formas de contratación, el trabajador se ve obligado a aceptar condiciones muy
desfavorables.
De esta manera, cualquier avance en
el sentido de limitar la subcontratación en otras partes del mundo tiene un
significado especial. Propicia el avance de la legislación nacional, los
acuerdos internacionales en la materia, y ayuda a fomentar una cultura, sobre
todo en las empresas y sus administradores, basada en la protección del
trabajador, en la mejora de su calificación y en el respeto de los contratos y
reglas acordadas bilateralmente.
La nave española apenas ha zarpado. Se
trata de un comienzo prometedor en aguas turbulentas. Habrá que seguirla y, si
es posible, acompañarla en su trayectoria.
saulescobar.blogspot.com
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