Del libro:
Consideraciones y
propuestas sobre la estrategia de
desarrollo para México
Grupo Nuevo Curso de Desarrollo
UNAM
2018
Avance de la edición
Grupo Nuevo Curso de Desarrollo
El Desafío
del Empleo Tendencias globales y perspectivas nacionales
Saúl Escobar Toledo
La globalización y su impacto en el mundo del trabajo
Desde la segunda posguerra hasta principios de los años
ochenta del siglo pasado, las economías de mercado adoptaron como parte central
de sus políticas públicas la meta del pleno empleo. Estos años son también los
momentos de consolidación del Estado del Bienestar. En esta etapa,
el capitalismo conoce
tasas sostenidas de crecimiento económico y los trabajadores sus mejores
tiempos: los salarios más altos, los mejores índices de ocupación, los mayores
niveles de protección institucional. Las
organizaciones sindicales adquieren también una gran fuerza política. Es una
etapa que ha sido llamada la edad de oro del
siglo XX1.
A
esta tramo histórico siguió otro, que se ubica desde el primer gobierno de Margaret Thatcher en Inglaterra y la caída
del muro de Berlín y la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Se trata del viraje
neoliberal de las políticas públicas
que golpeará el nivel de vida y las condiciones de trabajo de la clase obrera
en una magnitud desconocida. Ello impulsará la liberación de los mercados
y un nuevo esquema de
1 Hobsbawn, Eric (1998) Segunda
Parte, pp. 229 – 402. Piketty (2014)
los considera más bien
un periodo excepcional en la historia del capitalismo.
crecimiento
económico apoyado en la revolución tecnológica que tuvo lugar sobre todo en la informática y la telecomunicación.
Desde
entonces, el mundo del trabajo ha cambiado radicalmente. Aunque el proceso
conocerá distintos grados de intensidad, se puede afirmar que en las economías capitalistas,
“... ha tenido lugar
una transformación a gran escala
debido al tránsito a los mercados
de trabajo flexibles. En estos nuevos mercados,. gran parte de la fuerza
de trabajo carece
en la actualidad
incluso
de la seguridad económica que daba el trabajo asalariado. Su mundo es el del trabajo a tiempo parcial,
los contratos temporales y el empleo
por cuenta propia…
La erosión de los niveles
de vida de los trabajadores, debido
a una inseguridad laboral cada vez mayor,
es la respuesta a una organización social del trabajo que está en una
situación de flujo
casi continuo, con
incesantes mutaciones bajo el impacto
de la innovación tecnológica y de la competencia de un
mercado desregulado. La empresa ha…abandonado muchas de las
responsabilidades que hacían que el
mundo del trabajo resultara humanamente tolerable en el pasado:
Algunas de ellas
no están lejos
de ser instituciones virtuales” (Gray,
1998: 95-96).
Bajo el modelo actual
hay una tendencia dominante a reducir los costos laborales como método
principal para mantener a las empresas en la competencia (Ibarra, 2017). En
razón de lo anterior, se han
generalizado diversas medidas
como el traspaso de empresas desde
los países más
desarrollados hacia otros
lugares del planeta mediante
el llamado outsourcing o deslocalización2; se han impuesto normas
laborales flexibles; y se contratan
trabajadores, bajo diversas modalidades, sin las
prestaciones y la protección legal
de una plaza de trabajo
asalariada permanente.
Según
la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
desde hace más tres décadas hay una tendencia generalizada a
2 Joseph Stiglitz
asegura que: “La palabra de moda en el debate sobre la globalización
actualmente es outsourcing. De pronto los estadounidenses -campeones eternos de
la globalización-parecen estar preocupados por los efectos adversos que tiene
sobre su economía”. Cfr. “Outsosurced and out of work”,
Stiglitz, (2004). Este neologismo se usa a veces para designar diversas
formas de subcontratación, aún dentro de un mismo
país, pero surgió,
originalmente, para describir la fuga de empresas de EUA hacia China.
propiciar la
devaluación del trabajo3 en todo el mundo. Se ha observado tanto en los países en desarrollo y en los más pobres como en Europa y Estados Unidos de
América (EUA), aunque desde luego bajo formas y ritmos diferentes.
Del crecimiento sin empleo a la gran recesión
Uno de los rasgos
fundamentales de los mercados de trabajo que se consolidaron en los años
noventa, según un informe de Naciones Unidas, fue el llamado crecimiento sin
empleo4.
La
preocupación de que el crecimiento económico no redujera sensiblemente las tasas de desempleo llevó
a profundizar las medidas
para flexibilizar la contratación, pensando
que ello podría alentar el
número de plazas de trabajo disponibles. Ello
no sucedió y, en cambio, la especulación financiera
dio lugar a una grave crisis, la
llamada gran recesión. Aunque durante algunos años, se había observado una tasa
de crecimiento más o menos estable, la situación cambió notablemente a partir
de 2008. En uno de sus más recientes informes la OIT, señalaba:
“El PIB global llegó a su sexto año de
crecimiento bajo en 2016, con un estimado de 3.1%. Este desempeño ha despertado
preocupaciones sobres la posibilidad de que las economías: i) generen suficiente número de empleos, ii) mejoren la calidad de los
empleos para aquellos que tienen uno, y iii)
asegure que las ganancias del crecimiento se compartan de manera inclusiva
pues los trabajadores comparten una porción cada vez menor de la riqueza
mundial y nacional. De esta manera,
los países del mundo
3
“El actual
modelo de globalización devalúa el trabajo”
dijo Juan Somavia,
en ese momento Director General de la OIT,
en “Panorama Laboral” (2003).
4
Entre 1996 y
2006, la fuerza de trabajo mundial aumentó un 16,6%, a 2.900 millones de
personas. En el mismo período,
la tasa de desempleo mundial
aumentó de un 6,0% al 6,3%,
y el
número de desempleados aumentó hasta alcanzar
los 195 millones de personas.
Este aumento se produjo al mismo tiempo que la producción económica
mundial crecía a una tasa del 3,8% por año, dando lugar al fenómeno del
“crecimiento sin empleo”, es decir, la economía
crece sin que se generen
puestos de trabajo,
o el número de puestos
creados ha ido disminuyendo en relación con una tasa determinada de
crecimiento económico. Naciones Unidas, (2007).
enfrentan un doble reto:
reparar el daño
causado por la crisis y crear
oportunidades para empleos
de calidad para los nuevos ingresos a los mercados laborales” (OIT, 2017).
Apenas
en 2017, por fin, después de más de diez años, las cosas parecían cambiar. En
su último informe (2018) la OIT aseguraba que el crecimiento económico mundial alcanzó el 3,6 por ciento en 2017, tras tocar en 2016
su nivel mínimo en seis años. La recuperación fue generalizada y se debió a la expansión
tanto en los países en desarrollo como en los emergentes y los desarrollados. Sin embargo, es
probable que el crecimiento futuro se mantenga
por debajo del 4%, pues en la mayoría de las
principales economías la actividad económica se normaliza sin estímulos significativos y la inversión fija permanece en un nivel relativamente moderado.
La caída de los niveles de empleo y su recuperación no se dio de
manera pareja en todo el mundo. En un primero
momento, en los primeros años de la crisis, el desempleo afectó
particularmente al mundo desarrollado, EUA y Europa. Y luego
cuando en estos países, sobre todo
en la potencia americana, hubo una franca recuperación, la situación era
distinta en otras regiones:
“En 2018,
los países desarrollados (entrarán) en su sexto año consecutivo con tasas de desempleo descendentes, pero los países
emergentes entre 2014 y 2017 registraron un aumento por la desaceleración
de la economía”. Entre estos, los latinoamericanos presentaba un panorama sombrío:
la tasa de desempleo urbano se elevó
de un 9.3% a un 10.2% entre
el primer semestre
de 2016 y el mismo periodo de 2017 (Cepal/OIT, 2017).
De la cantidad y la calidad del empleo
Aunque las tasas de
desempleo abierto han
sido abatidas, en algunos casos a los niveles previos de la
crisis, la calidad del empleo ha seguido deteriorándose tanto en los países
desarrollados como en
aquellos en desarrollo. La calidad del empleo se ha vuelto ahora la principal
preocupación de los organismos internacionales y de muchos estudiosos del tema.
Para analizar
la nuevas formas de trabajo
y el menoscabo de los empleos
se han utilizado diversos términos:
empleo atípico, ocupaciones vulnerables, precarización, informalidad y trabajo
no clásico.
Según la OIT, (2016):
Las
formas atípicas de empleo (en adelante, el empleo atípico) se han convertido en una característica contemporánea de los mercados
de trabajo alrededor del mundo. En las últimas décadas, su utilización
generalizada en todos los sectores económicos y ocupaciones ha incrementado su
importancia tanto en los países en desarrollo como en los industrializados.
El
empleo atípico comprende cuatro modalidades distintas de empleo que difieren de
la «relación de trabajo típica», entendida como el trabajo que es a tiempo completo, indefinido e inscrito en una relación subordinada entre un
empleado y un empleador:
Empleo temporal: contratos de duración determinada
por proyecto o por tarea; estacional; y ocasional que puede ser por días.
Trabajo a tiempo parcial: Horas de trabajo
más reducidas que a tiempo a completo; trabajo a pedido.
Relación de
trabajo multipartita: intermediación por medio de agencia y prestación de servicios en régimen de subcontratación
Encubierto: porcuentapropiafalsooclasificadoerróneamente
El empleo
atípico aumenta la inseguridad de los trabajadores de distintas maneras: en
primer lugar la transición de un empleo temporal a uno permanente es muy larga
y ocurre en un
promedio muy bajo; por otro
lado, existe una
mayor inseguridad en materia
de riesgos de
trabajo pues se
ha observado que
las tasas de lesiones
son mayores entre los trabajadores que desempeñan trabajos atípicos; en tercer
lugar hay una menor cobertura de la seguridad social ya que no estos empleos no cuentan en absoluto con ella o su temporalidad ofrece cobertura
inadecuada o prestaciones limitadas; igualmente, hay menores probabilidades de
recibir capacitación en el trabajo; y finalmente, se puede asegurar que,
en general, en este tipo de empleos los trabajadores son excluidos del acceso a los derechos
de libertad sindical y
negociación colectiva por motivos legales o porque su vinculación con el lugar
de trabajo es más débil. El uso generalizado
del empleo atípico
puede acentuar la segmentación
del mercado de trabajo y dar lugar a una mayor volatilidad del empleo, con
consecuencias para la estabilidad económica.
Por
su parte el empleo o la ocupación informal se refiere a aquellos trabajadores que no
cuentan con seguridad social, sean o
no asalariados5. En cambio, el empleo o la ocupación
vulnerable se define como:
“la suma de trabajadores con empleo independiente y los trabajadores
familiares no
remunerados. Regularmente no tienen acuerdos
formales de trabajo, carecen de condiciones de trabajo decente,
seguridad social apropiada y voz en los sindicatos, con frecuencia tienen ingresos inadecuados, baja productividad y condiciones de trabajo
difíciles que socavan los derechos fundamentales de los trabajadores” (OIT, 2018).
Por trabajo
precario debería entenderse entonces el trabajo atípico, informal o vulnerable.
Es aquel que se realiza sin contrato, es inestable, discontínuo, sin beneficios
sociales, con ingresos reducidos y
sin negociación colectiva. No cumple con las características que ha formulado
la OIT para designar a los “empleos decentes
o empleos dignos
(decent jobs)”. El empleo o
5
Para medir la magnitud
de este fenómeno, en México
contamos con nuevas
cifras sobre el trabajo informal a partir de 2012. El
Instituto de Estadística y Geografía (INEGI) adoptó a partir de ese año la
medición de la informalidad de acuerdo con las normas de la OIT que agrega
a la definición tradicional (fundamentalmente los trabajadores por su cuenta), los trabajadores subordinados no
registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), los trabajadores domésticos y los trabajadores informales agropecuarios.
la ocupación
precarios y el trabajo decente, digno o de calidad serían términos o conceptos
“espejo” según Reygadas (2011).
Debe advertirse, sin embargo, que:
“al hablar de la precariedad laboral, es preciso
diferenciar entre los conceptos de precariedad del empleo y precariedad del trabajo. El análisis de la precariedad de los empleos
permite calificar la relación
entre el capital y el trabajo y examinar la situación laboral de los trabajadores asalariados. La noción de
precariedad del trabajo, por su parte, es más amplia y permite comparar
a los trabajadores asalariados con los por cuenta propia
” (Mora &
De Oliveira, 2010: 200-201).
Es
decir, la precariedad afecta a
trabajadores asalariados y no asalariados y deben advertirse sus diferentes modalidades en cada caso.
Otros
estudios han elaborado el término “trabajo no clásico”, el cual incluye
trabajo asalariado y por cuenta
propia y pretende distinguir las antiguas ocupaciones de las nuevas
bajo un concepto ampliado
de trabajo. Entre las más importantes:
a) procesos de servicios en los que
el cliente, derechohabiente o usuario está implicado en el propio proceso de
producción y por lo tanto el control
sobre el proceso introduce un tercer agente que no es obrero ni empleador en el
propio proceso de producción; b) los trabajadores
desterritorializados, como la venta a domicilio que subvierten los conceptos de
jornada de trabajo y de espacio productivo, y por lo tanto de cómo se controla; y c) la producción meramente de símbolos, como la generación de
espectáculos públicos o de software no sujetos históricamente a una etapa
taylorista y fordista y que siguen dependiendo
en buena manera
de las cualidades del trabajador (De la Garza, 2011).
En el presente ensayo,
dedicado al empleo y no al análisis
de las diversas formas
de trabajo, se utilizará los términos precario, informal y vulnerable, ya que resultan útiles desde la perspectiva de
los derechos humanos y de políticas públicas.
Permiten
reconocer la ausencia
de derechos adquiridos que deberían gozar los trabajadores desde la perspectiva
de las organismos internacionales como la OIT, y evaluar las decisiones de los órganos del estado como los parlamentos (al emitir o abrogar leyes)
y de los gobiernos (en materia de fomento y protección al empleo).
Empleo vulnerable y economía gig
Para
la OIT, según su informe más
reciente , la mayor preocupación es el empleo vulnerable. Actualmente el 42% del empleo total en 2017 es vulnerable, sumando unos 1,400 millones
en todo el mundo. Crecen
a un ritmo de 11 millones cada año.
Formas
de empleo vulnerable e informal prevalecen tanto en sectores declinantes (como
la agricultura) como en sectores en crecimiento (servicios de
mercado, market services),
particularmente en el comercio al mayoreo
y menudeo, en los servicios de hotelería y de venta de
comida, transporte, almacenamiento y comunicaciones, donde proliferan las
empresas de franquicia y la subcontratación.
En
los últimos años, se ha extendido un esquema de contratación vulnerable que
varios empiezan a llamar como la “gig
economy”6. Un término polémico que se utiliza de manera descriptiva y que no tiene todavía
una traducción al español que se caracteriza por: i) estar controlado por una plataforma digital, es decir se requiere necesariamente el intenet para
contratar los servicios de un trabajador; ii) se trata de trabajos temporales o a tiempo parcial,
es decir no son empleos
permanentes; iii) no se les
reconoce como trabajadores asalariados, sino por su cuenta o
“freelance”, que ofrecen sus servicios a una compañía
por
|
|
 |
6
La palabra
gig se utiliza en el lenguaje coloquial
en EUA para describir a un ejecutante o a un grupo
musical que tocaba
ocasionalmente por invitación o para sustituir
algún faltista. Después se
generalizó a todo el mundo del espectáculo. Cfr.
para el tema: Pew Research Center, (2016); Robert Reich, (2016); Slaughter,
Anne-Marie y Aubrey Hruby, (2017);
Spence, Michael y James y Manyika (2015).
medio de un contrato
mercantil, no laboral;
y iv) por lo tanto, el trabajador no tienen ninguna
prestación, ni seguridad social y la empresa puede prescindir de sus servicios cuando le parezca
sin ninguna obligación legal.
El
ejemplo clásico de la economía gig es
Uber, la empresa de taxis que se
contrata por medio de un teléfono celular y
que cumple con el trabajo de transportar al cliente de un lugar
a otro por un precio establecido entre el consumidor y el empleador.
Otra modalidad es la llamada
economía de plataformas (y se distingue de la economía gig) cuando se trata de profesionales de
alto nivel que tienen las mismas características pero con una diferencia
sustancial: el pago es más alto pues el trabajo que desempeñan es mucho más
calificado. Por ejemplo, diseñar programas (de contabilidad, de servicios
legales o de mercadotecnia o de diseño industrial) para una compañía.
Las
virtudes de este tipo de mercado de trabajo (de plataformas digitales o gig) radican, según se ha dicho, en que
ofrece flexibilidad en el horario
de trabajo y que a veces el servicio
o tarea se puede hacer desde el hogar u oficina del empleado sin tener
que desplazarse a la oficina
de la compañía. Las desventajas son obvias: no hay protección social
ni legal, se paga por la tarea realizada y no hay
un salario regular. Otro problema es que ni los
patrones ni los trabajadores pagan impuestos (como en el caso
de una relación asalariado formal)
lo que ha despertado también la molestia de los gobiernos. Fomenta
la economía informal
y la evasión fiscal.
La
expansión de la economía gig ha sido
vertical: según un estudio de McKinsey, el 15% de los
trabajadores de EUA y Europa forman
parte o han acudido a este tipo de mercado laboral basado en plataformas
digitales. Según el Pew Research Center, los trabajadores gig son más pobres en EUA que el conjunto: 49% de ellos
ganaban menos de 30 mil dólares anuales comparados con el 26% correspondiente al promedio de todos
los trabajadores adultos en activo.
El sector servicios y la desindustrialización.
El nuevo modelo
laboral es producto también de un cambio, producto de la globalización, en el
dinamismo sectorial de las economías del mundo. Así, en 2006, la
participación del sector de los servicios en el empleo mundial total llegó al
40% y, por primera vez, sobrepasó a la agricultura, mientras que el sector
industrial representó el 21,3% del empleo total, cifra virtualmente idéntica a
la de 1996.
La tendencia a eliminar puestos
de trabajo en la manufactura, independientemente de su
expansión productiva, ha sido una característica de los países desarrollados
desde el decenio de 1980. Esto
también ha venido ocurriendo en muchos países
en desarrollo, los cuales han sufrido una transferencia neta de puestos de trabajo del sector agrícola
al sector de los servicios.
“El mundo está pasando rápidamente a un sistema económico dominado por el sector de los servicios, en el que muchos puestos de trabajo tienen remuneraciones
bajas y son precarios, y no están cubiertos por mecanismos oficiales de protección social”7. Según Milanovic (2017), la
desigualdad salarial ha aumentado mucho más en los servicios que en la
manufactura provocando también una mayor desigualdad en los ingresos
debido a que en aquel
sector de la economía hay una mayor dispersión física de
los establecimientos y éstos son además de menor tamaño.
La OITconsideraquesehaproducidouna
desindustrialización precoz según la cual, en comparación con los países
desarrollados, los
países con menores ingresos registran una proporción descendente de empleo
industrial en etapas tempranas de desarrollo.
7
OIT (2018): “En
el sector servicios, el empleo a jornada parcial o el empleo y el trabajo
intermitentes son más comunes y los horarios de trabajo más difíciles de
regular. Ello ha sucedido particularmente entre los jóvenes que todavía
realizan algún tipo de estudios, y entre los trabajadores de más edad, que
permanecen en el mercado de trabajo voluntariamente o desean hacerlo por necesidad económica”.
Según
la información disponible, la porción del empleo en las manufacturas cayó 5% en los países desarrollados en las dos últimas décadas. Por su parte, los países de ingreso medio en el estrato
superior8 experimentaron una caída mayor del 6%, en el mismo lapso y se prevé
que decline aún más en los próximos años. Es probable que estas
tendencias se exacerben debido la adopción creciente de nuevas tecnologías, una mayor intensidad del trabajo y una creciente
demanda de fuerza de trabajo altamente calificada. Todo ello
hará más difícil
la competencia en los mercados
globales para los países en desarrollo y puede ser un
obstáculo para la reducción del empleo informal
y vulnerable.
Mercados de trabajo y desigualdades.
La desigualdad en los
ingresos entre el trabajo y el capital han venido aumentando desde el decenio de 1980 en la gran
mayoría de los países
del mundo9 (Ibarra, 2017; Tello &
Ibarra, 2012). Los salarios y beneficios de los trabajadores han tendido a declinar,
tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.
Este desplazamiento regresivo en la distribución funcional del ingreso
se debe al modelo de globalización capitalista pues en la medida en que la
competencia presiona los salarios hacia la baja, tiende a reducirse la
participación de la mano de obra en el
producto nacional. Igualmente, esa
competencia propicia la
contratación en condiciones más desventajosas para los trabajadores en países con distintos niveles
de desarrollo.
|
|
 |
8
En el informe de
la ONU (2018), los países fueron clasificados de acuerdo a su nivel de
desarrollo, medido por su ingreso
nacional per cápita,
en países de ingresos altos,
países de ingresos medios de estrato superior, de ingresos
medios estrato inferior, y de bajos ingresos. México se ubica en el
segundo grupo junto con otros 46 países como Argentina, Brasil, Colombia, Cosa
Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, Panamá, Paraguay, Perú, y Venezuela.
También forma parte de este grupo la República Popular China.
9
Sobre la desigualdad en el mundo,
entre otros, se encuentran los estudios de Stiglitz (2002, 2004 y 2017); Piketty (2014);
Rodrik (2017); y Reich (2008 y 2015).
El
modelo de globalización imperante y las nuevas formas de contratación han
aumentado la desigualdad no sólo entre el
trabajo y el capital; también han producido nuevas formas de exclusión. Destacamos tres: la que se da entre hombres
y mujeres; entre distintos
grupos etarios; y entre regiones,
tanto al interior de los países como entre
distintas naciones.
Mujeres. La participación de las mujeres
en la fuerza de trabajo ha aumentado
en todo el mundo: un mayor número de
puestos de trabajo están siendo ocupadas por personas del sexo femenino. A
pesar de ello, todavía es notable la diferencia entre ambos géneros en lo que
toca a su participación en el mercado
laboral. Actualmente, las mujeres sufren un déficit de participación de más del 26% respecto a los hombres.
Lo
más grave, sin embargo, es que la feminización de la mano de obra esté asociada
al aumento del carácter precario de los puestos de trabajo. Las mujeres tienden
a estar sobre representadas en el sector informal y en el empleo por cuenta
propia, donde las remuneraciones son más bajas, los puestos menos seguros, y
una cobertura escasa por la seguridad social.
En los países en desarrollo, en 2017, 82% de mujeres y sólo 72% de hombres
estaban colocados en empleos vulnerables Lo mismo sucede
en el sector servicios donde
también se concentra la ocupación de las mujeres.
Ello propicia que las trabajadoras se coloquen, con más frecuencia que los
hombres, en trabajos a tiempo parcial, por lo que suelen quedar excluidas de las estadísticas laborales e ignoradas por los sistemas
de inspección laboral.
El
trabajo mediante contratos externos o agencias intermediarias es otra tendencia
mundial conexa que afecta desproporcionadamente a las mujeres porque
su posición de negociación es más débil y por que ellas
están obligadas a cumplir con la jornada de trabajo doméstico para la atención
de sus familias. Todo ello ha
contribuido a que se mantenga la brecha
salarial de género en todo el mundo (OIT, 2018).
Jóvenes. Este grupo etario constituye
aproximadamente la mitad de la fuerza de trabajo desempleada del mundo, aunque
sólo representan una quinta parte del total de habitantes del planeta. Los
jóvenes menores de 25 años sufren una tasa de
desempleo de 13% frente a la de 4.3 que padecen los adultos A pesar del
envejecimiento de la población y de la caída de las tasas de natalidad, en el mundo en
desarrollo la tasa de crecimiento de la oferta laboral
que representa la incorporación
por primera vez de los jóvenes a este mercado
ha crecido todavía a tasas superiores al 3%,
mientras que la oferta de empleos se ha rezagado considerablemente. La falta de
empleos entre los jóvenes ha propiciado la extensión de la ocupación informal y
la migración. En América Latina, es uno de los problemas más graves que enfrenta la región
Migración y desigualdad regional. El movimiento mundial hacia una mayor desregulación social y liberalización económica ocurridos en las últimas décadas
ha ayudado también
a generar la migración, tanto
dentro de los países como en el plano internacional. La mayor parte de la
migración se produce en búsqueda de mejores perspectivas de vida y bienestar.
Esta migración por razones laborales, que se da fundamentalmente del Sur al Norte y de los países más pobres a los más desarrollados,
se realiza frecuentemente sin papeles
o de manera ilegal según el país receptor. Por ello, la
contratación de este tipo de trabajadores favorece los bajos salarios,
la subcontratación y la
precariedad e inseguridad en el empleo.
Propiciar el trabajo decente
En un contexto tan
complejo, en el que las tendencias del mercado global y las acciones del
Estados, han propiciado de diferentes maneras el deterioro de las ocupaciones y el empleo, la sociedad no se puede rendir.
Por ello, la OIT defiende
el
concepto de trabajo decente, digno o de calidad10.
Sólo
el fomento y protección del trabajo de calidad puede combatir eficazmente la
pobreza y debe entenderse como una condición
previa y necesaria para su erradicación. El crecimiento
económico por sí solo no resulta suficiente. El enfoque del trabajo decente o digno considera que las plazas de trabajo
deben cumplir con las normas
internacionales más importantes (discutidas y aprobadas en la OIT por sindicatos y empleadores y después
ratificados por los estados nacionales). Para lograrlo, se
requiere de un marco institucional fuerte en cada país o región, lo que supone
la revisión y ampliación permanente de
la reglamentación de la legislación laboral y asegurar su cumplimiento mediante
la inspección laboral y el acceso mejor
a una justicia bajo tribunales imparciales e independientes. También es indispensable garantizar la libertad,
la democracia y la transparencia sindical.
La OIT considera necesario cambiar el modelo
económico y ampliar la base productiva de las naciones
en desarrollo, sobre todo de aquellas que dependen demasiado
de la exportación de bienes
primarios (granos, alimentos, minerales o petróleo). Para ello se requiere aumentar los ingresos públicos y gastar mejor, ampliando la inversión pública,
sobre todo en infraestructura.
La
Organización con sede en Ginebra insiste en poner en práctica políticas de empleo basadas
en la mejora constante de los
|
|
 |
10 OIT (2016). Debe agregarse que, en el caso de México,
la Ley Federal del Trabajo recogió el término trabajo
decente desde 2012. Expresamente el artículo segundo
de este ordenamiento, dice:
“Las normas de trabajo tienden a conseguir el equilibrio entre los factores de la producción y la justicia
social, así como propiciar el trabajo digno o decente en todas las relaciones
laborales” Asimismo expresa que: “Se entiende por trabajo digno o decente aquel
en el que se respeta la dignidad del trabajador, no existe discriminación por
origen étnico o nacional, edad, discapacidad, condición social, condiciones de
salud, religión, condición migratoria, preferencias sexuales o estado civil; se
tiene acceso a la seguridad social y se percibe
un salario remunerador; se recibe capacitación continua para el incremento de la productividad con beneficios compartidos, y se cuenta con condiciones óptimas de seguridad e higiene prevenir
riesgos de trabajo”. Y agrega, finalmente, que: “El trabajo digno o decente
también incluye el respeto irrestricto a los derechos
colectivos de los trabajadores, tales como la libertad de asociación, autonomía, el derecho de huelga y de
contratación colectiva”.
niveles de calificación de los trabajadores y facilitar la transición
del empleo informal al formal, mediante diversos estímulos y políticas públicas. Finalmente, considera que la protección social debe tener un lugar central,
ampliando su cobertura sobre todo de aquellas
personas que no pueden trabajar
(por su edad o por enfermedad).
Esta
agenda, asegura, es la única que
puede garantizar una reducción de
la pobreza y la desigualdad, y evitar que el descontento social se canalice a gobiernos proteccionistas y ultra
nacionalistas de derecha.
Y con ello mejorar el desempeño de las democracias en las sociedades de
mercado. En otras palabras, sin empleos decentes o dignos y una agenda
pertinente para fomentarlos y protegerlos, no hay futuro de prosperidad, ni
democracia, ni paz social.
El panorama laboral en México
La crisis de la deuda
en 1982 puso fin al modelo Modelo de Industrialización por Sustitución de
Importaciones (ISI), también llamado modelo de Crecimiento hacia Adentro o, en
México, desarrollo estabilizador (entre 1952 y 1982), que se caracterizaba por la intervención del estado en el mercado
y una política redistributiva y
protectora de los trabajadores urbanos11, aunque bajo un régimen político
despótico que tenía como uno de sus pilares el control autoritario de los sindicatos. En su lugar empezó a
delinearse un esquema basado en la liberación
de los mercados, las privatizaciones y las políticas de ajuste macroeconómico. Fue una transición traumática. Entre
1982 y 1988 se presenta la caída salarial más pronunciada del siglo. Se iniciaba así un cambio
del modelo económico pero
11 Cfr. los trabajos de Enrique De la Garza (2010 y 2011),
Graciela Bensusán (2015) y Mora Salas y Orlandina
de Oliveira (2010).
Por mi parte he tratado
de abordar este asunto en dos
textos (2006 y 2016).
también en las
relaciones de los sindicatos con las fuerzas políticas y la reestructuración
productiva y del mercado de trabajo Se impuso la flexibilización de facto de
las relaciones laborales con el fin de lograr una mayor competitividad en los
mercados internacionales.12 El nuevo modelo se consolidó con el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN) en 1994.
Los
resultados, sin embargo, no han sido alentadores. En primer lugar, el crecimiento económico en México
ha sido bajo en este período,
sobre todo si lo comparamos con el crecimiento de las personas que se
incorporan por primera vez al mercado de trabajo. Así, la oferta
de nuevas plazas
de trabajo muestra
un rezago notable.
Tabla 1. Tasas de crecimiento del PIB, PIB per cápita
y de la población (en %)
|
1940/1970
|
1970/1981
|
1981/2000
|
2000/2015
|
PIB
|
6.2
|
6.8
|
2.1
|
2.0
|
PIB per
cápita
|
2.9
|
4.1
|
0.4
|
0.8
|
Población
|
3.2
|
2.6
|
1.9
|
1.1
|
Fuente: Cordera, (2016: 8)
La
comparación internacional tampoco resulta favorable: México creció muy por
debajo del promedio anual a nivel mundial y de los países emergentes entre 2000
y 2015 (Grupo Nuevo Curso de Desarrollo, 2015: 27 y 54) .
Las
razones por las cuales el país entró desde la firma del TLCAN en una senda de crecimiento lento han sido discutidas
por diversos autores. El hecho central es que el crecimiento “espectacular” (Cárdenas, 2015: 232-303) de las exportaciones no se reflejó en el
conjunto de la economía.
Según
un estudio sobre la formación de capital en México, “el redireccionamiento hacia afuera
del motor de expansión no
12 Cfr., entre otros, Ibarra, David (2017), Bensusán
(2015) y Mora y Oliveira
Bensusán (2010).
se reflejó en mayor
dinamismo de la economía mexicana…”, pues “…en vez de elevar el ritmo de
expansión, la economía entró en una senda de lento crecimiento…”. El factor
decisivo en México, para explicar esto último se encuentra en el débil comportamiento de la inversión fija: entre 1988-2015
su ritmo de expansión fue la
mitad del que tuvo en 1961-1981.
Hay
que destacar que la inversión pública tuvo una caída más drástica: de 11 al
4.4% del PIB, es decir 7% en ese mismo periodo, arrastrando con ella la
inversión fija total. La caída de la
inversión pública jugó un papel determinante pues ésta ocurrió principalmente
en la infraestructura. Cayó como porcentaje del PIB del 2.4 en la década de los ochenta
a la mitad (1.2%) entre 2001 y 2006. La economía
mexicana era, entre las
mayores economías latinoamericanas, la que menos invertía en infraestructura (Moreno-Brid, et.al., 2016) .
La caída de la inversión pública
en infraestructura deriva
en buena medida de la baja carga fiscal lo que a su vez “impide gastar
en otros renglones destinados a los servicios públicos (agua, salud, educación
seguridad pública), necesarios para crecer más rápido”. A ello hay que agregar
la evasión fiscal y la salida recurrente de capitales a los paraísos fiscales13.
El mercado laboral
La “trampa
del lento crecimiento” nos ayuda a explicar también la dinámica del mercado
laboral en México.
La insuficiente tasa de
acumulación de capital
y su concentración en algunas
ramas económicas y áreas geográficas propició una caída de la ocupación
en el sector agropecuario de casi 1.7 millones de personas, la
13 Se estima que hay al menos 7.6 billones de dólares, alrededor
del 8% de la riqueza
mundial, depositados en distintos paraísos fiscales. La publicación de
los Papeles de Panamá y de las Bahamas han revelado parte de esta fenómeno. El escrutinio de esos documentos se ha hecho por el International Consotium
of Investigative Journalists (2017) y pude consultarse
en www.icij.org.
expansión de actividades por cuenta propia
y no remuneradas, y la emigración laboral hacia EUA14. La economía informal y la fuga masiva
de fuerza de trabajo hacia nuestro vecino
del norte explica los bajos
niveles de desempleo comparados con otros países de la región latinoamericana.
Por
otra parte, hay que destacar que el crecimiento del empleo en establecimientos
formales ha sido más lento que en los micronegocios sin establecimiento entre
1995 y 2008. Así, el aumento de la población ocupada y asalariada respecto de la población económicamente activa (PEA)
total se refugió en los negocios de más baja productividad (micronegocios) que suman casi la mitad de la población ocupada, y no, como pudiera
pensare en las empresas
más modernas ligadas
a la exportación; con ello se
expandió también el empleo más precario. Lo que podríamos considerar el sector más moderno de la economía
compuesto por los establecimientos grandes15 representaron apenas entre
el el 10 y el 11% de la
población ocupada no agropecuaria en los últimos años.
|
|
 |
14 Según datos de Consejo Nacional de Población (Conapo)
(2012) la población nacida en México que se fue a radicar a EUA aumentó
en 4.9 millones de personas
entre 1990 -2000 y
en 2.6 millones entre 2000 y 2010, lo que hace un total, en estos 20 años, de 7.5 millones con un promedio anual de 375 mil mexicanos
migrantes. En lo que toca más precisamente al mercado laboral, las
cifras muestran que en 2010 habían emigrado a EUA un total acumulado de 11.1
millones de personas mayores de 15 años.
15 Se consideran bajo esta denominación a las unidades
económicas que tienen de 251 y más trabajadores en cualquier sector de
la actividad económica.
Tabla 2. Población ocupada
no agropecuaria en diversos establecimientos 1995-2017 (en miles
de personas y en %)
|
Ocupada
no agropecuaria (a)
|
Ocupada en Micronegocios (total) (b)
|
Ocupada en Micronegocios
sin establecimiento (c)
|
Ocupada en negocios con Establecimiento (d)
|
Ocupada en Grandes negocios (e)
|
1995
|
24 871.7
|
11 982
|
6 541
|
10 329
|
ND
|
2008
|
38 426.3
|
18 665
|
10 078
|
15 268
|
4 053.3
|
2017
|
43
544.8
|
20
734
|
11 517
|
17 987
|
4 773.3
|
Tasas cto %
|
(a)
|
(b)
|
(c)
|
(d)
|
(e)
|
2017/1995
|
3.4
|
3.3
|
3.46
|
3.37
|
ND
|
% del total
|
|
|
|
|
|
1995
|
100
|
48.2
|
26.3
|
41.5
|
ND
|
2008
|
100
|
48.6
|
26.2
|
39.7
|
10.5
|
2017
|
100
|
47.6
|
26.4
|
41.3
|
11
|
Nota: En la
población ocupada no agropecuaria no se incluyen gobierno y otros.
Fuente: V
informe de gobierno (2017) con base en datos de INEGI-ENOE
Los
niveles de empleo han tenido oscilado en los últimos años. Después de los años
de crisis y desempleo masivo de los años
ochenta, se observó un ligero repunte entre 1995 y 2004; luego vino la gran recesión
mundial y sus impactos se sintieron
en México sobre todo entre 2009 y 2011.
La recuperación del empleo que observamos desde
hace unos años se refleja en la caída
de la tasa de desocupación16. Aún así, en 2017,
todavía era mayor
el número de personas que se ocupan en los micronegocios que en los
establecimientos formales. Además, se puso en marcha una formalización de
empleos, lo que ha elevado el número
de asegurados en el IMSS a un ritmo más elevado que el número
de trabajadores asalariados17.
A
pesar de estos avances, la estructura del empleo se ha mantenido casi sin cambios. La mayoría de la fuerza de trabajo se ubica en el sector servicios
(más del 60% de la población ocupada), en los micronegocios y en la economía
informal. Según el Coneval, la
tasa de informalidad medida por el INEGI no
se modificó sustancialmente entre 2005 y 2017, manteniendo niveles de alrededor del 60%.
En cuanto al empleo vulnerable, la OIT calcula para el caso de México que afectaría en 2018, a
15.5 millones de personas, es
decir el 27% del total ocupado (Coneval,
2018; OIT, 2018).
16 Ésta se redujo de 5.3% en 2010 a 3.3 en
2017.
17 Entre enero de 2013 y febrero de 2018 la cifra de asegurados en el IMSS había aumentado en 3.6 millones de asegurados.
Sin embargo, el número de asalariados aumentó en 2.7 millones. La diferencia se explica por la formalización de empleos ya existentes. Según
el IV Informe de gobierno (2016),
“entre diciembre de 2012 y mayo de 2016 se crearon 1 millón
900 mil empleos formales gracias a que se pudieron inscribir en el IMSS ese
número de trabajadores… debido a la simplificación y digitalización de 18 trámites”. Esta cifra no fue
confirmada en el V Informe
que señala que entre el cuarto trimestre
de 2012 y el segundo trimestre de 2017 se formalizaron “más de medio millón de puestos de trabajo”.
Tabla 3.
Ocupación de los asalariados por sector económico en México
y en el mundo 1992- 2017 (en % del total)
México
|
Mundo
|
|
Industria
|
Servicios
|
Agricultura
|
Industria
|
Servicios
|
Agricultura
|
1992
|
24 %
|
50%
|
27%
|
24%
|
34%
|
43%
|
2007
|
27
|
61
|
13
|
24
|
44
|
33
|
2017
|
27
|
61
|
13
|
24
|
51
|
26
|
Tomando en cuenta sólo lo trabajadores asalariados alrededor
del 45% carecía de
servicios de salud lo cual quiere decir que no está afiliado al IMSS ni a
ninguna otra institución pública (Instituto de Seguridad
y Servicios Sociales
de los Trabajadores del Estado (ISSSTE); Fuerzas Armadas, institutos
estatales, etc.); alrededor del 37% no tenía prestaciones como vacaciones,
aguinaldo, pago de séptimo día, etc.; y casi el 45% carecía
de un contrato escrito
por lo que las prestaciones y el salario
se pactan verbalmente. Además,
alrededor de 15 millones de trabajadores
laboraban más de 48 horas a la semana, es decir casi el 15% del total. Otro
indicador que resulta muy importante se refiere a la tasa de rotación que en México
es más elevada que en otros
países. Según la Secretaría del Trabajo
y Previsión Social
(STPS) “menos del 15% de los trabajadores permanecen más de 25 meses en su empleo.
Seis millones de personas entran
y salen del IMSS al año, aunque un 65% se
reincorpora a un trabajo antes de 8 semanas. De éstas, 50% son renuncias
voluntarias, por lo que no reciben ninguna indemnización, y sólo 20% acuden a la justicia de los tribunales laborales (Martínez, 2016). El número de trabajadores eventuales también
ha ido en aumento según cifras del IMSS: en diciembre de 1997 representaban el
4% del total y en febrero de 2018 el
14.5 por ciento.
No
sorprende entonces que los trabajadores mexicanos tengan, en su conjunto, un nivel
de capacitación mediocre: apenas el 19% es considerado nivel alto pero en el otro extremo
el 23.5 es bajo,
situación que ha venido empeorando en los últimos años (tabla 4).
Los salarios y la calidad del empleo
La estructura del
mercado laboral está sustentada también en un esquema de salarios bajos que ha
imperado desde la crisis de 1982. El primer indicador de lo anterior se refleja
en el comportamiento del salario
mínimo legal, el cual ha conocido una caída en términos reales
de más del
70% desde 1977
a pesar de un ligero aumento
real después de 2014, de alrededor del 6 por
ciento18.
Los salarios medios, en cambio, después de una caída
muy pronunciada en los
años ochenta y noventa tuvieron
una recuperación a finales de esa última década y sobre todo en los primeros
años del siglo XXI. La recuperación de los salarios medios y de la industria de
la transformación sin embargo no llegó a los niveles
previos a la crisis de 1994. Peor aún, los avances obtenidos a principios del
siglo XXI se revertieron después de 2008. Además, se perdieron los
puestos de trabajo mejor pagados que fueron
sustituidos por empleos con una menor
remuneración. Actualmente, casi 70% de los asalariados ganan hasta 3 veces el salario mínimo
diario (SMD). En el otro extremo, menos
del 5% del
total de los asalariados ganan
más de 5 SMD (De la Garza, 2010; INEGI-ENOE, 2018).
Según
el Informe 2018 de Coneval, el
promedio anual del salario de los trabajadores afiliados al IMSS aumentó
en términos reales entre 2000 y 2008, pero desde entonces
hasta 2017 se ha
mantenido sin cambios
(a precios constantes de agosto de 2017) .
18 Una revisión histórica de la evolución de los salarios
mínimos y contractuales desde principios del siglo XX se ofrece en Escobar, S. (2016); el último dato corresponde al
informe de Coneval (2018).
Tabla 4.
Niveles de Competencia de la fuerza
de trabajo en México en los años 2000 y 2017 (en miles de personas
ocupadas y en %)
|
Total
|
Nivel 3 (alto)
|
Nivel 2 (medio)
|
Nivel 1 (bajo)
|
% Total
|
% 3
|
% 2
|
% 1
|
Total
|
2000
|
39 304
|
6931
|
25 559
|
6813
|
100.0
|
17.6
|
65.0
|
17.3
|
Total
|
2017
|
56040
|
10607
|
32 253
|
13179
|
100.0
|
18.9
|
57.6
|
23.5
|
Fuente: OIT, (2018)
Incluso
en las empresas más productivas y volcadas a la exportación, como la
automotriz, los trabajadores gozan de salarios bajos y éstos no tienden
a no aumentar, como los señala
Bloomberg (2017). Según este reporte, en 2014, la empresa BMW logró negociar un contrato colectivo, incluso antes de que
empezara a operar la fábrica, con un salario inicial de un 1.10 dólares por
hora y un salario máximo de 2.53 dólares para los trabajadores de la línea de ensamblado. El reportaje agrega que
los obreros mexicanos ganan alrededor de una décima
parte de lo que ganan sus
homólogos estadounidenses y no les alcanza para el sostenimiento de sus
familias (Bloomberg, 2017).
En resumen,
la calidad del empleo ha empeorado a pesar de una recuperación cuantitativa (tabla 5).
Según
la tabla 5; elaborada por el BID; la calidad de los empleos y la ocupación de México está en los últimos lugares
en América Latina, muy lejos de los punteros
Uruguay, Chile, Brasil y Argentina y pegado a los países
vecinos de Centroamérica, El Salvador,
Guatemala, Honduras y Nicaragua. Las peores calificaciones no están en el subíndice
de cantidad sino en el de calidad.
En los rubros de informalidad y bajos salarios, México está muy por debajo del
promedio de AL.
Desigualdades
El bajo crecimiento económico, la debilidad de la oferta
laboral en los sectores más dinámicos y modernos, la precarización
general del empleo, la caída de la masa salarial y la debilidad institucional han propiciado una mayor desigualdad y exclusión laboral19.
Lo anterior se puede observar en la desigualdad entre
19 Mora Salas y Oliveira, 2010: 131. De manera más
amplia, sobre la evolución de la desigualdad y la pobreza en México y los retos
sociales y políticos que ello implica, cfr.
Cordera, 2017.
294
Tabla 5. Índice de mejores trabajos (BID)
América
Latina (AL) y México
|
Año
|
Desagregación
|
Particip. Laboral
|
Ocupación
|
Subíndice Cantidad
|
Formalidad
|
Salarios suficiente
|
Subindice calidad
|
Indice mejores trabajos
|
América Latina
|
2015
|
total
|
76.96
|
71.29
|
74.13
|
33.51
|
46.72
|
40.11
|
57.12
|
México
|
2015
|
total
|
74.16
|
70.71
|
72.43
|
22.99
|
33.20
|
28.10
|
50.26
|
AL
|
2015
|
Mujeres
|
74.16
|
70.71
|
72.43
|
22.99
|
33.20
|
28.10
|
50.26
|
México
|
2015
|
Mujeres
|
55.87
|
53.94
|
54.91
|
16.63
|
23.04
|
19.83
|
37.37
|
AL
|
2015
|
Hombres
|
91.28
|
85.43
|
88.36
|
39.89
|
58.17
|
49.03
|
68.69
|
México
|
2015
|
Hombres
|
94.14
|
88.73
|
91.43
|
29.95
|
44.51
|
37.23
|
64.33
|
AL
|
2015
|
Jóvenes
|
76.53
|
64.25
|
70.39
|
22.39
|
32.46
|
27.43
|
48.91
|
México
|
2015
|
Jóvenes
|
74.31
|
68.05
|
71.18
|
15.36
|
17.79
|
16.57
|
43.88
|
AL
|
2015
|
Adultos
|
76.98
|
72.97
|
74.98
|
36.18
|
50.21
|
43.20
|
59.09
|
México
|
2015
|
Adultos
|
73.98
|
71.27
|
72.62
|
24.96
|
37.26
|
31.11
|
51.87
|
Fuente: Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), (2015).
regiones, entre los
géneros (por una mayor precarización del empleo en el caso de las mujeres) y
desde luego en la relación entre capital y trabajo.
Antes de la crisis
de 1982, la participación de los salarios
en el
PIB había llegado
a poco más
del 40% para
luego caer en los
ochenta a menos del 30%. Se elevó poco más de esta cifra entre finales del siglo XX y principios del XXI para
luego caer otra
vez por la crisis
mundial hasta alrededor del 27% (Samaniego, 2016). Según el informe más
reciente de Coneval, la masa salarial es decir el monto total
de las remuneraciones laborales que reciben los hogares a nivel
nacional (lo que incluye a trabajadores rurales y urbanos) se mantuvo inamovible entre 2005 y 2017.
Mujeres
La desigualdad entre géneros se refleja en los índices
de cantidad y calidad. Las
mujeres se han incorporado al mercado laboral cada vez más en diversas ocupaciones pero la desigualdad sigue siendo alta en relación con los hombres. Más grave aún,
dado que el modelo exportador, basado en bajos salarios y
escasos empleos de calidad, han llevado a los hogares a tratar de
completar sus ingresos con el trabajo de otros miembros de la familia, se ha
forzado a que las mujeres
se ubiquen principalmente en el sector servicios, en la economía
informal, y en la industria maquiladora por lo que esa incorporación se ha dado en
condiciones cada vez más precarias. Debe subrayarse también
que las mujeres
que trabajan en el sector
formal de la economía, aunque cuenten con puestos de trabajo más estables,
siguen sufriendo de discriminación, diferencias salariales, y diversas agresiones a su dignidad,
como el acoso sexual, sin que éstas sean sancionadas
adecuadamente por la ley.
Tabla 6.
Participación en el mercado de trabajo de mujeres y hombres: México 2017 (en % del total de cada género)
|
Mujeres
|
Hombres
|
Tasa
particip fuerza de trabajo /(PEA)
|
43.4
|
77.7
|
Ocupados/PEA
|
41.7
|
74.7
|
Asalariados
total
|
36
|
64
|
Fuente: OIT,
(2017).
A todo
ello hay que destacar que la distribución del tiempo de trabajo remunerado y no remunerado es desigual entre
mujeres y hombres. Este fenómeno ha persistido a través de los años, ya
que las mujeres destinan más tiempo al trabajo no remunerado
de los hogares. Como resultado de ello, además
de las diferencias salariales en empleos similares, las mujeres
enfrentan serios obstáculos para participar en el mercado
laboral en igualdad
de condiciones que los hombres. En 2014, el valor del trabajo no
remunerado de las mujeres representó 24.2 por ciento del PIB de México20.
Jóvenes
La desigualdad en el caso
de los jóvenes se refleja
en primer lugar en la tasa de desocupación que era muchos
más elevada, casi el
doble que el total (7.7 vs. 3.9) en 2016, aunque su participación
en la PEA sea inferior.
Pero en comparación al promedio
de AL, los jóvenes
mexicanos sufren especialmente por la informalidad laboral y los magros
salarios. En 2017, del total de personas jóvenes ocupadas, 59.9% se encontraban en empleos informales (Coneval, 2018).
20 Información de la Cuenta Satélite del Trabajo No
Remunerado de los Hogares en México, INEGI. Citado
por Coneval (2018).
Tabla 7. (en % respecto al total nacional)
|
Jóvenes
|
Total
|
% PEA
|
44.2
|
59.7
|
Desocupación %
|
7.7
|
3.9
|
Fuente: Elaboración propia,
(2018).
La
situación laboral de la juventud ha sido una de las causas más importantes de la migración, el aumento
de la delincuencia, y representa uno de los problemas sociales más importantes del país.
Pobreza laboral
La desigualdad ha ido
acompañada también por una pobreza laboral crónica. Según el informe de Coneval (2017), el ITLP-IS
(Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza) aumentó de 0.85 antes de la crisis a más 1.10 para luego
caer moderadamente hasta poco menos de 1.05 a finales
de 2016. Según el mismo estudio, y para
mayor precisión, el ingreso laboral
per cápita registró una pérdida real, con base en los precios de la canasta
alimentaria, de 26% entre
principios de 2007
y el segundo semestre de 2016.
Por ello el porcentaje de población a nivel nacional
con ingreso laboral inferior
al valor de la canasta
alimentaria llegó a 41% en el cuarto trimestre de 201721.
La persistencia de la pobreza
en México está
sin duda asociada al rezago en la creación de
empleos y a la baja calidad de la ocupación.
La estrategia ha recaído en la ejecución de programas
sociales de carácter asistencial, focalizados a ciertos grupos
de la población, y no se ha fomentado la creación de trabajos decentes o de calidad.
Sus resultados no han sido
satisfactorios: el número de mexicanos pobres ha seguido aumentando.
21 Según Coneval,
el ITLP refleja el poder adquisitivo del ingreso laboral de los hogares
en relación a la canasta alimentaria. Si el ingreso
laboral aumenta más que el valor de la canasta alimentaria, el poder adquisitivo
del hogar mejora y el ITLP-IS tiende a bajar. De forma inversa, si el precio
de los alimentos de la canasta alimentaria aumenta más que el ingreso laboral, el poder adquisitivo
empeora y el ITLP tiende a subir.
La dimensión regional
Según Coneval, con datos actualizados hasta
2016, el porcentaje de personas que vivían
en pobreza era mayor a la media
nacional (43.6%) en 15 entidades. Con base en lo anterior y tomando como
criterio la proximidad geográfica, podemos dibujar una franja que abarca los estados de Michoacán, Guerrero,
Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla, Veracruz, Tabasco, y Campeche abarcando la
costa del Pacifico y el Golfo, así como el centro sur. Un territorio compuesto por nueve
entidades. Si agregamos a Quintana Roo y Yucatán22, el conjunto de esos once
estados, suman 25.5 millones
de personas en pobreza, es decir el 48% del total nacional. Tomando
en cuenta sólo las personas
en extrema pobreza sumarían
el 67% de todos los mexicanos que padecen
esta condición.
Hay desde
luego otras entidades donde los niveles
de pobreza son elevados,
sobre todo en el centro norte, pero podemos decir que las once entidades
mencionadas forman una porción
maciza y consistente del territorio nacional donde se concentra
la exclusión social. No es la única, pero si la más importante. Dentro de esta franja hay ciudades prósperas y ramas industriales dinámicas y de
exportación. Pero en su conjunto la población padece elevados índices de
marginación y grandes carencias sociales.
Las
diferencias se hacen más visibles si observamos otras regiones. Los estados
donde el número de pobres es, según los datos,
proporcionalmente menor incluyen a: Baja California Sur, Baja California, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Nuevo León
Aguascalientes, Ciudad de México, Jalisco
y Querétaro: otras
11 entidades en donde
podría decirse que se concentra la modernización y los niveles
de vida más altos. Aquí también
hay
22 Como lo hace el Programa Regional de Desarrollo
Sursureste 2014-2018 del gobierno de Peña Nieto. Cfr. Diario Oficial de la Federación. Programa Regional de
Desarrollo del Sur- Sureste 2014 – 2018, (2014) Cfr. Ros, Jaime (2016), pp. 167-169
pobres, pero en un porcentaje relativamente menor que va del 14 al
31% según la entidad de que se trate.
Como señala el diagnóstico publicado en el Plan Sur Sureste,
a diferencia del resto del país, en la entidades
de esta región,
sus habitantes se encuentran dispersos en zonas
rurales pues casi la mitad
vive en localidades menores a 2,500 habitantes, mientras que a nivel nacional sólo lo hace el 28%. Salvo
excepciones, aquí se presenta una insuficiente y deteriorada red carretera,
ferroviaria, marítima y aeroportuaria. En una palabra, la infraestructura
productiva es atrasada e insuficiente.
Asimismo,
existen pocos motores económicos o polos de desarrollo
y éstos se reducen básicamente a la industria
petrolera y el turismo. La agricultura, salvo algunas
excepciones, padece en general, de bajos niveles de desarrollo, compuesta por
pequeños productores de baja rentabilidad. En otras actividades también predominan las
ocupaciones de escasa productividad.
Los servicios financieros y el acceso
al crédito son muy limitados. No es entonces sorprendente
que este conjunto de entidades tenga una baja participación en el PIB nacional:
poco más del 20%, y que no existan
suficientes empleos formales.
De acuerdo con el IMSS, apenas
representan el 17% del total nacional. Consecuentemente, en 8 estados
de esta franja,
el porcentaje de población con ingresos laborales inferiores al costo
de la canasta alimentaria es de los más elevados del país y oscila entre 71 y el 49%, por encima de la media nacional (41%).
A
todos los problemas mencionados, debe agregarse un acceso deficiente a las instituciones públicas sanitarias, así
como bajos niveles de escolaridad. Lo mismo sucede
con la vivienda y los servicios esenciales que requieren
las familias. En cobertura
de agua y drenaje, por ejemplo, esta región se encuentra por debajo de la media nacional.
En
síntesis, hay un patrón de desarrollo que ha convertido a esta región en la
menos productiva y la de mayor atraso. Hasta
ahora, el modelo
de crecimiento imperante
ha favorecido
principalmente a las industrias exportadoras de manufacturas, marginando al resto de las
actividades productivas23.
Políticas de protección y fomento al empleo
En varios países, los
gobiernos han tratado de compensar los efectos de la globalización y de las
políticas neoliberales con medidas destinadas a proteger el empleo y contener el desempleo.
Algunas de estas medidas vienen del viejo Estado de Bienestar y se han
conservado. Otras han buscado renovar las políticas públicas y adaptarlas a las
nuevas condiciones.
Vale la pena revisar, brevemente, el caso de América Latina. En los años sesenta, en esta
región, se entendía por política de empleo simplemente el conjunto de medidas adoptadas con el fin de
elevar el ritmo de absorción de mano de obra en la economía. Se pensaba que, con el tiempo,
la tasa de desempleo sería cada vez menor en la medida
en que la economía fuera creciendo. De acuerdo con esta perspectiva, las
políticas de empleo deberían dirigirse a lo que ahora llamamos
el sector formal (Tokman, 2004). Esta forma de ver las cosas
respondía a un modelo económico que crecía a ritmos aceptables. El crecimiento
industrial en AL, se consideró entonces, seguiría expandiéndose hasta absorber a casi toda la mano de obra disponible.
En
las últimas décadas, sin embargo, desde que se inició la fase de inestabilidad y lento crecimiento en los años ochenta, se ha
hecho patente que tal visión
resultó insuficiente. La debilidad
de la demanda de fuerza de trabajo y la generalización del trabajo de baja calidad,
dio lugar a una expansión muy acelerada de la
ocupación informal en el sector urbano. Frente a esta nueva situación, las
políticas de fomento al empleo deben ser revisadas. Los esquemas
de asistencia basados
exclusivamente
23
Cfr.
dos ensayos sobre el trabajo
precario en distintas
regiones del país que fueron elaborados
por: Barrón Pérez, María Antonieta
(2013), y Cuchcatla Méndez, Cristina (2016)
en prestaciones
económicas y transferencias han demostrado ser
insuficientes. De ahí la necesidad de renovar y fortalecer las políticas
de fomento activas y pasivas.
Como
se recordará, esta clasificación surgió en Europa en los años ochenta del siglo
pasado ante la crisis de los modelos tradicionales y el creciente
desempleo estructural. Las políticas
activas buscan incidir directamente en la demanda de trabajo mediante incentivos económicos y fiscales para que
las empresas realicennuevascontrataciones oporlomenosparaquemantengan la
plantilla laboral sin recortes. Adicionalmente, se han creado programas de capacitación y servicios de intermediación entre
el empleador y el buscador de empleo (como
las bolsas de trabajo).
Debe subrayarse que la capacitación es uno de los instrumentos mejor evaluados por los gobiernos y los empleadores. Gracias a ella, “el
trabajador adquiere mayores competencias y se torna más necesario, aporta más valor a la empresa
y adquiere, por lo
tanto, mayor probabilidad de conservar
su puesto de trabajo….
Ello contribuye a atenuar el efecto del ajuste sobre
el desempleo” (Tokman, 2004: 166).
El segundo
tipo de políticas
de fomento al empleo, llamadas pasivas, ofrecen diversos apoyos
al trabajador: subsidios al desempleo;
esquemas de retiro anticipado; y fondos individuales de compensación.
Una de las más importantes es el seguro de desempleo, el cual ha sido considerado como uno de los pilares principales de los estados
benefactores: protege a los trabajadores contra los
peores efectos del
desempleo y actúa
al mismo tiempo como un estabilizador macroeconómico pues mantiene aunque sea a un nivel mínimo, la demanda
efectiva de un sector de la población trabajadora.
En
AL se destina una baja proporción de recursos tanto a las políticas laborales activas como a las pasivas, casi siete veces menos que en la Unión Europea (UE)
y seis veces menos que el promedio de países de la OCDE. La UE ha destinado en
las últimas décadas, para
políticas activas y pasivas, el 3.35% del
PIB
y los países de la
OCDE el 2.8%, lo que contrasta con lo que ha sucedido en la región
latinoamericana donde el gasto ha oscilado
entre el 0.3 y 0.4 % del PIB (Tokman, 2004). Dentro de este panorama desolador destaca México que destina prácticamente cero recursos a los
programas de empleo, política que se ha venido deteriorando en los últimos años.
Tabla 8. Gasto
público como % del PIB destinado a programas laborales
en Chile y México
|
México - 2015
|
Chile - 2015
|
Administración y Programas
|
0
|
0.03
|
Colocación
|
0
|
0.02
|
Capacitación
|
0.1-0
|
0.08
|
Incentivos
empleadores
|
0
|
0
|
Creación
empleos directos
|
0
|
0.05
|
Seguro
desempleo
|
0
|
0.36
|
Total
|
0.01
|
0.53
|
Políticas
activas
|
0.01
|
0.17
|
Políticas
pasivas
|
0
|
0.36
|
Nota: 0 se
refiere a nulo o menor al 0.005%.
Fuente: OECD, (2015)
Debilidad institucional
México presenta
además una gran debilidad institucional, manifiesta en una “cultura de
inobservancia de la legislación del trabajo” (Bensusán, 2015). Ello se refleja
en una vigilancia y aplicación de la ley por las autoridades del ramo
(inspección del trabajo) casi inexistente, pero también en la parcialidad,
morosidad y la corrupción endémica de la justicia laboral; el registro de
sindicatos y contratos bajo el consentimiento y directriz de los gobiernos
federal y estatales, anulando casi
totalmente la posibilidad de formar sindicatos independientes; la continuidad
de dirigentes electos antidemocráticamente en las
organizaciones gremiales; y, de manera destacada, la existencia de los
contratos de protección patronal24, el cáncer mayor que corroe la vida laboral en México.
Todo ello explica por qué en el México laboral del siglo XXI priva la simulación jurídica
en materia de sindicatos y contratos
colectivos. Y también la casi indefensión del trabajador que no cuenta con organizaciones, autoridades, ni tribunales de justicia
que lo apoyen.
De
esta manera, los bajos salarios y la precarización del empleo en México se han
generalizado tanto en las industrias grandes como pequeñas, en las grandes
corporaciones y en los establecimientos informales. En los micronegocios, como hemos visto, por su atraso
tecnológico y escasa
inversión en acervos
de capital, mientras que en las primeras se impuso por medio de la
flexibilidad de las relaciones laborales “implícita en el cambio tecnológico y
explícita en las nuevas formas de organización (del trabajo)” (De la Garza,
2010: 61), desde finales de los años
ochenta.
|
|
 |
24 Los contratos colectivos de protección patronal
son instrumentos jurídicos que se pactan sin el conocimiento de los
trabajadores entre un sindicato legalmente registrado y el patrón o representante de la empresa.
Contienen las prestaciones y derechos mínimos
que marca la ley y nunca son negociados con los representantes legítimos de los trabajadores.
Estos contratos simulan cumplir la ley, bajo
la apariencia de que existe una organización representativa de los trabajadores. Según algunos investigadores, 90% de los trabajadores
están contratados bajo este esquema ficticio (Bouzas & Gaitán, 2001;
Bouzas, 2009). Diversas organizaciones nacionales e internacionales han
mostrado su preocupación y repudio a estas
negociaciones simuladas, como la Federación Internacional de Trabajadores de
las Industrias Metalúrgicas, la IndustriALL Global Union, y la Organización
Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT). La OIT analizó las quejas (caso
2694 México) e informó que “en agosto
de 2013 se llevó a cabo una reunión entre la Confederación Sindical Internacional (CSI) y el Gobierno, en las que el Gobierno
reconoció que existen
los contratos de protección, pero señaló que no tienen
el carácter de un instrumento legítimo dentro de la ley. El
Gobierno se comprometió a dialogar con los sindicatos para buscar una solución
al respecto y para tomar
medidas para ratificar el Convenio sobre el derecho de sindicación y de negociación
colectiva, 1949 (núm. 98)”. Esto último no ha sucedido y las prácticas de negociación laboral
simuladas continúan afectando a la mayoría de los trabajadores.
Mantener
un régimen de ficción en el mundo laboral está provocando un alto costo social
y representa un importante déficit
democrático. La inexistencia de sindicatos representativos acentúa la
asimetría del poder entre patrones y trabajadores y provoca una ausencia de interlocución entre
los empleados, los empleadores y el Estado.
En México no existe diálogo
social y el malestar laboral no puede expresarse, ni hay quien lo escuche.
Conclusiones
El empleo
es uno de los problemas
más acuciantes y complejos
del mundo del siglo XXI. La liberación de los mercados ha impuesto un modelo laboral
que ha tenido efectos diversos
en el orbe. Aunque
en el proceso de globalización ha habido ganadores y perdedores25, en todo el mundo se han
propagado diversas formas de empleo
de mala calidad. Este deterioro se explica por la
nuevas formas de contratación aprovechando, en algunos casos, sobre todo en los países
desarrollados, las nuevas tecnologías de la información. En países en
desarrollo como México se ha conocido un desempleo crónico que ha encontrado
salida en la migración y la economía
informal, aunque también padecen nuevas formas de empleo precario
y ocupaciones vulnerables. La desigualdad creciente: una inusitada concentración del ingreso en un
minoría muy reducida no podría explicarse tampoco al margen de las condiciones laborales que han sido aprovechadas por los grandes consorcios multinacionales y los beneficiarios del libre
comercio de mercancías, servicios y capitales.
Esta situación ha provocado manifestaciones de
descontento social
muy variadas y el surgimiento de tendencias políticas de diverso signo. El malestar
con la democracia y los sistemas
25 Milanovic (2017), p. 31, afirma que los beneficiarios
de la globalización, además de las personas más ricas del planeta, han sido
también amplios grupos de ”personas de las economías asiáticas emergentes,
principalmente de China, India, Tailandia, Vietnam e Indonesia”, que vieron
aumentar su ingreso per cápita y sus salarios
reales.
políticos tradicionales se explican en la medida
en que éstos no han sabido
dar respuesta a los problemas
del nuevo siglo, sobre
todo la escasez y mala calidad de los empleos, y la desigualdad en los ingresos
y las condiciones de trabajo. Han surgido así posiciones extremistas de derecha
y al mismo tiempo nuevas expresiones sociales
y políticas que buscan reformas
encaminadas a construir una nueva globalización y a detener
la incertidumbre, el
desempleo y la falta de protección laboral.
México
forma parte de este panorama mundial con sus propias características. En nuestro
caso, el problema del empleo radica
tanto en su cantidad como en su calidad. Ello obedece a diversas razones: en primer lugar por la forma en que nuestro
país se ha insertado en el mercado
mundial, a través
de la exportación de manufacturas y los tratados
comerciales, fundamentalmente
el TLCAN. Junto a ello, se desplegado un manejo de la economía y de las políticas laborales que
han buscado atraer inversiones con base en una deterioro
constante y sistemático de la calidad del empleo. También ha contribuido la debilidad de las
instituciones públicas y la ausencia de organizaciones sindicales representativas.
Para hacer
frente a esta
situación se requiere, como lo manda el orden legal vigente,
poner en el centro de las políticas públicas el fomento y la protección del empleo decente, digno
o de calidad y, en consonancia con lo anterior,
llevar a la práctica un plan
integral que incluya,
entro otros, los siguientes aspectos:
a)
Un nuevo curso de desarrollo económico26 que, en síntesis, enrumbe al país hacia un mayor crecimiento económico basado en la inversión pública en infraestructura y una mayor
regulación de las políticas sociales para mejorar la
distribución del ingreso y los niveles de salud,
educación, vivienda y servicios públicos. Especial atención deberá ponerse en la necesidad de superar la desigualdad regional.
26 Los documentos y textos del GNCD disponibles en nuevocursodedesarrollo.unam.mx.
b)
Una política laboral que se apoye en tres ejes : un fortalecimiento de las funciones institucionales como la
inspección del trabajo; una
política de fomento al empleo basada en políticas
activas y pasivas,
con recursos, tecnología y medidas adecuadas a la realidad laboral; y
que el gobierno asuma un nuevo papel de facilitador del diálogo social para
fortalecer la bilateralidad contractual. Esto último significa que debe abandonar la función que
tradicionalmente ha jugado, consistente en apoyar y proteger a dirigentes y grupos
sindicales no representativos, y en hacer caso
omiso de su obligación de hacer cumplir la ley para tratar de satisfacer a los empleadores y dar la apariencia
de una paz laboral absoluta.
c)
Un fortalecimiento de la legislación laboral encaminada a
mejorar la justicia laboral y la libertad sindical. Un paso alentador en este
sentido fueron las reformas constitucionales de febrero de 2017,27 pero éstas no han concluido en
las reformas correspondientes a los
ordenamientos secundarios, particularmente la
|
|
 |
27 El 24 de febrero de 2017 se publicó en el Diario
Oficial de la Federación la reforma constitucional más importante en materia
laboral desde 1917. Una reforma que cambia sustancialmente
aspectos centrales: primero, la justicia laboral (aunque únicamente para los
trabajadores del sector privado), eliminando las juntas de conciliación y
arbitraje tripartitas que ahora estará
a cargo de tribunales laborales
locales y federales del Poder Judicial
que deberán actuar bajo los principios de “legalidad, imparcialidad, trasparencia, autonomía e independencia”. En segundo lugar,
se crea una nueva institución para el registro
de todos los sindicatos y los contratos colectivos, un organismo descentralizado que tendrá
“plena autonomía técnica, operativa, presupuestaria, de decisión
y de gestión” y operará
bajo los principios de
“certeza, independencia, legalidad, imparcialidad, confiabilidad, eficacia,
objetividad, profesionalismo, transparencia y publicidad”. Finalmente, para la
resolución de conflictos entre sindicatos, la elección de dirigentes y, muy importante, para solicitar la firma
de un contrato colectivo, se requerirá el voto de los trabajadores “personal,
libre y secreto”. Sin embargo, hasta el momento de redactar este escrito, el
Congreso de la Unión no había llevado a cabo las reformas a la Ley Federal del
Trabajo que permitirían implementar los mandamientos constitucionales. Ello ha
provocado ya un vació legal y llevará, necesariamente, a retrasar su
cumplimiento. Pero aún, la Cámara de Senadores había recibido un proyecto
de dictamen elaborado
por una parte del grupo parlamentario
del PRI que contradecía los avances de la reforma constitucional. Hay pues, en
estos momentos, una gran incertidumbre sobre el futuro
de las nuevas instituciones del trabajo.
Ley Federal del
Trabajo. El Congreso debe también revisar y proponer nuevas disposiciones legales
y
las previsiones presupuestales necesarias para la protección de los trabajadores
informales, precarios y vulnerables, así como de otras formas de trabajo no
pagadas, lo que supone por ejemplo el reconocimiento
del trabajo de cuidado de personas, tal como lo hizo ya la Constitución de la
Ciudad de México aprobada recientemente. Entre otros
temas, es necesario volver a poner en la mesa de los debates
del Congreso el seguro
de desempleo, pero también otras propuestas como la renta básica universal. También merecen revisarse los mecanismos institucionales de decisión
del salario mínimo legal.28 Un tema aparte, que no se ha
tocado en este ensayo, se refiere a la necesidad ineludible de ajustar
o reemplazar el sistema pensiones contributivo vigente, impuesto desde 1995.
d)
Un diálogo social
inclusivo y transparente que permita un acuerdo
fundamental para ponerle
tiempo y plazos a
las reformas necesarias, tanto de las políticas públicas como de la legislación laboral.
Por ejemplo, y de manera urgente, el aumento del salario mínimo legal, de tal
manera que en un plazo relativamente corto alcance el monto suficiente para
adquirir la canasta alimentaria y no alimentaria. Para que este diálogo social tenga efectos positivos se
requiere la participación de
organizaciones representativas de los trabajadores y empleadores.
28
En otro ensayo he considerado la conveniencia de que sea el Congreso
de la Unión y no una
comisión tripartita o la decisión
unilateral del Ejecutivo
el encargado de definir los salarios
mínimos legales. Cfr. Escobar, Saúl (2016).
Referencias
Banco
Interamericano de Desarrollo (BID). (2015). Índice
de Mejores Trabajos, cifras
de 2015. Disponible en: http://www.
mejorestrabajos.iadb.org
Barrón,
M. A. (2013). Trabajo decente,
trabajo vulnerable y trabajo precario entre
la población ocupada
de los municipios de Colima y Villa de Álvarez
del Estado de Colima, México. Una visión de género. En Géneros. Revista de investigación y divulgación. (14) Época 2 Año
21/ Septiembre de 2013-Febrero de
2014, 100-118
Bensusán, G. & Middlebrook, K. (2013).
Sindicatos y política en México. FlaCso México.
Bensusán, G. (2015). Los mecanismos de fijación de los salarios mínimos en México en una
perspectiva comparativa: el marco institucional y los actores sociales. En
Mancera, M.A. (Coordinador), Del salario mínimo al salario digno pp. 205-
253. México: Consejo Económico y
Social de la Ciudad de México.
Bloomberg,
L. (2017). ¿Por qué no están prosperando
los trabajadores mexicanos de la industria automovilística?. Disponible en:
https://www.bloomberg.com/latam/blog/ por-que-no-estan-prosperando-los-trabajadores-mexicanos-
de-la-industria-automovilistica/
Bouzas,
A. (2009). Evaluación de la Contratación
Colectiva en el Distrito Federal. UAM,
Fundación Friedrich Ebert Stiftung, México.
Bouzas,
A. & Gaitán, M. (2001). Contratos colectivos de trabajo de protección. En
Bouzas, A. (comp.), Democracia sindical pp.
49-66. México: IIE-UNAM
Cárdenas, E. (2015). La economía mexicana
en el dilatado siglo XX, 1929-2010. En Kuntz, S. (Coord.), La economía
mexicana 1519-2010. pp. 232-303. México: El Colegio de México.
Cepal/OIT
(2017) Coyuntura
laboral en América Latina y el Caribe.
La transición de los jóvenes de la escuela al mercado laboral. Octubre
2017.
Coneval. (2017). Índice
de la tendencia laboral de la pobreza al cuarto trimestre de 2017 [Base de datos] Disponible en: www. coneval.org.mx
Coneval.
(2017). Informe de evaluación de la política de desarrollo
social 2018 [Base de datos]
Disponible en: www.coneval.org. mx
Cordera, R. (2016). La “gran
transformación” mexicana: historia
y desafíos. México: Cuadernos
de Investigación en desarrollo,
PUED-Universidad Autónoma de México.
Cordera, R. (coordinador general). (2016). Más allá de la crisis.
El reclamo del desarrollo. FCE, México.
Cordera, R. (2017). La perenne desigualdad. FCE, México.
Cuchcatla,
C. (2016). La precariedad del empleo en
México: un análisis comparativo entre Baja California y Oaxaca. Tesis Maestría en estudios de población. El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, B.C.
De
la Garza, E. y Nefta, J.C. (Comp.). (2010). Trabajo y modelos productivos en América
Latina Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela
luego de las crisis del modo de desarrollo
neoliberal. Buenos Aires: CLACSO.
De
la Garza, E. (2011). Trabajo a-típico
identidad o fragmentación? Alternativas de análisis. En Pacheco, E., De la Garza, E. & Reygadas, L.
(coords.). Trabajo atípico y precarización del empleo. El Colegio de México.
Diario
Oficial de la Federación (2014). Programa
Regional de Desarrollo del Sur-Sureste 2014 – 2018,
30 de abril de 2014. Disponible en: www.dof.gob.mx.
Escobar,
S. (2016). Salario mínimo y salarios: evolución y situación actual. En Cordera,
R. (coordinador general). Más allá de la
crisis. El reclamo del desarrollo. FCE, México.
Escobar,
S. (2006). Los Trabajadores en el Siglo
XX. Sindicato, estado y Sociedad en México: 1907-2004. UNAM, México.
Escobar,
S. (2016). Las reformas a la Ley Federal del Trabajo: una perspectiva histórica. En Hernández,T., Escobar, S., San Juan, C., y Villafranco, C. (coords). El orden del mercado y el desorden de la nación.
pp. 167-215. México:
Editorial Itaca y Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Escobar,
S. (2012). Un mercado de trabajo binacional. En Varios autores. México frene
a la crisis. Hacia un nuevo curso de desarrollo. pp. 159-168.
México: Universidad Nacional Autónoma de México.
García, B. & De Oliveira, O. (2000). El mercado de
trabajo, 1930-1998. En Garza G. (ed.). La
Ciudad de México en el fin del segundo milenio. México: El Colegio de
México/ Gobierno del Distrito Federal, 2000
Gobierno de los Estados
Unidos Mexicanos. (2016).
4to Informe de Gobierno. Anexo Estadístico. Presidencia de la República.
Gray,
J. (1998). Falso Amanecer, Lo engaños del
capitalismo mundial. Ed. Paidós, Buenos Aires.
Grupo
Nuevo Curso de Desarrollo. (2016). El Cambio económico y social reciente. En
Cordera, R. (coordinador general). Más
allá de la crisis. El reclamo del desarrollo. pp. 15-75 FCE. Octubre de
2016
Hernández,T., Escobar, S., San Juan, C., &
Villafranco, C. (Coords). (2016). El orden del mercado
y el desorden de la nación. México:
Editorial Itaca y Universidad Autónoma de la
Ciudad de México.
Hobsbawn, E. (1998). Historia del Siglo XX. Ed. Grijalbo - Mondadori, Buenos Aires.
Ibarra, D. (2017). Mercados
abiertos y pactos sociales. Democracia arrinconada. FCE, México.
Instituto
Nacional de Estadística e Informática- Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación
(INEGI-ENOE). (2018). Cifras de marzo de 2018.
International Consortium of Investigative Journalists. (enero 31 de 2017).
Explorer the Panama papers
key figures. Disponible en: https://www.icij.org/investigations/panama-papers/
explore-panama-papers-key-figures/
Martínez,
P. (2016). Seguro de desempleo: México frente a experiencias internacionales.
En Varios autores. Seguridad social en
salud, pensiones y desempleo. pp.187-195. México: Senado de la República,
LXIII Legislatura. Comisión de Seguridad Social.
Milanovic,
B. (2017). Desigualdad Mundial. Un nuevo
enfoque para la era de la globalización. FCE, México.
Mora,
Minor & De Oliveira, O. (2010). Las desigualdades laborales: Evolución,
patrones y tendencias. En Cortés, F. &
De Oliveira, O. (coords). Tomo V.
Desigualdad Social. Los Grandes problemas de México. El Colegio de
México.
Moreno-Brid,
J. C., Kevin, J. & Valverde, I. (2016). Tendencias
y ciclos de la formación de capital fijo
y la actividad productiva en la
economía mexicana, 1960-2015. México: Serie de Estudios
y Perspectivas, CEPAL.
Moreno-Brid, J.C. & Ros, J. (2010).
Desarrollo y crecimiento en la
economía mexicana. México: Fondo de Cultura Económica.
Organización
para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD). (2013). Employment
policies and data, 2013. Disponible en: http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/ public/@ed_emp/@emp_policy/documents/publication/ wcms_334920.pdf
Organización
para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD). (2015). Public
expenditure and participant stocks on LMP (Labor
Market Programmes). Disponible en: https://
stats.oecd.org/index.aspx?DataSetCode=LMPEXP
Organización
para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD). (2016). Employment
Outlook, 2016. Disponible en: job outlook 2016 national association of
colleges and employers
Organización Internacional del Trabajo/ OIT/ ILO.
(2001).
Informe sobre el Trabajo en el
Mundo, 2000.
Ginebra, 2001
Organización
Internacional del Trabajo/ OIT/ ILO. (2004). Panorama Laboral 2003. Disponible en: https://www.ilo.org/ wcmsp5/groups/public/---americas/---ro-lima/documents/
publication/wcms_187480.pdf
Organización
Internacional del Trabajo/ OIT/ ILO. (2013). Boletín Internacional de Investigación Sindical. Enfrentar el desafío del trabajo precario: la agenda sindical. Ginebra, 2013, vol.
5, num. 1.
Organización
Internacional del Trabajo/ OIT/ ILO. (2017). El empleo atípico en el mundo. Retos y perspectivas. 2016.
Organización
Internacional del Trabajo/ OIT/ ILO. (2017). Perspectivas sociales y del empleo en el mundo. Transformar el empleo para erradicar la pobreza, 2016.
Disponible en: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/@dgreports/@ dcomm/@publ/documents/publication/wcms_480923.pdf
Organización
Internacional del Trabajo/ OIT/ ILO. (2018).
Informe 2017. World Employment Social
Outlook. Trends 2017
Organización
Internacional del Trabajo/ OIT/ ILO. (2018). Perspectivas sociales y del empleo
en el mundo. [Data Finder].
Disponible en: https://www.ilo.org/global/research/global-
reports/weso/2018/lang--es/index.htm
Organización
Internacional del Trabajo/ OIT/ ILO. (2018). Perspectivas sociales y del empleo en el mundo, Tendencias 2018.
Resumen Ejecutivo.
Organización
Internacional del Trabajo/ OIT/ ILO. (2018). World Economic Situation and
Prospects 2018. Disponible en:
https://www.un.org/development/desa/dpad/wp-content/
uploads/sites/45/publication/WESP2018_Full_Web-1.pdf
Organización
de las Naciones Unidas (ONU). (2007). Informe
sobre la situación social en el mundo,
2007: el imperativo del empleo.
Organización
de las Naciones Unidas (ONU). (2018).
World Economic Situation and Prospects,
2018.
Pew Research
Center. (2016). Gig Work, On line selling
and Home sharing. Noviembre
17, 2016
Piketty,
T. (2014). El capital en el siglo XXI. FCE, 2014. Presidencia de
la República. (2017).
México incluyente –
Estadísticas por entidad
federativa, en V Informe de Gobierno,
2017, anexo estadístico. Disponible en: http://www. presidencia.gob.mx
Reich, R. (2008). Supercapitalism:
The Transformation of Business, Democracy, and Everyday Life, Vintage books. Nueva York.
Robert, R. (2015). The Upsurge
in Uncertain Work. 23
de Agosto de 2015. Disponible
en: robertreich.org.
Reich, R. (2016). The gig economy
can be a nightmare. The New York
Times. 2 de Agosto de 2016. Disponible en: https:// es.scribd.com/article/383734783/The-Gig-Economy-Can-
Be-A-Housekeeper-s-Nightmare
Reygadas,
L. (2011). Introducción: trabajos atípicos, trabajos precarios ¿dos caras de la
misma moneda. En Pacheco, E., De la Garza, E. & Reygadas. (coord.) Trabajos atípicos y precarización del
empleo. México, El Colegio de
México.
Rodrik, D.
(2017). The trouble with globalization.
The Milken Institute Review, Fourth Quarter.
Ros,
J. (2013). Algunas tesis equivocadas
sobre el estancamiento económico de
México. México: El Colegio de México y Universidad Nacional Autónoma de México.
Ros,
J. (2016). La trampa del lento crecimiento y tres reformas recientes. En Cordera, R. (Coordinador). Más allá de la crisis.
El reclamo del desarrollo. pp. 159-183. México: Fondo de Cultura Económica.
Samaniego, N. (2016). La participación del trabajo en el ingreso nacional: un tema olvidado. En
Cordera, R. (Coordinador). Más allá de la crisis. El reclamo del desarrollo. México: Fondo
de Cultura Económica.
Slaughter, A.
M. & Aubrey, H. (2017). La economía de las plataformas. Project Syndicate. Disponible en: https:// www.project-syndicate.org/commentary/platform-
economy-layered-jobs-by-anne-marie-slaughter-and-aubrey- hruby-2017-11/spanish?barrier=accesspaylog
Spence, M.& Manyika,
J.(2015). Job-saving Technologies. Project Syndicate. Disponible en:
https://www.project-syndicate. org/commentary/online-talent-platforms-strengthen- employment-by-michael-spence-and-james-manyika-2015-
10?barrier=accesspaylog
Stiglitz,
J. (2002). El malestar en la
globalización. Ed. Taurus,
Madrid, 2002.
Stiglitz, J.
(2004). Outsourced and out of work. Project
Syndicate. Disponible en: https://www.project- syndicate.org/commentary/outsourced-and-out-of- work?barrier=accesspaylog
Stiglitz, J.
(2017). The Globalization of our Discontent. Project Syndicate. Disponible en: https://www.project-syndicate. org/commentary/globalization-of-discontent-by-joseph-e--
stiglitz-2017-12/spanish?barrier=accesspaylog
Tello, C. & Ibarra,
J. (2012). La revolución de los ricos. Facultad de Economía, UNAM, México.
Tokman,
V. E. (2004). Una voz en el camino.
Empleo y equidad en América Latina: 40 años de búsqueda. Santiago de Chile, FCE.
Avance
de la edición
Grupo Nuevo Curso de Desarrollo